FUENTE: El Mundo
La población infantil afectada por Covid-19 podría ser potencialmente infecciosa en el transcurso de hasta tres semanas. Así lo plantea una investigación recientemente publicada en la revista JAMA Pediatrics.
No importa si nunca tuvieron síntomas o si dejaron de tenerlos hace días. Según los autores del estudio, tras examinar la evolución de 91 pacientes pediátricos en 22 hospitales de Corea del Sur, el virus fue detectable durante un promedio de aproximadamente dos semanas y media.
A diferencia del sistema de salud estadounidense, aquellos que dan positivo por Covid-19 en Corea del Sur permanecen en el hospital hasta que desaparecen sus infecciones, incluso si no son sintomáticos. Así es como los investigadores pudieron ver que una quinta parte de los asintomáticos y la mitad de los que habían tenido signos de coronavirus «todavía estaban perdiendo virus tres semanas después de haberse realizado las pruebas iniciales».
Estos hallazgos hacen pensar que los niños podrían ser vectores de transmisión durante más tiempo del que se creía, incluso sin haber mostrado señales externas más frecuentes del coronavirus.
Sin embargo, en un comentario que acompaña al estudio en la misma publicación, varios autores y médicos del Children's National Hospital (Estados Unidos) señalaban algunas cuestiones. Por un lado, «un positivo o un negativo cualitativo en las pruebas no refleja necesariamente la infectividad, ya que algunos positivos implican fragmentos de material genético que podrían no enfermar a alguien» o al revés, «un negativo podría significar niveles bajos de virus que aún pueden ser infecciosos». También se desconoce si los individuos asintomáticos están diseminando diferentes cantidades de virus que aquellos con síntomas y además, «las pruebas sólo para virus activos en lugar de anticuerpos ignoran la gran cantidad de personas que pueden haber tenido y haberse curado tras una infección asintomática o leve, un factor importante para comprender la inmunidad colectiva», argumenta Roberta L.DeBiasi, jefa de Enfermedades Infecciosas en el Children's National Hospital .
Por último, tanto DeBiasi como su compañera Meghan Delaney, jefa de Patología y Medicina de Laboratorio, señalan que el estudio sólo evaluó la diseminación viral del tracto respiratorio, a pesar de que múltiples trabajos han detectado el virus en otros fluidos corporales, incluidas las heces. Por lo tanto, se desconoce qué papel podrían desempeñar estas otras fuentes en la propagación de esta enfermedad.
Todos y cada uno de estos estudios son necesarios para ir redirigiendo las medidas en salud pública, con el fin de poder controlar eficazmente esta pandemia. Aún se tienen que dedicar más esfuerzos para evaluar cómo avanzan las infecciones por SARS-CoV-2 en los niños, incluida la forma en que se desarrollan los anticuerpos tanto a nivel individual como poblacional. En palabras de DeBiasi, «es fundamental para desarrollar políticas que ralentizarán la tasa de transmisión viral en nuestra comunidad».