FUENTE: Diario Médico
Los activos cosméticos no son suficientes por sí solos para actuar en la piel. La epidermis ejerce la función de barrera y, aunque hay componentes cosméticos que por sus características intrínsecas tienen un elevado potencial de traspasar esta capa, el cómputo general del porcentaje que va más allá es mínimo. “La cosmética llega a donde llega, hay activos que, formulados de manera adecuada, pasan la epidermis, pero la gran mayoría se quedan en ella”, reconoce Rocío Escalante, licenciada en Farmacia y experta en Dermocosmética, que está al frente de Arbosana Farmacia, en Madrid.
Son varios los factores que condicionan la absorción de los activos cosméticos. La formulación y también la persona, el tipo y características de su piel: “Si es mixta, seborreica o está deshidratada, el sexo, el lugar de aplicación del cosmético (no es igual la densidad la piel en todas las zonas del cuerpo), incluso de factores de salud que afecten, por ejemplo, a la hidratación”.
Rebeca Bella Navarro, miembro de la Academia Española de Dermatología y Venereología (AEDV) y dermatóloga de la Clínica Alejandría, de Valencia, advierte de que no todos los productos cosméticos con componentes innovadores surten efecto: “De nada sirve una crema con ingredientes aparentemente muy revolucionarios para el cuidado de la piel, si debido a su tamaño, a su composición o a la propia fórmula, no consiguen penetrar a través de la barrera cutánea”.
Sistemas transportadores
En los últimos años están apareciendo multitud de sistemas transportadores de activos cosméticos. Los liposomas y los nanomateriales son los más empleados. “Las ventajas más importantes que nos aportan en el campo cosmético, fundamentalmente los liposomas, son la protección del activo encapsulado, evitando su degradación metabólica, y la capacidad para vehiculizar y facilitar su transporte hacia capas más internas de la piel, aumentando de forma muy notable la eficacia del cosmético”.
Los liposomas son vesículas de pequeño tamaño compuestas por bicapas lipídicas, formadas por fosfolípidos con una estructura parecida a la membrana celular, que tienen un comportamiento central hidrófilo. Permiten vehiculizar tanto activos acuosos como hidrófobos precisamente por ese carácter anfifílico. También la adición de ingredientes en la formulación que de otra manera no podrían solubilizarse.
Otra ventaja es que su composición es, por sí misma, beneficiosa para la piel, ya que repara la barrera protectora y contribuye a mantener la hidratación. Ofrecen, asimismo, la posibilidad de dispersar compuestos lipófilos en fases acuosas y el enmascaramiento de olores y colores.
Junto a su versatilidad, la propia función del liposoma es estabilizar todos esos activos, bien porque el activo es muy inestable en condiciones no controladas, bien porque presentan alguna fotosensibilidad que desaparece al introducirse en la vesícula del liposoma. “Ya existen varios estudios que demuestran una mejor penetración de los activos liposomados en comparación con otras formas de vehiculización”, precisa Bella Navarro.
Según el Real Decreto 1223/2009
Hay que aclarar que, según el Real Decreto 1223/2009 sobre productos cosméticos, no son nanomateriales. Aun estando por debajo de un tamaño de 100 nm, no se consideran nanomateriales porque son solubles y biodegradables.
Su compuesto fundamental son los fosfolípidos, que pueden incorporarse empleando lecitinas, que contienen entre un 50 y un 70% de mezclas de fosfolípidos, o usando fosfolípidos puros.
Hay una gran variedad de fosfolípidos disponibles para el desarrollo de liposomas en las aplicaciones cosméticas. Parámetros característicos de los fosfolípidos, como el HLB (Balance Hidrofílico-lipofílico), el CPP (Parámetro de empaquetamiento crítico), la carga y naturaleza de su grupo polar, y la longitud y saturación de su cola apolar deben tenerse en cuenta para que el producto sea eficaz.
Es conveniente emplear otros compuestos como estabilizadores, por ejemplo el colesterol, y en función de la estrategia de liberación, otros lípidos, como ceramidas, aditivos que mejoran la flexibilidad de los liposomas o su penetración en la piel, y compuestos que modifican la carga superficial.
Varios subtipos de liposomas
Atendiendo al número de bicapas, se clasifican en unilamelares, que son aquellos compuestos por una sola bicapa, o multilamelares, que tienen muchas bicapas y un tamaño grande.
Varios subtipos se diferencian en la familia de los liposomas. Los unilamelares más pequeños (de 1 a 100 nm) se denominan nanosomas y últimamente se están utilizando mucho en las fórmulas cosméticas debido a su facilidad para poder entrar en estructuras subcelulares.
Los liposomas constituidos por agentes con actividad superficial de carga (tensoactivos no iónicos), se denominan niosomas, que surgieron como una alternativa a los liposomas. Presentan una mayor estabilidad química y tienen menos costes de producción. Incrementan el tiempo del activo en la epidermis, por lo que están enfocados al tratamiento de enfermedades dermatológicas.
Los transfersomas son liposomas muy flexibles y deformables gracias a la presencia de tensioactivos. Aunque el tamaño de estas partículas varía entre 200 y 300 nm, su alta capacidad de deformación les permite penetrar a través de las células del estrato córneo (20-30 nm) hacia las capas más profundas de la piel, pudiendo alcanzar la circulación sistémica a través de los capilares linfáticos.
Los arqueosomas son otra variante de liposomas, elaborados a partir de los lípidos de membrana de Halobacterium salinarum, que mantienen la estabilidad de las formulaciones elaboradas a diferentes temperaturas.
Los ethosomas son vesículas de fosfolípidos que contienen etanol en concentraciones que oscilan entre el 20% y el 45%, con el fin de aportar mayor flexibilidad cuando penetran en la piel.
Y finalmente los bicosomas, que están constituidos por estructuras vesiculares de tamaños comprendidos entre 30 y 200 nm organizadas formando bicapas. Se trata de un sistema de doble encapsulación de nanoestructuras capaz de direccionar los activos, facilitando una penetración transepidérmica. Carecen de tensoactivos u otros agentes agresivos para la piel y, gracias a su pequeño tamaño y a sus propiedades químicas, posibilitan una liberación controlada de los ingredientes reduciendo las posibles irritaciones que ciertas sustancias provocan en la piel.
Vehiculización de compuestos
Los liposomas pueden vehiculizar compuestos liposolubles como las vitaminas A y E dentro de las bicapas lipídicas. También compuestos hidrosolubles como el colágeno o la elastina en los espacios acuosos que hay en el centro del liposoma o entre las bicapas. Además, es posible encapsular compuestos de distinta naturaleza en un mismo liposoma: moléculas, péptidos, proteínas, extractos, etc.
En general, todas las personas pueden obtener beneficios, pero hay situaciones donde sus ventajas pueden primar la elección. Es el caso de las pieles sensibles porque los fosfolípidos heterólogos (de origen vegetal) para recubrir los activos facilitan la tolerancia. En las pieles secas aportan un extra de hidratación, sobre todo los liposomas simples que, por ser agentes humectantes, posibilitan la transferencia del agua transportada a las células e impiden o dificultan la pérdida de agua transepidérmica. Esta efectiva humectación epidérmica hace que aumente su espesor, incrementando la reproducción celular y normalizando el fluido intersticial: “Visualmente, se traduce en una mejora de las arrugas finas y superficiales, especialmente en regiones de piel delgada (periocular y perioral)”, significa Rebeca Bella.
Una de las principales ventajas que aportan es que no provocan hipersecreción sebácea, como ocurre con otros agentes humectantes, por lo que pueden ser una opción para la hidratación de pieles grasas.
Saber asesorar y consejos básicos
Para la dispensación de estos productos, el farmacéutico debe fijarse en la formulación (ingredientes y excipientes), en lo que necesita cada paciente y en cómo usa los cosméticos. “Motivado por el marketing o cualquier otra razón, el cliente puede elegir una combinación de productos que entre sí no van a funcionar bien”, avisa Escalante. Por otra parte, la dermatóloga recomienda que los profesionales lleven a cabo un proceso de reciclaje continuo debido a que el avance y la innovación en la dermocosmética es constante.
No obstante, hay determinadas recomendaciones que son responsabilidad individual. La más importante es que la piel esté limpia. La farmacéutica Rocío Escalante pone un ejemplo muy gráfico: “Si te aplicas una crema con una media puesta, evidentemente algo te llegará a la piel, pero la gran parte del producto se quedará fuera. La piel tiene que estar limpia, receptiva, para lo que vayas a aplicar”. Asimismo, es por la noche cuando se produce mayor actividad celular, por lo que aconseja emplear el activo más potente de noche.
Nanomateriales y cosmecéuticos
Una de las grandes innovaciones en la cosmética es la llegada de los nanomateriales. Se definen así los materiales insolubles o biopersistentes fabricados intencionadamente y que presentan una o más dimensiones externas o una estructura interna de 1 a 100 nm.
Las nanopartículas están integradas por materiales que las hacen resistentes a los cambios de pH, temperatura y a la acción enzimática, clasificándose en nanoesferas –cuando son estructuras de núcleo sólido– y en nanocápsulas –cuando corresponden a estructuras alveolares–.
Las nanoemulsiones son dispersiones coloidales translúcidas de dos líquidos inmiscibles estabilizadas por un surfactante, que se traduce en un tamaño de gota de 20 a 200 nm, lo que deriva en una estabilidad cinética elevada.
Otra novedad viene de la mano de un concepto relativamente nuevo: los cosmecéuticos, que, aunque no son una nueva manera de vehiculizar activos, sí es una nueve forma de entender los cosméticos y que nace de la fusión de cosmética y farmacéutica.
“Son aquellos productos cosméticos con una base científica sólida que cuentan, entre sus ingredientes, con activos que tienen propiedades terapéuticas y que se emplean en la industria farmacéutica, normalmente en mayor concentración que los cosméticos convencionales, por lo que logran un efecto más eficaz sobre la piel”, explica Bella Navarro.
Aparecieron en la década de los 90 en Estados Unidos como otra opción a los tratamientos antiaging no invasivos de belleza, pero no se trata de medicamentos para curar la piel sino de cosméticos más activos y con unos procesos de fabricación más regulados.
Los cosmecéuticos requieren de un profesional especializado que conozca la piel de su cliente, personalice el tratamiento y ejerza un seguimiento. Su valor añadido es que tienen una función más determinada porque son principios activos con capacidad para que los cambios en la piel sean más visibles y a largo plazo. No es que penetren en las capas más profundas, sino que tienen una repercusión más específica. Generalmente, los cosmecéuticos tienen una prescripción temporal, definida y concreta.
Los fabricantes de productos con características cosmecéuticas deben demostrar efectivamente que su aplicación produce mayores beneficios que los simples cosméticos.