FUENTE: Diario Médico
El pasado martes, la Organización Médica Colegial (OMC) presentó un informe con recomendaciones para la vacunación de gripe del próximo otoño, pidiendo que se adelanten las campañas para evitar la convivencia de dos epidemias de síntomas similares e instando a fomentar la vacunación entre el personal sanitario.
Se trata esta última aún de una medida sanitaria poco extendida, y cada año se reabre el debate sobre la idoneidad de convertirla en obligatoria. Según el informe de la OMC, “la posibilidad de hacerla obligatoria para determinados grupos etarios o profesionales plantea diversos problemas, legales, técnicos y de conveniencia”.
Formalmente, el informe reconoce que la vacunación es una medida de carácter voluntario tal y como la contempla la Ley General de Salud Pública, pero “podría existir base legal suficiente para poder establecerla como obligatoria (Ley Orgánica de Medidas especiales 3/1986 y otras), por razones de salud pública y siempre que se informe a la autoridad judicial”.
Con todo, en opinión de los expertos de la comisión asesora para Covid-19 de la OMC, “no parece necesario forzar la obligatoriedad, aunque sí parece necesario, en este momento, una mayor sensibilización del personal sanitario, que tiene sistemáticamente tasas de vacunación inferiores a las de la población general”.
Escuchar todas las voces
En este sentido, los expertos consultados por Diario Médico se mantienen firmes en el carácter voluntario de la vacunación pero sostienen la necesidad de reabrir el debate “siempre que se escuchen todas las voces. Se trata de una medida que ha de consensuarse con el sector, porque resulta incómodo que algo que puede tener gran impacto en la reducción de la gripe tenga que ser obligatorio”, defiende Amós García Rojas, presidente de la Asociación Española de Vacunología (AEV).
Así, según Andreu Segura, vocal de la Sociedad Española de Salud Pública y Administración Sanitaria (Sespas), “la obligatoriedad, aunque es muy probable que consiga un impacto mayor, también tiene inconvenientes que se deberían considerar cuidadosamente”, por lo que llama a “un debate sereno y sensato (algo que en la situación actual es difícil de conseguir) al respecto”.
Percepción del riesgo
Este debate, a juicio de García Rojas, debería empezar por “analizar por qué las tasas de vacunación entre el personal sanitario son tan bajas”, y aventura tres razones: “Desconfianza en la vacuna –cuya efectividad, según recuerda Segura, depende en gran medida de la cepa predominante-, baja percepción del riesgo y escasa conciencia del papel educacional del profesional con respecto al resto de la población”.
En lo que respecta a la percepción del riesgo, el experto valora las diferencias entre profesionales, ya que “no es lo mismo un técnico de rayos que un médico de atención primaria”, y considera que, si debe imponerse la vacunación, habría que hacerlo progresivamente, y sugiere comenzar por los profesionales de cuidados intensivos.
Medida excepcional
Sin embargo, la obligación de vacunarse para el personal de la UCI “debería considerarse solo en una situación excepcional, al igual que ha sucedido con el confinamiento, algo impensable hace unos meses”, según explica María Cruz Martín Delgado, expresidenta de la Sociedad Española de Medicina Intensiva y Unidades Coronarias (Semicyuc).
En su opinión, “no deberíamos llegar a esa situación”, y apuesta por “promover la vacunación como práctica segura, incrementar la concienciación y facilitar el acceso a la vacuna” ya que “una medida obligada genera malestar, mientras que si se trata de algo sencillo e, incluso, incentivado, se motivará al personal”.
En este sentido, considera que prácticas sencillas como llevar las campañas de vacunación prácticamente a pie de cama pueden hacer que “la presión de grupo, ver que los demás se vacunan y tú no, haga a muchos cambiar de opinión”; lo mismo sucede con la incentivación, “que no tiene por qué ser gran cosa: en algún hospital organizan, por ejemplo, una rifa entre los que se han vacunado y así han conseguido aumentar las tasas”.