FUENTE: La Razón
En plena pandemia del coronavirus, parece que el resto de enfermedades han pasado a un segundo plano, a veces casi invisible. Pero lo cierto es que otras patologías no han desaparecido, y las hay tan crueles como el cáncer infantil, que celebra durante septiembre su mes de concienciación. Por fortuna, la innovación y la investigación se han alineado en favor de los pacientes más pequeños.
El diagnóstico molecular, que permite adaptar el tratamiento al riesgo del tumor, la inmunoterapia, que potencia el propio sistema inmune del paciente para que destruya el tumor, y la protonterapia, la radioterapia externa más precisa que permite tratar exclusivamente el tumor, son los tres grandes avances que se han producido en el campo de la Oncología Infantil y que posibilitan la curación sin toxicidad presente y futura. “El futuro del cáncer infantil pasa por la optimización de la curación a través de mejores diagnósticos y tratamientos diana menos invasivos”, asegura la doctora Elena Panizo, oncóloga pediátrica de la Clínica Universidad de Navarra.
El reto de la curación sin toxicidad
La curación sin toxicidad es una de las mayores preocupaciones y retos a los que se enfrentan los oncólogos pediátricos. Su larga esperanza de vida obliga a buscar estrategias curativas que, al mismo tiempo, reduzcan la agresividad de las terapias y, por tanto, los riesgos a corto y a largo plazo.
“El cáncer infantil es diferente al del adulto. El niño no es un adulto pequeño y los tipos de tumores que padece y la biología de los mismos es distinta, por lo que los tratamientos deben adaptarse a la población pediátrica: son tumores distintos, con opciones de curación y objetivos diferentes”, indica la Dra. Elena Panizo, quien añade que “es diferente diagnosticar un tumor a una persona de 70 años que a un niño de 5 años. Su pronóstico vital te obliga a pensar en la calidad de vida del niño a muy largo plazo. Actualmente, cerca del 80% de los tumores infantiles se curan, pero sabemos que 2 de cada 3 de esos largos supervivientes van a sufrir alguna condición crónica derivada de su enfermedad y/o tratamiento. Las nuevas estrategias se centran, por tanto, no solo en conseguir la curación, sino en evitar la toxicidad de los tratamientos en el presente y en el futuro”, asegura Panizo.
Tres avances que permiten optimizar la curación
A nivel de diagnóstico, el diagnóstico molecular abre una amplia gama de posibilidades entre las que destaca está el poder estratificar los tumores en subgrupos y, por tanto, adaptar los tratamientos al riesgo y limitar la toxicidad: “en leucemias y meduloblastomas, por ejemplo, uno de los tumores infantiles más frecuentes, este campo está muy desarrollado. Hoy sabemos que, dentro de estos dos grupos de tumores, existen diferentes subtipos con distintos pronósticos: los que son más agresivos, necesitarán un tratamiento más intensivo y los de menor riesgo recibirán tratamientos más suaves, con igual eficacia, pero menor toxicidad”.
Además, dentro de los tratamientos, la protonterapia, la radioterapia de mayor precisión que existe, es uno de los grandes avances que se han producido en el campo de la radioterapia, ya que permite tratar exclusivamente el tumor, sin dañar los órganos sanos cercanos, algo fundamental para el crecimiento de los niños. “Por estos motivos, se considera la radioterapia de elección para los más pequeños”, explica la doctora.
El otro gran avance es la inmunoterapia, que está revolucionando el tratamiento del cáncer infantil. La inmunoterapia estimula el sistema inmunológico del paciente para que reconozca y destruya las células tumorales de un modo más eficaz. No incide directamente en las células tumorales, sino que activa el sistema inmunológico para que reaccione contra el tumor, limitando de esta forma la toxicidad para el niño.