FUENTE: La Vanguardia
Las personas que tienen alteraciones en genes relacionados con el sistema inmunitario presentan un riesgo más alto de sufrir formas graves de Covid-19, según una investigación que ha analizado el genoma completo de 2.244 pacientes ingresados en ucis del Reino Unido.
Los resultados, presentados en la revista Nature , revelan nuevas estrategias de tratamiento para casos graves de Covid-19 y sugieren que algunos fármacos ya existentes podrían ser útiles para tratar a pacientes críticos. Asimismo, responden en parte a una de las grandes preguntas no resueltas de la pandemia: por qué el coronavirus afecta de manera tan diferente a distintas personas, con cuadros que van desde la infección asintomática hasta la muerte.
La clave reside en por lo menos dos funciones del sistema inmunitario. Por un lado, la defensa contra las infecciones víricas, que tiene un papel protector importante en las fases iniciales de la Covid-19. Por otro, las reacciones de inflamación, que agravan la enfermedad en fases más avanzadas.
“La genética influye en la probabilidad de sufrir Covid grave”, declara Erola Pairó-Castiñeira, bióloga computacional barcelonesa que trabaja actualmente en la Universidad de Edimburgo y primera autora de la investigación.
El trabajo, en el que han participado 208 unidades de cuidados intensivos del Reino Unido -más del 95% de las del país-, ha comparado los genomas de pacientes críticos con genomas de la población general. Esto ha permitido identificar siete genes que presentan diferencias entre los dos grupos.
Cuatro de estos genes (llamados IFNAR2, OAS1, OAS2 y OAS3) son importantes en la primera fase de la enfermedad, que se caracteriza por un rápido aumento de la cantidad de virus en el organismo. Las alteraciones halladas en el gen IFNAR2 reducen la actividad de los interferones, un grupo de proteínas que intervienen en la respuesta inicial contra los virus. El hallazgo sugiere que un tratamiento con interferón, si se administra al principio de la infección, podría ser eficaz para evitar que la Covid-19 progrese hacia cuadros graves.
Existen también fármacos experimentales que pueden actuar sobre las proteínas producidas por los genes OAS, apuntan los autores de la investigación en Nature , donde presentaron los resultados el 11 de diciembre.
Los otros tres genes que han identificado (TYK2, CCR2 y DPP9) intervienen en fases avanzadas de la enfermedad, que se caracterizan por una reacción inflamatoria excesiva que daña el propio organismo.
Hay fármacos desarrollados para la artritis reumatoide que actúan sobre la actividad de los genes TYK2 y CCR2. Uno de ellos, el baricitinib, ya se ha ensayado en combinación con el antiviral remdesivir para tratar a pacientes graves con Covid. Según los resultados presentados la semana pasada en The New England Journal of Medicine , la mortalidad fue un 35% más baja entre los pacientes que recibieron los dos fármacos que entre los que solo recibieron remdesivir. Entre los supervivientes, el tiempo desde el inicio del tratamiento hasta la recuperación se redujo de 18 a 10 días con la combinación de los dos fármacos.
Solo una minoría de las personas que sufren complicaciones graves por la Covid-19 tiene alguna de estas alteraciones genéticas. Pero “esta investigación es relevante para todas las personas con Covid-19 grave porque revela los mecanismos moleculares que llevan a las complicaciones”, declara por correo electrónico Kenneth Baillie, director del trabajo, de la Universidad de Edimburgo. “Tenemos la esperanza de que esta comprensión nos ayudará a encontrar fármacos para tratar a todos los pacientes críticos”.
Los factores no genéticos como la edad o la obesidad tienen una influencia mayor que los propios factores genéticos en el riesgo de sufrir Covid-19 grave, añade Erola Pairó-Castiñeira.
La inflamación crónica de bajo grado vinculada a la obesidad se ha propuesto como una posible explicación del mayor riesgo de Covid grave en personas obesas. Pero no está demostrado que la obesidad agrave la Covid-19 por los mecanismos biológicos regulados por los genes TYK2, CCR2 y DPP9, advierte la investigadora. Con los datos disponibles actualmente, añade, tampoco está claro qué relación tiene la edad con los genes identificados en el trabajo.