Estrenamos nueva sección en RRSS sobre la historia de las vacunas

Inauguramos una nueva sección en nuestras redes sociales: “Las vacunas salvan vidas”. En ella, relataremos brevemente la historia que hay detrás de vacunas que han sido claves para mejorar nuestra calidad y esperanza de vida. En este primer post viajaremos a los siglos XVIII y XIX para descubrir los orígenes de las vacunas de la viruela y la rabia. ¿Nos acompañáis?

La primera vacuna: frente a la viruela

Durante el siglo XVIII, la viruela se convirtió en la pandemia más mortífera que la humanidad había conocido, afectando a personas de diferentes clases sociales, edades o sexos. De hecho, solo en Europa se llevó más de 60 millones de vidas y aquellos que sobrevivían quedaban marcados de por vida.

Por aquel entonces, el médico británico Edward Jenner tenía la hipótesis de que una infección con la viruela de las vacas podía proteger a la persona frente a la infección de la viruela. Esta idea partió del hecho de que la viruela de las vacas era poco frecuente y leve y, sumado a que se podía producir una zoonosis (pasar una infección de animales a personas), existía una relación. Además, observó que las trabajadoras lecheras infectadas por la viruela que le habían transmitido las vacas desarrollaban unas pústulas en las manos que podían esparcirse a otras partes del cuerpo, pero después no desarrollaban la viruela humana.

El 14 de mayo del año 1796, Jenner aprovechó su oportunidad para probar su hipótesis inoculando a James Phipps, el hijo de ocho años de su jardinero, pus proveniente de una lesión de una mujer contagiada de la llamada vaccinia o viruela de las vacas. El niño, mostró síntomas leves, pero se mantuvo sano. Tras quedar Phipps inmunizado, Jenner se inoculó a sí mismo pus de un enfermo de la viruela humana sin desarrollar la enfermedad. De esta manera demostró que la “variolación” era una forma de protección frente al virus de la viruela -Variola virus-.

Con este descubrimiento, Edward Jenner revolucionó el mundo de la medicina y alcanzó la fama mundial. No era para menos, había inventado la vacuna frente a la viruela, lo que le hizo ser reconocido como el “padre de la inmunología”; además de ayudar a poner fin a encendidas polémicas sobre este medicamento.

Francisco Javier Balmis Berenguer, médico español, fue un gran defensor de Jenner y, tal fue su entusiasmo, que entre 1803 y 1806 realizó la primera misión humanitaria de la historia llevando la vacuna hasta otros continentes como América y Asia. Para llevar a cabo su hazaña, se llevó 22 niños infectados de la casa de huérfanos de La Coruña para inocular a las personas de otros lugares.

Casi dos siglos después, en 1979, la Organización Mundial de la Salud (OMS) declaró erradicada la viruela en todo el mundo. Un logro que hubiera sido imposible sin la vacunación.

 

Otro hito importante: la vacuna de la rabia

Louis Pasteur fue un matemático, físico y químico francés cuyos descubrimientos y estudios en las ciencias naturales tuvieron una gran relevancia. De hecho, fue pionero en el campo de la microbiología con una técnica que tomó su nombre: ‘la pasteurización’. Esta consiste en la eliminación de microorganismos al elevar la temperatura durante un corto periodo de tiempo.

Pasteur revolucionó el método de crear una vacuna a partir del propio patógeno causante de la enfermedad en las personas. Es decir que, en vez de seguir el método de Jenner en el que inoculaba un patógeno similar al que causaba la enfermedad, utilizó el propio virus de la rabia para crear la vacuna. Este descubrimiento tuvo lugar por casualidad, ya que dejó olvidado un cultivo de bacterias causantes del cólera aviar durante sus vacaciones y, cuando volvió, se lo inyectó a unos pollos. Al ver que estos habían desarrollado síntomas leves o no enfermaron en absoluto, se dio cuenta de que las bacterias se habían debilitado. Desde ese momento surgió el concepto de las vacunas atenuadas.

En 1884, Pasteur anunció que la Academia de Ciencias de Francia (Académie des sciences) había conseguido proteger a perros frente a la rabia mediante el uso de una vacuna atenuada producida por él. De hecho, sus experimentos probaron que el uso de virus atenuados podía prevenir la rabia en perros que habían sido infectados previamente.

Pasteur siguió realizando pruebas en animales, hasta que en 1885 tuvo la ocasión de realizar la primera inoculación en humanos. Sucedió cuando un niño, Joseph Meister, fue mordido por un perro infectado con la rabia. La vacuna era la única salvación para el joven y, tras inoculársela, sobrevivió.

Ese mismo año, en Nueva Jersey, cuatro niños corrieron la misma suerte que Joseph Meister y fueron mordidos por perros infectados. Debido a la fama de Pasteur, enviaron a los niños a Francia para que fueran tratados; gracias al largo periodo de incubación del virus de la rabia, los chicos tuvieron tiempo suficiente para recorrer miles de kilómetros y que se les inoculara la vacunación post exposición.

Tal fue el éxito de Pasteur que, en 1888 mediante fondos privados y apoyo internacional, se fundó el Instituto que lleva su nombre dedicado al estudio y prevención de las enfermedades infecciosas.

Actualmente, la OMS recomienda la inmunización frente a la rabia incluida en los calendarios de vacunación (profilaxis preexposición) y un recuerdo tras la exposición a una fuente potencialmente rábica. Sin embargo, en España, debido a que permanece libre de rabia en mamíferos terrestres desde 1978 (exceptos las ciudades de las comunidades autónomas del continente africano: Ceuta y Melilla), solamente se recomienda casi exclusivamente a niños y adolescentes que vayan a viajar a zonas de riesgo de rabia -países con sistemas deficientes de control higiénico y veterinario donde el virus puede circular-.

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