FUENTE: Diario Médico
Para que el virus SARS-CoV-2 entre en las células humanas, la proteína S (Spike) de su envuelta debe unirse a la proteína celular ACE2. El éxito de las vacunas depende de que se generen anticuerpos, también conocidos como inmunoglobulinas, capaces de unirse y bloquear al virus antes de que penetre en las células.
Sin embargo, “el corto tiempo de reacción a la pandemia hace que, mientras se logra una vacuna eficaz, métodos como el de la administración de anticuerpos neutralizantes generados fuera del organismo parezcan la mejor opción”, indica el inmunólogo Balbino Alarcón, del Centro de Biología Molecular Severo Ochoa, en Madrid, dependiente del CSIC y de la Universidad Autónoma, cuyo equipo se ha centrado precisamente en el desarrollo ultrarrápido de este tipo de anticuerpos humanos sintéticos mediante el desarrollo de una nomenclatura de combinaciones de mutantes que se unan de la forma más adecuada a la proteína del SARS-CoV-2.
Combinaciones ganadoras
Se han generado ya los primeros anticuerpos neutralizantes. Uno de ellos, denominado H5L5, bloquea la entrada del virus en células humanas en un 30%, aunque “las distintas combinaciones de mutantes indican que el anticuerpo H5L3 es incluso más válido que el H5L5”, señala a DM el inmunólogo, cuyo equipo está obteniendo los anticuerpos con aproximaciones computacionales a través de las que se calculan los aminoácidos del anticuerpo humano original que habría que sustituir para que reconozca y neutralice al SARS-CoV-2.
Las inmunoglobulinas, base de las vacunas, son producidas en el laboratorio mediante predicciones teóricas que simulan la unión del anticuerpo a la proteína S del virus. Dado que se conoce la estructura molecular de un anticuerpo humano que neutraliza al SARS anterior, el de 2002, unido a la proteína S de este virus, así como la estructura S del coronavirus actual, y puesto que ambas solo difieren en unos pocos elementos, los denominados aminoácidos, ¿por qué no cambiar estos elementos distintos para que un anticuerpo contra SARS-CoV-1 pueda ahora neutralizar a SARS-CoV-2?, se pregunta Alarcón.
El proyecto se basa en su producción mediante dos estrategias diferentes: la modificación de un anticuerpo humano neutralizante del anterior virus SARS de 2002 (SARS-CoV-1) para convertirlo en otro que bloquee al SARS-CoV-2 actual y, además, generando de forma acelerada nuevos anticuerpos mediante la recreación de un centro germinal en placas de cultivo, es decir, fuera de personas o animales.
Opción profiláctica y terapéutica viable
Si la estrategia funciona, se probará en modelos animales y posteriores ensayos clínicos con pacientes, ya que se trata de una alternativa viable, sin efectos secundarios y de larga duración hasta lograr una vacuna eficaz.
Según Alarcón, el objetivo es disponer de un anticuerpo neutralizante terapéutico, que podría administrarse por vía endovenosa o por vía tópica intranasal o bucal que neutralizara el virus cuando entre en el organismo.
“De forma profiláctica y precoz podría ser útil para personal más expuesto, como el sanitario, y grupos de población más sensibles y susceptibles de enfermar gravemente. En su vertiente terapéutica, como estrategia para evitar que el virus se expanda hacia los órganos internos del paciente y facilitar su eliminación en los que presentan mayor gravedad”.
Estos primeros anticuerpos darán la pista a los investigadores para saber qué aminoácidos sustituir a fin de generar inmunoglobulinas de muy alta afinidad. “Creemos que es posible conseguir el bloqueo del 100% del coronavirus a bajas concentraciones”.
Alarcón también explica que uno de los “efectos colaterales” positivos de esta investigación, que no se encontraba dentro de sus objetivos, ha sido el desarrollo de una línea celular que expresa la proteína S y que “puede constituir un método de detección de presencia de anticuerpos mucho más sensible que el de los que disponemos actualmente”.