FUENTE: 20 Minutos
El trastorno obsesivo compulsivo no es exclusivo de la edad adulta y se calcula que afecta a un 1% de los niños y adolescentes. De hecho, la Sociedad Española de Psiquiatría asegura que al menos la mitad de los adultos que son tratados por TOC ya lo padecían desde la infancia, muchos de ellos sin ser tratados. Detectarlo a edades tempranas, supone, por tanto, iniciar el tratamiento antes y ahorrar mucho sufrimiento a quienes lo padecen durante años. Además, aunque es probable que persista en la edad adulta, si se trata desde la infancia, podría remitir una vez llegada la adolescencia y la edad adulta.
¿Qué es TOC y por qué se produce?
Aunque no se sabe con seguridad qué causa el TOC, cada vez hay más evidencias de que se produce por una combinación de factores biológicos -una alteración del equilibrio químico de la serotonina en el cerebro- y psicológicos, como acontecimientos traumáticos, por eso los niños que tienen algún antecedente familiar de TOC tienen más predisposición a padecerlo. Cuando el TOC tiene lugar, esta se traduce en pensamientos obsesivos y atemorizantes que les causan ansiedad y que provocan que su cerebro este en un estado de alarma constante y que lleve a las personas que las padecen a actuar de manera compulsiva en ciertos momentos, por ejemplo, a través de rituales. Esto les ayuda, momentáneamente, a aliviar la ansiedad que les provocan los pensamientos obsesivos.
¿Cómo se manifiesta el TCO en niños y adolescentes?
Tanto en los adultos como en los más jóvenes, el TOC se manifiesta en forma de obsesiones irracionales y compulsiones, pero algunos signos suelen ser distintos. Además, antes de diagnosticar a un niño con TOC, hay que tener en cuenta que en el desarrollo habitual de los niños aparecen signos que pueden confundirse con este trastorno. Por ejemplo, con dos o tres años es normal que quieran realizar todas las actividades a la misma hora, con 4 o 6 que experimenten muchos miedos nocturnos, que jueguen a no pisar las rayas de las baldosas, que cuenten objetos… un poco más tarde tienden a coleccionar objetos, entre los 7 y los 11 años pueden llegar a enfadarse mucho si no se siguen determinadas normas a rajatabla, etc. En la adolescencia, estas conductas suelen desaparecer, pero poder ser sustituidas por una preocupación obsesiva por cierta actividad, música o ídolo. Todas estas conductas son normales y forman parte de un desarrollo psicosocial normal.
La diferencia entre estas conductas de naturaleza ritual u obsesiva con los síntomas del trastorno obsesivo compulsivo es que las primeras no producen ansiedad o angustia extrema, algo que sí ocurre en los niños u adolescentes con trastorno obsesivo compulsivo. Además de que estos rituales llegan ser incapacitantes porque les dedican mucho tiempo y les provocan un gran sufrimiento, pueden llegan a interferir en su día a día y suelen causarles significativamente con su funcionamiento diario en la escuela y el resto de actividades vergüenza y culpa, lo que les lleva a ocultarse y aislarse, lo que dificulta su diagnóstico.
Estos son algunos de los signos de alarma que pueden hacernos pensar que estamos ante un TOC infantil o juvenil:
Si los padres notan algún tipo de comportamiento extraño en su hijo pueden hacerse algunas de las siguientes preguntas: ¿Tiene preocupaciones o pensamientos obsesivos sin motivo? ¿Comprueba las cosas una y otra vez? ¿Se lava mucho las manos? ¿Colecciona cosas extrañas que deberían tirarse? ¿Tiene un largo ritual antes de ir a la cama? ¿Repite rituales extraños o innecesarios?...
¿Cómo se trata el TOC en niños y adolescentes?
Un TOC no tratado puede dar lugar a varias comorbilidades, como ansiedad, depresión, anorexia o fobias, por eso es importante tratarlo pronto. El tratamiento debe ser multidisciplinar y debe ser una combinación de fármacos -como los inhibidores de la recaptación de la serotonina-, y psicoterapia, tanto para el menor como para la familia.
El tratamiento más eficaz para tratar a niños y adolescentes con TOC suele ser la combinación de fármacos con la terapia cognitivo-conductual, que incluye:
En niños pequeños, se necesita que los padres intervengan en las sesiones.
Según apunta la Sociedad Española de Pediatría Extrahospitalaria y Atención Primaria (SEPEAP), si el trastorno no es muy grave puede incluso tratarse desde atención primaria, y con el tratamiento anterior, lo más probable es que se note mejoría a las 8 o 12 semanas. De no ser así, el menor podría ser derivado a salud mental. Aunque el tratamiento funciones, las recaídas, sobre todo cuando se abandona el tratamiento farmacológico, son bastante frecuentes.