FUENTE: El Mundo
La pandemia del coronavirus ha sumido a la sociedad en una situación excepcional. Los recursos de la sanidad pública se han visto forzados al límite durante los primeros meses y, mientras no exista una vacuna efectiva, quedan aún grandes desafíos por delante.
En este contexto, las oficinas de farmacia pueden desempeñar un papel clave para evitar la sobrecarga de los centros de salud, asumiendo labores como la administración de vacunas o el rastreo y seguimiento de contagios.
Esta fue una de las principales conclusiones en la primera de las dos mesas redondas virtuales organizadas por el Muy Ilustre Colegio Oficial de Farmacéuticos de Valencia (MICOF) para celebrar el Día Mundial del Farmacéutico, moderadas por el redactor jefe de EL MUNDO Vicente Useros, especialista en temas sanitarios. Su tema central, las estrategias con las que este colectivo puede afrontar la nueva etapa tras la irrupción de la covid-19.
Para José Martínez Olmos, ex portavoz del PSOE en la Comisión de Sanidad de Congreso y Senado y profesor de la Escuela Andaluza de Salud Pública, las farmacias fueron «determinantes» en el éxito del confinamiento al asegurar la distribución de los medicamentos, incluso para aquellos pacientes que no podían desplazarse hasta los establecimientos.
Ser un servicio «esencial» ha tenido un coste humano para el colectivo durante la primera oleada de la pandemia, pero esa actuación «abnegada y sacrificada», en palabras de Salvador Alcázar, vocal de la comisión de análisis clínicos del MICOF, ha aportado «tranquilidad» a aquellos pacientes que acudían a por sus prescripciones.
Como resaltó también Alejandro Orrico, farmacéutico y miembro del Área de Investigación en vacunas de la Fundación Fisabio, se ha demostrado el potencial de las oficinas de farmacia para «dar consejos, gestionar los miedos y orientar» en mitad de una gravísima crisis sanitaria.
Ahora, añadió Orrico, es el momento de «dar un paso al frente». Porque una de las formas de descongestionar la sanidad pública sería que desde las farmacias se pudieran administrar vacunas.
Eso sí, como apuntó Salvador Alcázar, siempre que esta medida «se estructure bien dentro de una campaña global y sea otra herramienta del sistema público». Además, los farmacéuticos deberían pasar un programa de formación.
Al respecto, José Martínez Olmos señaló que en cuanto exista una vacuna para la covid-19 «será de interés general aplicarla lo antes posible». A su juicio, urge sumar a las farmacias en una estrategia coordinada con los gestores sanitarios, algo que, aseguró, «se tendría que haber hecho ya con la vacunación para la gripe».
Por su parte, Alejandro Orrico destacó que en Irlanda se permite la vacunación en oficinas de farmacia y en otros países como Francia también ha sido un éxito y se está implantando en todo el territorio. «Hay que crear protocolos y estar preparados para cualquier eventualidad, como la posibilidad de reacciones anafilácticas, pero el potencial es muy grande», explicó.
Una iniciativa así serviría asimismo para «no descuidar las coberturas vacunales» que, señaló Orrico, han sufrido un descenso desde el inicio de la pandemia.
La sociedad, afirmó este investigador, deberá asumir además que la covid-19 será «una enfermedad de repetición». La vacuna, en el momento en que esté disponible, «aun en el supuesto de que tenga una eficacia limitada, evitará los casos más graves», argumentó, y añadió: «Habrá que vacunarse cada temporada. Aunque no sepamos aún cuánta inmunidad producirán, cumplirán su cometido».
Orrico destacó que actualmente se encuentran en estudio 240 prototipos de vacuna contra el coronavirus. De ellos, más de 40 se hallan ya en fases clínicas con humanos, otra decena se encuentra en fase 3 y hay dos que han sido autorizadas -no sin cierta polémica- en China y Rusia. «Dar la autorización sin pasar por la fase 3 conlleva riesgos altos», subrayó.
Las más prometedoras, en su opinión, son las basadas en ARN y ADN a partir de un fragmento de material genético del virus. «Van a tener que demostrar seguridad, pero serán más rápidas y fáciles de producir», afirmó. Además, tendrían la ventaja de no precisar que se mantenga la cadena del frío, como suele ser habitual con las vacunas.
Otra de las consecuencias de la pandemia, señaló Salvador Alcázar, es que ha puesto «en primera línea» a los farmacéuticos analistas por «la importancia de los test».
Estas pruebas, recalcó este licenciado en Farmacia, «bien empleadas e interpretadas son fiables» aunque también dejó claro que los diagnósticos clínicos son «una aproximación». No hay, apuntó, «certezas del 100%».
Así, en el caso de los test por PCR, Salvador Alcázar explicó que un falso negativo suele deberse a que la muestra «no se ha tomado o no se ha conservado adecuadamente», y un falso positivo «a una posible contaminación cruzada, aunque esto sucede en muy pocas ocasiones».
Cuando se recibe un positivo y, quince días después, se vuelve a obtener, Alcázar recuerda que lo que hace una PCR es «detectar material genético del virus. Por ello, aunque se haya superado y esté en fase de eliminación, seguirá encontrándolo».
Este especialista en análisis clínicos recalcó también que en los próximos meses, ahora que se acerca el período de la gripe y el catarro tradicional, «sería fundamental que existieran protocolos consensuados con la Administración para derivación de pacientes, de modo que se pudiera dar soporte y liberar la atención primaria».
Según José Martínez Olmos, uno de los factores fundamentales a la hora de conseguir una prevención eficaz ante el coronavirus será «el comportamiento individual» y los tres pilares básicos: lavado de manos, distancia social y uso de la mascarilla.
Lamentó que se haya «politizado» el estado de alarma -«Es un error», dijo- y predijo que al existir transmisión comunitaria en muchos territorios «habrá confinamientos intensos». En un contexto así, como ya apuntaban el resto de participantes,Martínez Olmos aseguró que los farmacéuticos podrían asistir «incluso en la realización de los test», dentro de «un sistema de registro único» compartido con la Administración.
A su entender, la razón por la que el virus está afectando ahora de manera más grave a España que a otros países es porque «hemos desescalado muy rápido para reactivar la economía y el turismo. Algunas comunidades autónomas tendrían que haber esperado», aseveró.
Asimismo, Martínez Olmos dio a entender que el comportamiento de algunos ciudadanos «no ha sido el mejor» e hizo hincapié en la necesidad de «proteger las residencias de mayores, porque en torno al 70% de la mortalidad ha sido en personas de más de 70 años».
Salvador Alcázar coincidió en ese diagnóstico y añadió además que el proceso de desescalada «no se transmitido de forma correcta» a los ciudadanos. «No han entendido que estamos en una fase transitoria», afirmó.
Es «una enfermedad invisible», según José Martínez Olmos, y los gestores sanitarios deben «reforzar la prevención y anticiparse a cuando ocurre un brote para el rastreo de los casos positivos y sus contactos». Una labor en la que, con la regulación y formación adecuadas, las farmacias podrían colaborar por su cercanía a los ciudadanos.