FUENTE: La Razón
Las personas con síntomas y rasgos altos del trastorno de déficit de atención e hiperactividad (TDAH), aunque no cumplen los criterios para ser diagnosticados rigurosamente como tales, son menos capaces de realizar tareas que impliquen la regulación de la atención o el control emocional después de una noche de insomnio que aquellas otras que presentan rasgos bajos de TDAH, a tenor de las conclusiones del Instituto Karolinska, de Estocolmo (Suecia), y publicado en “Psiquiatría Biológica: Informes de Neurociencia Cognitiva y Neuroimagen”.
El trabajo incluyó a 180 participantes sanos de entre 17 y 45 años sin diagnóstico de TDAH. Las tendencias hacia la falta de atención y la inestabilidad emocional se evaluaron en la escala de trastorno por déficit de atención de Brown. Los participantes fueron asignados aleatoriamente en dos grupos; uno, al que se le permitió dormir normalmente, y otro, al que se le privó del sueño durante una noche. Después se les indicó que realizaran una prueba que mide las funciones ejecutivas y el control emocional al día siguiente.
Aunque el insomnio puede causar gran deterioro cognitivo en estos pacientes, se observa una variabilidad individual considerable en la sensibilidad de cada uno respecto a este hecho. La razón de esta variabilidad ha sido una pregunta de investigación sin resolver durante largo tiempo. En el estudio actual los científicos del Karolinska investigaron cómo la falta de sueño afecta a nuestras funciones ejecutivas, esto es, los procesos cognitivos centrales que gobiernan nuestros pensamientos y acciones.
Asimismo querían determinar si las personas con tendencias de TDAH son más sensibles al insomnio y con impedimentos funcionales más graves como resultado. ”Se podría decir que muchas personas tienen algunos síntomas subclínicos similares al TDAH y, sin embargo, solo se llega al diagnóstico una vez que los síntomas son tan prominentes que interfieren en la vida cotidiana”, afirma el doctor Predrag Petrovic, consultor y profesor asociado de Psiquiatría en el departamento de Neurociencias en el Instituto Karolinska, también director de este trabajo junto a los doctores Tina Sundelin y John Axelsson, investigadores del Karolinska, perteneciente a la Universidad de Estocolmo.