La quemadura cutánea es una de las consultas sobre situaciones que escuchamos con frecuencia en la farmacia. Por tanto, resulta imprescindible que el farmacéutico comunitario participe en la educación de sus pacientes para el tratamiento de las quemaduras.
La quemadura es una lesión en la piel o en tejidos subyacentes. Cuando tiene lugar, se produce un incremento de la permeabilidad y vasodilatación, que, pasadas las primeras horas tras el accidente, continua con un aumento del calor y la aparición de edema. Cuanto más profunda y extensa es la quemadura más se acentúan estos fenómenos inflamatorios que impiden las funciones fundamentales de la piel (protege de agentes externos, regula la temperatura corporal sintetiza vitamina D, etc.), así como provocar alteraciones en el organismo.
Tipos de quemaduras cutáneas
Hay situaciones en las que nos podemos quemar como cuando nos bañamos con agua muy caliente, al cocinar o utilizando productos de limpieza de forma poco cuidadosa. Sin embargo, no producen la misma quemadura en la piel, es por ello que la causa, la profundidad, la extensión y la zona del cuerpo en la que se localice esta lesión son importantes para poder determinar su gravedad.
1. Causas
Entre las diferentes causas que con mayor frecuencia producen las quemaduras son las siguientes:
2. En función de la profundidad de las quemaduras
Las quemaduras no presentan homogeneidad en la profundidad de la zona afectada del cuerpo, pudiendo afectar a las estructuras más externas (superficial) o internas (profundas) de la piel. En los casos más graves también afectan a tejidos subyacentes.
Las quemaduras pueden evolucionar y progresar a las 48-72 horas tras el accidente, por lo que, para evaluarlas correctamente, es preciso valorarlas de nuevo a las 24-48 horas.
3. Extensión de la quemadura
El cálculo aproximado de la superficie corporal total quemada (SCTQ) se calcula empleando diferentes herramientas y se indica con un porcentaje. La herramienta más utilizada en adultos es la Regla del 9 de Wallace en la que se asignan múltiplos del 9 a las zonas corporales.
Mediante el SCTQ se hace una distinción entre los grados II, III y IV, sin tener en cuenta las quemaduras de primer grado ya que no presentaran repercusión sistémica ni dejan secuelas dérmicas. Mientras que cuanto mayor es el porcentaje, la quemadura tiene una mayor extensión y finalmente, existe un incremento del riesgo por las repercusiones sistémicas graves e inmediatas.
4. Gravedad
Se debe tener en cuenta que las quemaduras pueden ser leves, moderadas o graves y prestar especial atención cuando estas sean extensas especialmente en las personas de edades en los extremos (durante la infancia o senectud) ya que presentan características especiales.
Esto se debe a que los niños de menor edad, que tienen una mayor proporción de superficie corporal respecto a la masa corporal total, sumado a que tienen un sistema termorregulador inmaduro, la pérdida de calor es fácil y rápida respecto a su producción. En cambio, los ancianos tienen disminuido el metabolismo basal que conlleva una reducción de producción de calor. Es decir, que las personas de edades en los extremos tienen mayor facilidad de desarrollar un shock térmico respecto a otras franjas de edad.
Recomendaciones ante una quemadura
Evitar las quemaduras es la mejor forma de prevenirlas, es por ello que el uso de detectores de humos, instalar protectores de seguridad en las tomas de corriente, leer las etiquetas de los productos de limpieza donde se sitúan los símbolos de precaución o limitar la temperatura de los grifos de agua caliente son algunos ejemplos.
Todo el mundo sabe que se pueden prevenir, pero cuando se producen de forma accidental, el farmacéutico comunitario puede ayudar a guiar a los pacientes para facilitar y mejorar el cuidado de las quemaduras cuando se trata de quemaduras de primer grado. A continuación, se recomienda seguir las siguientes indicaciones:
Asimismo, se pueden recomendar el uso de analgésicos para aliviar el dolor y antihistamínicos para el prurito. Sin embargo, no se recomiendan antisépticos ni antibióticos tópicos para quemaduras de primer grado, además de que estos últimos precisan de receta médica.
Cuando se trata de quemaduras de segundo, tercer y cuarto grado es necesario que se acuda a un hospital para asegurar un correcto tratamiento con el menor riesgo posible.
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