FUENTE: Cope
La desconexión del verano puede repercutir en el estado de nuestra salud si se descuidan los hábitos que tenemos durante el resto del año.
Desde el equipo de médicos de Melio, una plataforma online de análisis de sangre, han identificado los marcadores que se deben analizar durante esta estación y te dan algunas claves para no descuidarnos durante estos meses.
En verano se consumen más productos con un alto contenido de azúcar, como los refrescos y helados, que pueden desencadenar la producción de picos de insulina que, si se repiten con frecuencia, a largo plazo pueden generar resistencia a la insulina y diabetes tipo II.
Estos cambios pueden verse a corto plazo reflejados en el aumento de las cifras de glucosa basal en sangre y en el porcentaje de hemoglobina glicosilada.
Para evitar estos efectos, se aconseja dejar los helados para ocasiones especiales y sustituirlos por otras opciones más saludables como los sorbetes o polos de frutas naturales, fruta fresca, bols de acai, yogurt o gelatina.
En cuanto a los refrescos, la opción más sencilla son los refrescos sin azúcar, aunque la cerveza sin alcohol también es una buena opción, ya que contiene minerales como calcio, silicio, magnesio y potasio y un contenido más bajo en fósforo que los refrescos, además de no contener edulcorantes artificiales.
El aumento en la ingesta de grasas por las frituras, el sedentarismo y un mayor consumo de alcohol pueden aumentar los niveles de colesterol.
Se debe moderar el consumo de frituras y se recomiendan las comidas a base de verduras, carbohidratos como el arroz o la patata y el pescado, ya que, además, siempre van a ser más ligeras y fáciles de digerir que las basadas en carnes rojas y ricas en grasas.
Una buena opción son los caldos y purés de verduras fríos, así como el gazpacho, ya que aportan vitaminas, minerales y agua para combatir el calor y la deshidratación.
En el caso del ejercicio físico, se recomienda mantener la rutina que ya se seguía antes del verano o incluso aprovechar esta temporada para comenzar a practicar deporte al aire libre, adaptado siempre al estado físico de cada persona.
El deporte tiene inmensos beneficios sobre la salud, tanto fisiológicos, porque, entre otros, ayuda a controlar la tensión arterial, reduce la grasa subcutánea, mejora la circulación en general y la función del sistema digestivo, renal, endocrino e inmunológico, como emocionales, ya que aumenta la sensación de bienestar, el sueño y la capacidad de concentración al liberar endorfinas, disminuir el cortisol y estimular la generación de nuevas neuronas.
Además, realizar ejercicio habitualmente proporciona agilidad, resistencia y vitalidad, tan importante para los meses de más calor.
El aumento en la ingesta calórica y la falta de ejercicio físico pueden generar un exceso calórico que haga aumentar de peso. El sobrepeso está asociado con la alteración en el sistema hormonal y metabólico, incluyendo la disminución de la testosterona y la hormona del crecimiento, así como el aumento del cortisol. La producción de insulina también se puede ver aumentada en personas asintomáticas que padecen prediabetes.
La deshidratación producida por el calor, la baja ingesta de líquidos y mayor consumo de alcohol pueden afectar la función renal, viéndose alterados marcadores como la urea, la creatinina y el filtrado glomerular.
En verano se aumenta la ingesta de alcohol por los momentos de ocio y socialización. Es importante tener en cuenta que el alcohol es diurético, por lo que se pierde más agua y minerales por la orina.
Al contrario de lo que se puede pensar, la cerveza no es una buena bebida para hidratarse, ya que además del alcohol, su alto contenido en potasio y bajo en sodio aumenta su efecto diurético.
El alcohol y sus metabolitos son tóxicos para muchos órganos del cuerpo. Un consumo elevado y crónico de alcohol está asociado a un mayor riesgo de sufrir enfermedades como cirrosis hepática o cáncer. A corto plazo, se pueden ver aumentados en sangre los niveles de ácido úrico o triglicéridos.
Se considera un consumo de bajo riesgo menos de dos bebidas al día para hombres y una para las mujeres, entendiéndose como una bebida un vaso de vino pequeño (100 mL) o una caña de cerveza (200 mL).
También es importante controlar la exposición al sol ya que puede dañar la piel y el calor puede generar deshidratación y complicaciones mayores como un golpe de calor. Las personas con disfunción renal, obesidad, diabetes y otras enfermedades deben tener especial precaución.
Por esto es muy importante mantenerse hidratado en todo momento, asegurando una ingesta adecuada de líquidos y protegiéndose del calor, ya sea evitando salir de casa en las horas centrales, manteniéndose a la sombra o bañándose.
En algunos casos, tras el verano, puede verse afectado el nivel de vitamina D, ya que el uso de protector solar, que es necesario, puede provocar una bajada en los niveles de esta vitamina, por lo que también sería conveninente compensar esta pérdida.