FUENTE: La Razón
¿Tiene problemas para leer los detalles de cada plato en la carta de un restaurante? ¿y los prospectos de los medicamentos o la “letra pequeña” de los envases? ¿siente que el brazo “se le queda corto” para la distancia a la que puede enfocar? Si la respuesta es sí, y aun así no ha tomado medidas para solucionarlo porque espera que se corrija solo, esto es para usted. No está solo, pertenece al 65% de los españoles que tarda más de tres meses en acudir al especialista, motivados mayoritariamente por la sensación de hacerse mayores. Algo que los hombres aceptan menos (67%) que las mujeres (62%). La otra noticia es que no, no se va a solucionar solo. De hecho, irá a peor si no acude al oftalmólogo a revisarse la vista y le pone freno usando gafas de cerca graduadas, lentes progresivas u optando por la cirugía refractaria.
La presbicia, popularmente conocida como ‘vista cansada’, es un defecto refractivo del ojo, asociado con la edad, que consiste en la imposibilidad de ver con claridad los objetos que están situados a corta distancia. Suele aparecer a partir de los 40 años, por la pérdida gradual de flexibilidad del cristalino y el debilitamiento de los músculos que lo controlan. Es un problema visual conocido por el 78% de los españoles con edades comprendidas entre los 39 y los 54 años, población potencialmente présbita sobre la que se ha centrado el estudio VER&SE BIEN, realizado por Essilor y la Sociedad Española de Oftalmología (SEO) a 3.000 españoles.
La letra pequeña
El estudio muestra que, a pesar del alto conocimiento de la presbicia, tan solo uno de cada cuatro encuestados reconoce tenerla y habérsela corregido, pese a que hasta el 74% considera muy o bastante importante la dificultad para enfocar de cerca. La mitad de los encuestados tiene dudas de si la tiene o no. Un 22% cree que sí pero no se la ha corregido, un 20% cree que no, pero no está seguro y un 7% no lo sabe. Sin embargo, sí presentan síntomas, siendo los más comunes la dificultad para leer la letra pequeña de los envases (60%), problemas para enfocar de cerca (50%) y la visión borrosa en las distancias cortas (42%). En relación a las causas por las que se produce, Julián García, secretario general de la SEO explica que, “con los años, el cristalino, que es como una lente encargada de enfocar, se va envejeciendo y eso va alternando la capacidad de adaptar y cambiar la visión intermedia a la de cerca. Si no se corrige, el esfuerzo visual que hay que hacer al intentar adaptar la visión puede generar problemas en la misma, dolores de cabeza y ojo cargado y rojo”. Un círculo vicioso en el que nos encontramos a partir de los 40-45 años, cuando detectamos los primeros síntomas (39%) y, aunque es obvio que algo no va bien, preferimos “no verlo” y forzar nuestra visión para enfocar.
La edad de empezar a cuidarse
Entre aquellos que tienen corregida la presbicia, un 26,5% tardó más de un año en hacerlo, un 37% tardó entre 3 y 6 meses y un 24% se la corrigió nada más sentir los primeros síntomas. La principal razón argumentada por aquellos que tardaron más de tres meses en acudir a un experto en salud visual fue tener la sensación de poder arreglarse, aun sabiendo que debían corregirla, en un 60% de los casos. Una segunda razón sería el temor a depender de las gafas si se empezaba a usarlas (24%).
En opinión del profesor Antonio Piñero, presidente de la SEO y Catedrático de Oftalmología de la Universidad de Sevilla, ‘La presbicia es un problema visual que llega en la edad más adecuada, la naturaleza es sabia y debemos escucharla. Es un aviso: ‘empieza a cuidarte’. Acudir a revisiones periódicas, una vez al año, nos permite detectar a tiempo otros posibles problemas asociados a la edad que debemos tratar. No sirve de nada aguantar y tendemos a hacerlo hasta límites insospechados, no dándole la suficiente importancia al hecho de poder enfocar bien en la realización de nuestra actividad diaria”. Por eso, los especialistas recomiendan revisarse la visión cada cierto tiempo y antes de los 40 años: más del 30% de los españoles lo hace con una frecuencia mayor a dos años, un 10% afirma que se la realizan entre los tres y los cinco y un 7% afirma no habérsela revisado nunca.