FUENTE: 20 Minutos
Hasta la llegada de la COVID-19 a nuestras vidas muchos no hemos sido conscientes de que se podía perder el olfato. Se trata de un sentido al que no le hacemos mucho caso, su pérdida no causa consecuencias graves sobre el ser humano, pero es bastante más importante de lo que creemos en nuestro día a día. Afecta al sentido del gusto, ayuda a comer, evoca recuerdos, o incluso influye a la hora de que nos atraiga una persona.
El codirector del Servicio de Otorrinolaringología de Quirónsalud Sagrado Corazón de Sevilla, el profesor Antonio Abrante Jiménez, explica que esta pérdida puede ser leve, moderada, o grave; conociéndose como hiposmia la alteración del olfato leve o moderada; mientras que una pérdida grave o total se conoce como anosmia.
En concreto, este especialista destaca que la causa más frecuente de pérdida de olfato son las infecciones virales del sistema respiratorio superior: "Podemos perder olfato tras un simple resfriado común, como consecuencia de la gripe, de una rinitis alérgica, por culpa de las enfermedades neurodegenerativas, de traumatismos craneoencefálicos (producen un importante daño al neuroepitelio y al bulbo olfatorio), y de tumores".
Ahora bien, el profesor Antonio Abrante destaca que la infección viral por excelencia estos días, la infección por el virus SARS-CoV-2 también produce en muchas personas una pérdida de olfato (anosmia). De hecho, advierte de que su aparición puede ser un síntoma inicial de la enfermedad. "Por lo tanto, su aparición puede ayudar y mucho en la identificación de personas portadoras del virus, durante las fases iniciales de la enfermedad", asegura.
De hecho, remarca que en torno al 75% de las personas que son infectadas por Covid-19 presentan anosmia, aunque sólo tengan una infección leve. "La mayor parte de los pacientes de coronavirus que han perdido el olfato (80%) se recuperan en un tiempo máximo de dos meses. Por lo que, una vez superada la enfermedad, y en caso de no recuperar el olfato, se debe acudir al especialista en Otorrinolaringología”, defiende.
Una alternativa eficaz y pionera
Según los expertos, la pérdida del olfato afecta al 10% de la población y, por regla general, estos pacientes son tratados con corticoides nasales y sistémicos, obteniéndose una escasa respuesta. Por ello, el doctor Abrante plantea el entrenamiento olfatorio como una “alternativa eficaz” para este gran problema ya que según indica, "está obteniendo resultados muy positivos". “Se trata de una terapia, difundida en Europa, pero que aún no está extendida en nuestro país”, avanza el otorrinolaringólogo.
Según explica, el epitelio olfatorio se distribuye en el techo de las fosas nasales y está formado por tres tipos de células (basales, neuronas sensitivas olfatorias, y de soporte). Además, dice que en esta región se sitúan unos 25-30 nervios olfatorios encargados de dirigir el estímulo detectado hasta las regiones cerebrales correspondientes.
“Las células basales son capaces de renovar el epitelio dañado, pero si se mantienen intactas ante una injuria. Se sabe también que esta neuroregeneración puede ser estimulada mediante la exposición repetitiva a odorantes. Basándonos en estas propiedades postulamos el entrenamiento olfatorio como una alternativa válida de tratamiento en pacientes con pérdida de olfato", incide el codirector del Servicio de Otorrinolaringología de Quirónsalud Sagrado Corazón.
Precisamente, este centro cuenta con la primera Unidad de Entrenamiento Olfatorio de Andalucía para el tratamiento de pacientes con pérdida de olfato o hiposmia y, según defiende el director de la unidad, el doctor Juan Manuel Maza Solano, en un contexto de epidemia como el actual es fundamental poder contar con una unidad de estas características dado que la detección y el tratamiento de los trastornos del olfato requieren de un estudio “superespecializado”.
Cómo es el entrenamiento olfativo
Para poder tratar a un paciente que ha perdido el olfato, apunta que en primer lugar se le realiza una exploración nasal mediante un nasofibrolaringoscopio, que junto a otras pruebas complementarias de imagen, como la tomografía axial computarizada (TAC), o la resonancia magnética nuclear funcional (RMf), se localiza el área afectada y se determina cuál es la causa concreta de la pérdida olfativa.
“Posteriormente, se realiza una olfatometría para valorar el grado de olfato perdido, y la cualidad del olfato, detectando qué olores no reconoce, o si existen interpretaciones anómalas, como la cacosmia (olores desagradables), la disosmia (distorsión de un olor), o la fantosmia (alucinación olfativa)”, agrega el rinólogo de Quirónsalud. Una vez descartadas las lesiones endonasales, y con el resultado de todas estas pruebas, se podrá iniciar el entrenamiento olfatorio, que dependerá del paciente.
"El funcionamiento se basa en la capacidad cerebral para identificar los olores, almacenarlos y recordarlos"
Maza detalla que éste consta de una serie de ejercicios que, mediante una selección de olores, el paciente entrena su olfato y su memoria olfativa: “El funcionamiento se basa en la capacidad cerebral para identificar los olores, almacenarlos y recordarlos. Supone una rutina diaria de dos sesiones (mañana y tarde), de dos minutos durante, al menos, tres meses. Consiste en oler distintos frascos de aceites esenciales tratando de identificar cada aroma. Pasados 3 meses, se realiza una nueva olfatometría, para ver si ha habido mejora”.
En el tratamiento de la anosmia postviral, la más frecuente, el rinólogo de reconocido prestigio internacional asegura que se han logrado grandes resultados en el 50% de pacientes, ya que han recuperado el olfato tras este entrenamiento olfatorio. “Es fácil de aplicar, inocuo e indoloro, y ha demostrado su eficacia en pacientes con pérdidas de olfato de origen postraumático, postinfeccioso, neurodegenerativo e idiopático. Con él también se puede mejorar la capacidad olfatoria en el 30%-50% de los casos”, subraya.
Maza recuerda a todos los pacientes que el miedo al contagio no debe ser impedimento a la hora de solicitar ayuda por parte de un especialista, dado que los centros sanitarios cuentan circuitos limpios de Covid-19, y en el caso concreto del Hospital Quirónsalud Sagrado Corazón de Sevilla, se ha logrado la certificación Applus+ ‘Protocolo Seguro frente al Covid-19’, tras corroborarse que el centro cumple con los estándares y protocolos más exigentes de desinfección frente al coronavirus.