FUENTE: EFE Salud
Con la llegada de la primavera lo hace la alergia al polen. Este año, de nuevo será todo distinto a las primaveras que recordamos y vivimos antes de la pandemia.
Si el año pasado vivimos la primavera desde casa, al menos ahora podemos salir a la calle, adoptando todas las precauciones, por supuesto.
La doctora Cristina Ortega Casanueva, coordinadora de la Unidad de Alergia y Neumología infantil del Hospital Quirónsalud San José (Madrid),refiere que lo primero que debemos tener en cuenta en estas fechas es identificar los síntomas que el niño presenta para diferenciar si se trata de un resfriado común, COVID-19 o rinoconjuntivitis alérgica.
“Si presenta congestión nasal, picor de nariz, estornudos en salva (repetidos), mucosidad transparente, picor de ojos, ojos rojos, picor en el paladar, en la garganta o incluso en los oídos durante varios días o semanas, probablemente se trate de una rinitis/rinoconjuntivitis alérgica. Si además se asocia tos, dificultad respiratoria y/o opresión torácica, puede que estemos ante un asma alérgico.
La enfermedad por coronavirus puede presentarse como tos seca, dolor de garganta, de pecho y/o dificultad respiratoria.
Para descartar alergia y pensar en un cuadro infeccioso, la aparición de fiebre puede orientarnos. La alergia no implica la presencia de fiebre.
En el caso de un resfriado sí podemos presentar febrícula o alguna décima de fiebre (37,5ºC – 38ºC) mientras que con la infección por coronavirus, ésta puede superar los 38 ºC.
En el resfriado, la mucosidad suele ser más amarillenta o incluso verdosa, y el picor nasal más leve.
Hay síntomas que son “muy inespecíficos” pero que parecen estar asociados a la infección por coronavirus: el dolor abdominal, la diarrea o el dolor muscular, que no se presentan en una alergia. “En el caso del resfriado sí es posible asociar cierto dolor muscular”, precisa.
Además, la especialista pide tener en cuenta la duración del cuadro a la hora de determinar de qué enfermedad se trata: “El resfriado no suele durar más de 15 días, pero con la alergia se presentan síntomas persistentes y más prolongados en el tiempo”.
No obstante, para quienes tengan dudas sobre si los síntomas que presenta el niño son por alergia o si se trata de un catarro o de una infección por coronavirus, la doctora insiste en que que lo más importante es consultarlo con el pediatra, sin temor a acudir a los centros sanitarios, puesto que son instalaciones seguras frente al contagio, al haber diseñado circuitos libres del virus.
El Hospital Quirónsalud San José cuenta con la certificación ‘Applus+ Protocolo Seguro frente a la COVID-19’, que acredita su cumplimiento de los estándares más exigentes de desinfección en esta pandemia.
Mejor emplear mascarillas FFP2
Así, y si ya tenemos claro que se trata de un cuadro alérgico, la doctora Ortega Casanueva comenta que en esta temporada podremos notar sus síntomas a pesar del uso de la mascarilla: “Muchos padres en la consulta me preguntan si hay algún tipo de mascarilla más adecuado que otro, y la respuesta es que los niños con alergia al polen deberían usar mascarillas FFP2, tal y como recomienda la Sociedad Española de Inmunología Clínica, Alergología y Asma Pediátrica (SEICAP)”.
¿El motivo? Según argumenta la experta de Quirónsalud San José, las mascarillas homologadas FFP2 filtran las partículas suspendidas en el aire de manera más eficaz que las quirúrgicas y se ajustan mejor a la cara.
Eso sí, subraya que desde SEICAP se aconseja evitar el uso de mascarillas con válvula respiratoria, ya que son “una ventana para la diseminación de virus, a pesar de ser más cómodas para el niño”.
Respecto a las mascarillas quirúrgicas, aunque también filtran partículas, la pediatra alergóloga sostiene que quedan menos ajustadas y dejan más hueco por el que podría pasar el polen.
¿Solo hay polen en primavera?
En este contexto, la doctora Ortega Casanueva recuerda que la estación del año en la que la mayor parte de las plantas liberan el polen es la primavera, pero pólenes puede haber durante todo el año.
Caada planta tiene su propia época de polinización (liberación de polen). “Por eso es importante que los padres estén atentos en qué momento del año el niño presenta los síntomas. Con esa información y las pruebas cutáneas especificas a pólenes e inhalantes, el pediatra alergólogo hará un diagnóstico certero” refiere.
Es más, resalta que son muchos los padres que en la consulta señalan que el niño mejora o empeora en función de si salen de excursión a la montaña o al campo, o incluso, que sus síntomas varían según la región donde se encuentren: “La explicación es que cada zona geográfica tiene una vegetación característica. Hay plantas que están en todas partes pero hay otras que sólo crecen en zonas con un clima concreto”.
La especialista en alergología y pediatría añade que en las zonas costeras los síntomas por alergia al polen suelen ser de menor intensidad pero más duraderos, mientras que en las zonas de interior son más severos, pero más cortos.
“Por otro lado, los años en los que llueve mucho durante otoño e invierno se pronostica una primavera con más polen ya que hay más agua subterránea, de forma que las plantas se desarrollan más y sueltan más polen. En cambio, cuando llueve en primavera, hay menos polen ambiental, ya que el agua lo elimina o ‘limpia’ del aire. En días secos y con sol, la concentración de polen aumenta y se suelen tener más síntomas”, agrega la doctora Ortega Casanueva.
Así, y aunque es prácticamente imposible evitar el contacto total con el polen, la coordinadora de la Unidad de Alergia y Neumología infantil del Hospital Quirónsalud San José recomienda tener en cuenta las siguientes medidas generales: