La displasia es una anomalía de la cadera que presentan algunos niños al nacer. Si no se corrige, puede producir cojera.
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Alrededor de cuatro de cada 1.000 recién nacidos padecen displasia de cadera, una afección que se produce cuando la cadera de los niños no se forma en el lugar correcto y la articulación de la cadera se disloca. Cuando esto ocurre, si la displasia no se corrige en los primeros meses, una pierna será más larga que otra y, en cuanto el niño ande, lo hará con cojera. A largo plazo, puede provocar más problemas en la articulación.
Detectarla y tratarla prematuramente permitirá a la gran mayoría de los niños llevar una vida normal.
¿En qué consiste la displasia de cadera?
La cadera de los recién nacido no está todavía desarrollada ni osificada, sino que está formada casi en su totalidad por cartílago. El desarrollo se completa en los meses siguientes a su nacimiento. En algunos casos, la cabeza del fémur, que debe encajar en la pelvis, está mal encajada al nacer, y la cadera se forma de manera incorrecta. Cuando esto ocurre, los médicos hablan de displasia evolutiva de cadera, que puede estar presente al nacer -lo más común- o desarrollarse posteriormente. Este término engloba, según afirma la Asociación Española de Pediatría, varios conceptos:
- Displasia. Cuando la cavidad de la pelvis que engloba al fémur no se forma adecuadamente.
- Luxación. El fémur está fuera de la cavidad de la cadera.
- Cadera inmadura. El fémur está en su sitio, pero tiene tendencia a salirse con algunos movimientos. Este problema se suele resolver solo.
Cuando hay una displasia de cadera y esta no se corrige, los bebés podrían presentar una pierna algo más larga que otra, una cadera menos flexible y al empezar a caminar, hacerlo con cojera, pero no será doloroso. En la adolescencia y la edad adulta, pueden presentarse otros problemas en la articulación, como osteoartritis o desgarro del labrum de la cadera. Con el tiempo, puede requerir la sustitución de la cadera por una prótesis.
Cómo se diagnostica y trata
Nada más nacer, y durante las revisiones posteriores de las primeras semanas, todos los bebés son examinados para observar algún signo de displasia de cadera. Para ello, se realizan las maniobras de Ortolani y Barlow, una serie de movimientos con las caderas en varias direcciones para comprobar que el fémur está en su sitio. Si hay sospecha de que puede haber displasia, se realizan pruebas de imagen adicionales, como resonancias con rayos X. También en el caso de que el niño tenga factores de riesgo, como haber nacido de nalgas o tener hermanos o antecedentes de displasia. La displasia también más común en los bebés de sexo femenino, en bebés grandes o en los primeros embarazos.
También se cree que algunas mochilas portabebés favorecen que aparezca la displasia de cadera, pero no hay pruebas de ello, al menos en las mochilas o pañuelos de porteo actuales. Lo que sí está probado que es perjudicial son los tacatacas. Por lo demás, hay poco que se pueda hacer para prevenirla, ya que en la gran mayoría de los casos la displasia es congénita.
En cuanto al tratamiento, este debe ser muy precoz para que sea efectivo. En algunas ocasiones, la luxación o la displasia se corrigen durante las primeras semanas de vida, pero si al cabo de seis semanas no es así, lo más probable es que el especialista aconseje un tratamiento ortopédico. Este tratamiento deberá empezar antes de los seis meses y consiste en poner al bebé una férula de abducción (arnés de Pavlik o Tubingen) que mantenga las piernas separadas todo el día. Este tratamiento suele ser muy efectivo y, tras unos tres meses, la cadera se posiciona correctamente.
De no ser así, o en caso de displasias muy graves o que se han diagnosticado más tarde, pueden hacer falta otros tratamientos, como una reducción cerrada con escayolado, que consiste en colocar la cadera del niño y ponerle una escayola para que no se mueva durante dos o cuatro meses. Si este tratamiento no funciona, o el niño supera los 18 meses y no ha sido tratado de la displasia antes, se puede proceder a la reducción abierta, una cirugía en la que se colocará la cadera mediante cirugía y también se procederá a inmovilizar la zona con yeso durante 6-12 semanas.
Si la displasia no se corrige y durante la adolescencia y la edad adulta sigue la displasia, es probable que haya que poner una prótesis. Por suerte, en la inmensa mayoría de los casos, una displasia localizada y tratada a tiempo no deja secuelas. Además, los niños tratados son sometidos a seguimiento médico hasta que llegan a la edad adulta para prevenir complicaciones.