FUENTE: La Razón
La vacunación frente a la Covid-19 en nuestro país lleva un ritmo «peligrosamente» lento. De hecho, a pesar de que ya existen tres fórmulas aprobadas para su inoculación, apenas se han administrado cuatro millones de dosis y la cifra cae hasta poco más del millón cuando se trata del número de españoles que ha recibido ya la pauta completa. Ante esta tesitura, priorizar a los grupos de riesgo resulta esencial para evitar complicaciones graves en aquellas personas más vulnerables frente al SARS-CoV-2. Y es ahí donde la edad se ha convertido en el primer factor a tener en cuenta, aunque en algunos casos no resulta el elemento más determinante.
«Hay suficientes evidencias científicas que demuestran que la obesidad en pacientes jóvenes dispara el riesgo de sufrir un peor pronóstico de la Covid-19 e incluso de aumentar la mortalidad», asegura Francisco Tinahones, presidente de la Sociedad Española de Obesidad (Seedo), quien advierte de que «hay estudios que han confirmado que las personas con exceso de peso tienen un 46% más riesgo de contagiarse de coronavirus, un 113% más de hospitalización, un 78% más posibilidades de ingreso en UCI respecto a la población con normopeso, y el peligro de mortalidad asciende hasta un 48%. Y esta cifra resulta incluso superior cuando baja la edad, ya que la obesidad más extrema, es decir, con un índice de masa corporal por encima de 40, en pacientes menores de 50 años que presentan Covid-19 multiplica por 15 el riesgo de tener una mala evolución de la enfermedad, por eso resulta esencial que estos jóvenes sean considerados prioritarios en la actualización del plan de vacunación. Es lógico que los ancianos vayan primero, pero cuando se trata de población general, hay que tener en cuenta estos números».
Tal y como asegura Amós García Rojas, presidente de la Sociedad Española de Vacunología, «las personas con obesidad mórbida están consideradas como uno de los grupos diana sensibles a recibir la vacuna en el contexto de los grandes dependientes y en ese escenario sí se está vacunando a este colectivo». Sin embargo, cuando se trata de población general y menores de 55 años, por ejemplo en grupos como policías o profesores que ya están recibiendo su primera dosis, «no se está dando prioridad a aquellos con un mayor ICM, lo que puede ser un grave error dado el conocimiento que ya poseemos», lamenta Tinahones.
Esta misma recomendación también la defiende Juana Carretero, vicepresidenta primera de la Sociedad Española de Medicina Interna (SEMI), quien argumenta que «se ha demostrado que el virus tiene una especial afinidad por algún tipo de células de estos pacientes y es, digamos, más fácil que penetre y produzca una enfermedad grave. Es conocido el peor curso clínico de los individuos con obesidad en cualquier infección y especialmente en ésta».
Según detalla la doctora Carretero, entre los posibles mecanismos que explicarían la gravedad de la Covid-19 en personas con exceso de grasa «se encuentran alteraciones en la inmunidad tanto humoral como celular, alteraciones en la capacidad pulmonar y mayor riesgo de enfermedades tromboembólicas; así como la presencia de enfermedad cardiovascular previa a la infección, de aparición más precoz en individuos con más peso». Por todo ello, Manuel Landecho, especialista en Medicina Interna de la Clínica Universidad de Navarra, también es partidario de que «comparando a personas de la misma edad, sí resulta razonable que se vacunen antes a aquellas que presentan problemas de obesidad».
Vacunas menos eficaces
Ahora bien, cuando esa vacuna se inocula, parece que la obesidad juega, de nuevo, en contra del organismo, ya que un grupo de científicos italianos ha descubierto esta semana que la eficacia de la vacuna contra la Covid-19 desarrollada por Pfizer y BioNTech resulta menor en las personas con obesidad, según se confirma en un estudio publicado en medRxiv que todavía tiene que ser revisada por pares. «Esta hipótesis parte de que ya conocemos que el exceso de grasa corporal se asocia a una peor protección con determinadas vacunas, como ocurre con la gripe. No hay una explicación clara que lo justifique, pero parece que la inflamación subyacente en la obesidad altera el sistema inmune y es capaz de modificar la respuesta inmunológica», explica Tinahones. Sin embargo, «para plantear que una vacuna resulta menos eficaz en pacientes obesos esta idea debe estar claramente evidenciada en la literatura científica y en estos momentos eso no sucede con la inoculación de la Covid-19», advierte el presidente de la Sociedad Española de Vacunología, quien resta importancia a este estudio.
Según los investigadores, la solución para conseguir una respuesta inmune mayor «sería recurrir a una tercera dosis o a dosis más altas en estos casos». Pero Carretero insiste en que «si, como se ha postulado, existe una respuesta inmune alterada que haga que las personas con obesidad tengan una menor capacidad para generar IgG tras la vacunación o bien que la duración de estos anticuerpos sea menor, habrá que esperar para verlo cuando la proporción de personas inoculadas sea mayor. Hasta ahora, en los ensayos clínicos publicados con vacunas, la proporción de individuos con obesidad era muy pequeña, por ejemplo, menor del 3% en la de Oxford, mientras que datos publicados con la vacuna de Moderna reflejan una eficacia superior al 91% para personas con IMC mayor de 40».
Mayor carga viral
Al reto de la vacunación prioritaria se suma, además, el hecho de que los individuos con un elevado índice de masa corporal pueden convertirse en supercontagiadores del virus. En concreto, un equipo de investigadores internacionales ha descubierto que las personas de mayor edad y con obesidad tienen más capacidad de transmitir el nuevo coronavirus y, por tanto, provocar mayores consecuencias. «Los datos publicados a este respecto son confusos y muy escasos. La mayor parte de la evidencia se basa en resultados de otras infecciones, como la gripe», asegura Carretero, quien hace hincapié en que «pequeños estudios en pacientes en UCI han descrito mayor persistencia del SARS-CoV-2 en secreciones de los pacientes con obesidad».
Lo que está claro es que el peso de la obesidad no puede obviarse frente a la Covid-19, sobre todo porque se trata de una enfermedad crónica que ya afecta al 21,6% de las personas de edad adulta en nuestro país, cifra que asciende hasta el 39,3% de los españoles cuando hablamos de sobrepeso, según los datos de la Sociedad Española de Endocrinología y Nutrición (SEEN), desde donde se advierte de que «la obesidad reducirá la esperanza de vida en tres años para el 2050. «Estamos ante una enfermedad porque además de acortar, empeora la calidad de vida e implica un importante coste sanitario al aumentar el riesgo de patologías cardiovasculares, hipertensión arterial, diabetes, artrosis, cáncer y muchas otras», recuerda Landecho.