FUENTE: La Razón
Los probióticos son bacterias vivas que, ingeridos en la cantidad adecuada, son beneficiosas para nuestra salud. La Organización Mundial de la Salud (OMS) los define como los “microorganismos vivos que residen en el cuerpo con el propósito de equilibrar o controlar todas las funciones en la flora intestinal”.
Así, la World Gastroenterology Organization (WGO) explica que las especies de Lactobacillus (lactobacilos) y Bifidobacterium son las más utilizadas como probióticos, pero también se utiliza la levadura Saccharomyces boulardii y algunas de las especies E. coli y Bacillus.
“Las bacterias ácido lácticas, como la especie Lactobacillus, que han sido utilizadas para la conservación de alimentos por fermentación durante miles de años, pueden actuar como agentes fermentadores de alimentos y, además, son potencialmente beneficiosos para la salud. Estrictamente hablando, sin embargo, el término ‘probiótico’ debería reservarse para los microbios vivos que han demostrado ser beneficiosos para la salud en estudios controlados en humanos”, afirma la entidad.
En este sentido, la doctora Carmen Pingarrón Santofimia, jefa de Equipo de Ginecología y Obstetricia del Hospital Quirónsalud San José (Madrid), relata cómo los probióticos influyen en la salud de la mujer, “ya que protegen de diversas infecciones vaginales y urinarias, facilitan la curación, y evitan la recurrencia de dichas infecciones”.
Y es que, según reconoce la experta, la causa más frecuente de estas infecciones es el desequilibrio que se produce en la flora bacteriana de las zonas afectadas (vagina, uretra y vejiga).
Según datos de la Sociedad Española de Enfermedades Infecciosas y Microbiología Clínica (SEIMC), las infecciones del tracto urinario (ITU) constituyen una de las patologías infecciosas “más frecuentes” tanto en la comunidad como en el ámbito hospitalario y pueden tener múltiples causas, y es que, según recoge 3 de cada 10 mujeres españolas tiene una infección de orina al año, y de estas, el 32% había presentado más de dos episodios. Entre sus síntomas, la doctora Pingarrón apunta al dolor o ardor al orinar, aumento de la frecuencia pero con poca cantidad e incluso sangrado al orinar.
Infección vaginal, al menos una vez en la vida
Mientras, en el caso de las infecciones vaginales, la ginecóloga reseña que se trata de un problema muy frecuente, que afecta a un 75% de mujeres al menos una vez en la vida. Éstas generalmente causan una secreción vaginal que se diferencia del flujo normal porque suele ir acompañada de prurito, enrojecimiento y a veces quemazón o incluso de dolor en la zona genital, según puntualiza.
Con ello, considera que mantener una microbiota vaginal sana es importante como preventivo de infecciones vaginales (como la candidiasis o la gardnerella), y también de infecciones urinarias.
Defiende que pueden ser muy útiles concretamente los probióticos lactobacilos, de los que antes hemos hablado ya que son, según sostiene, los que deben predominar si queremos tener una flora vaginal equilibrada y saludable.
“Deben ocupar al menos el 70% de toda la microbiota. Nos defienden de las infecciones por varios mecanismos: se adhieren a las células de las paredes vaginales impidiendo que los patógenos ocupen estos lugares. También producen ácido láctico, consumiendo el glucógeno, que sería también alimento para los patógenos. A su vez son capaces de generar bacteriocinas y sustancias como el peróxido de hidrógeno, que contribuyen a la aniquilación de dichos gérmenes”, explica la jefa de Equipo de Ginecología y Obstetricia del Hospital Quirónsalud San José.
Según recuerda, un gran porcentaje de las infecciones se producen por gérmenes que provienen del aparato digestivo, como el E. colli, proteus y klebsiella: “Para que dichos gérmenes lleguen a la vejiga tienen que atravesar la vagina. Por tanto, si la microbiota vaginal es la adecuada y hay suficientes lactobacilos, estos se encargarán de que no progresen hacia la vejiga”.
Dónde se encuentran los probióticos
La vía oral es la principal elección para tomarlos, ya que de esta manera se crea un reservorio intestinal que por proximidad colonizará la vagina, aportando así, por vía ascendente, desde el recto la migración de lactobacilos a la vagina, según detalla. Se encuentran principalmente en alimentos ricos en bacterias como el yogur, el kéfir, y otros productos lácteos, así como en alimentos fermentados como el chucrut o la kombucha.
Por todo esto es importante que se complementen los tratamientos, tanto de infecciones vaginales -tipo candidiasis o vaginosis-, como de infecciones urinarias, con un aporte de probióticos de al menos entre 1 y 3 meses para facilitar la curación y evitar las recurrencias de dichas infecciones, aprecia la ginecóloga de Quirónsalud San José.
Ante la detección de cualquiera de estos síntomas, la doctora Carmen Pingarrón Santofimia recomienda consultarlo con un centro sanitario, hoy en día lugares seguros pese a la pandemia, puesto que han diseñado circuitos libres del virus.
Precisamente, el Hospital Quirónsalud San José donde trabaja la doctora cuenta con el sello ‘Applus+ Protocolo Seguro frente a la COVID-19’, que certifica su cumplimiento de los estándares más exigentes de desinfección en esta pandemia.