FUENTE: La Razón
Un año después del inicio de la crisis del coronavirus parece que, poco a poco, algunas preguntas van encontrando respuesta. Si bien son muchas aún las cuestiones que quedan por contestar, en el caso de la lactancia materna parece que la evidencia científica confirma lo que, hasta ahora, los especialistas venían poniendo en práctica.
Tras unos comienzos, los primeros meses de la pandemia, en los que primó una estrategia conservadora en la que se desaconsejaba dar el pecho a las madres que habían dado positivo en SARS-CoV-2, ésta se modificó para no separar a madre e hijo, asumiendo los posibles riesgos que esta medida pudiera conllevar al carecer de datos fiables o evidencia científica que confirmaran dicha actuación.
«La llegada del virus nos pilló a todos en pañales. Las únicas publicaciones que había (muy pocas), venían de China y allí lo que hacían era cesáreas a las embarazadas y se separaba a la madre y al bebé que se mantenían en aislamiento 15 días y sin lactancia materna. En el primer documento que elaboramos seguimos ese consenso pero nos duró dos días porque no le veíamos sentido. Si los niños nacen bien no se les puede separar de la madre... nos rechinaba mucho –cuenta Belén Fernández Colomer, coordinadora de la Comisión de Infecciones de la Sociedad Española de Neonatología (Seneo)–. Así recomendamos la lactancia y el contacto piel con piel pero con estrictas medidas de higiene. Pero me quitó días de sueño porque, en realidad, no teníamos evidencia científica».
«Inicialmente, durante la primera mitad de la primera ola recomendamos la separación de la madre infectada del bebé y evitar la lactancia, pero como en mayo cambiamos el protocolo porque podíamos juntarlos porque estructuralmente nos era posible sin poner en riesgo al resto, y dar el pecho siempre y cuando se practiquen escrupulosamente el lavado de manos, de areolas y pezones y el uso de mascarilla. También está protocolizada la extracción de leche», corrobora Adelina Pellicer, jefa del Servicio de Neonatología del Hospital La Paz de Madrid.
La confirmación
Pues bien, esa confirmación ha llegado ahora de mano del estudio, publicado recientemente en la revista de la Sociedad Americana de Microbiología «mBio», según el cual, no sólo no es segura la lactancia en madres positivas sino que, este gesto, sería todo un regalo para los bebés, casi como una forma de vacunación natural frente a la Covid-19.
Así, los datos de este trabajo, no sólo no respaldan la transmisión maternoinfantil del SARS-CoV-2 a través de la leche, sino que la producida por madres infectadas es una fuente beneficiosa de anticuerpos IgA e IgG anti-SARS-CoV-2 y neutraliza la actividad del virus. Estos resultados respaldan las recomendaciones para continuar con la lactancia materna durante la enfermedad de la madre Covid-19 leve a moderada.
«Estudios anteriores que analizaron la presencia de SARS-CoV-2 han sugerido que la leche materna puede actuar como vehículo de trasmisión de madre a hijo. Sin embargo, la mayoría eran limitados porque siguieron sólo a unos pocos participantes, fueron transversales y/o no informaban como se recolectaba y/o analizaba la leche. Como tal, existía una incertidumbre considerable con respecto a si la leche materna era capaz de transmitir el coronavirus de madre a hijo. En este trabajo publicado en “mBio” analizaron las muestras repetidas de leche recolectada de 18 mujeres diagnosticadas de Covid-19 y confirmaron la ausencia de ARN del SARS-CoV-2, sin descartar la posibilidad de transmisión a través de la piel de la mamá», explica María del Mar Tomás, microbióloga del Hospital de La Coruña, investigadora del Inibic y portavoz de la Sociedad Española de Enfermedades Infecciosas y Microbiología Clínica (Seimc).
«La transmisión de anticuerpos a través de la leche materna y de la placenta es algo esperable. Se sabe desde hace años que esto sucede así, por lo que los resultados de este estudio cumplen con lo que conocemos de la respuesta inmune. La lactancia es muy importante en los dos primeros años de vida del niño mientras se va desarrollando su sistema inmune se complementa con lo que le transfiere la madre tanto desde la placenta como con la leche», asegura Carmen Martín, portavoz de la Sociedad Española de Inmunología (SEI).
Registro Seneo
Los resultados de este trabajo coinciden con los datos recopilados por la Seneo a través de su «Registro Nacional sobre la infección Covid-19 en Recién Nacidos y sus madres», creado con el objetivo de recopilar los datos que la infección produce en estos pacientes y en el que han participado 120 hospitales españoles tanto públicos como privados de todas las comunidades autónomas. «Necesitábamos datos y saberlo de primera mano con nuestras gestantes. Por eso hicimos un registro, para ver qué pasaba», asegura Fernández Colomer. En él las pacientes meten la información vía on line y, «a un año vista, y con datos de 2.248 mujeres, comprobamos que teníamos razón, y que la transmisión del virus es de menos del 1% de las madres a sus hijos, y no tenemos claro que se haya producido de forma vertical. De los 2.248 casos, sólo 21 fueron positivos y la mayoría no por contagio vertical (dentro del útero o en el momento de nacer). Como mucho ocho porque los otros son post natales. Y todos asintomáticos. La tasa de positividad es del 0,3% como mucho», continúa.
En cualquier caso lo que está claro es que los beneficios de la lactancia materna exceden con mucho a los, parece, improbables riesgos que conlleva. Y es que, además de anticuerpos, la leche materna de las madres infectadas podría transferir inmunidad natural de otras formas. Eso es, precisamente, lo que están investigando en La Paz, donde están a punto de publicar los resultados de un estudio que han puesto en marcha.
Estudio en La Paz
«Tenemos un trabajo, financiado por el Instituto de Salud Carlos III, en el que hemos incluido casi 40 gestantes con infección. Más del 50% con síntomas leves y algo menos de la mitad negativas. Es un estudio prospectivo, multicéntrico (en el que participan otros hospitales de Madrid) y el primer paper de los tres que tenemos previsto enviarlo la semana que vienen para su revisión para publicar», explica Adelina Pellicer quien, además nos adelanta los resultados del mismo: «En el trabajo de “mBio” se ha demostrado la presencia de inmunoglobulina en la leche materna. Esa sería un área de la defensa inmune. Nuestro estudio aborda otros aspectos de la inmunidad, otros factores del sistema inmune que se activan en las personas con SARS-CoV-2. El estudio compara la leche en madres infectadas con otras que no durante el primer mes de postparto. Y vemos que hay un perfil distintivo y que, además de inmunoglobulina presenta otros factores de protección significativos que actúan contra la fisiopatología de la enfermedad. También hemos encontrado factores de crecimiento (del sistema inmune) que hacen inducir la maduración de la barrera intestinal contra la infección en general, así como la presencia de citoquinas y chemoquinas, que aparecen en la sangre de los adultos cuando hay infección, y en la microbiota».
Por ello, concluye la jefa del Servicio de Neonatología del centro madrileño, «no sólo es segura la lactancia, sino que hemos encontrado en ella compuestos de inmunidad natural que se expresan en la leche materna que podrían mitigar la enfermedad en el lactante en caso de producirse». Ahora cabe preguntarse si podría usarse como medicamento, igual que se hace con el plasma de los enfermos. Aunque para esta pregunta aún no hay respuesta.