FUENTE: ABC
Las infecciones del tracto urinario inferior representan uno de los problemas urológicos más frecuentes, especialmente en la mujer, porque su anatomía así lo favorece. Las bacterias del tubo digestivo que ayudan de forma natural en los procesos de la digestión pasan al tracto urinario, y el primer órgano con el que se encuentran es con la vejiga, por eso la infección de orina más común es la que pueden afectar a la vejiga, llamada ‘cistitis’.
«Pero también pueden subir a las zonas más altas ocasionando una ‘pielonefritis’, una situación más grave, que afecta al tracto urinario superior, en concreto al riñón», según avanza la doctora Carmen González Enguita, jefa del Servicio corporativo de Urología de los hospitales universitarios Fundación Jiménez Díaz (Madrid), Rey Juan Carlos (Móstoles), Infanta Elena (Valdemoro) y General de Villalba, todos ellos pertenecientes a la red sanitaria pública de la Comunidad de Madrid.
La cistitis se pone de manifiesto con diversas molestias en el bajo vientre y, sobre todo, durante la micción, según concreta. No cursa con fiebre, si bien en ocasiones la mujer presenta sensación distérmica y, por tanto, puede detectarse alguna décima de temperatura. También es bastante habitual que curse con orina sonrosada, por existir sangre en la orina (hematuria).
El frío es muy negativo, y así muchas mujeres lo relacionan con haber mantenido el bañador mojado mucho tiempo, nadar en aguas muy frías, hacer submarinismo o trabajar en ambientes de bajas temperaturas (cámaras frigoríficas, congeladores…)
«La mujer que lo ha tenido, lo sabe. Comienza con escozor al orinar, sensación de aumento de frecuencia miccional, desazón y ardor a nivel de genitales, de la uretra, así como dolor en la zona baja del abdomen, y en ocasiones incluso dolor lumbar y febrícula. La mujer se asusta cuando ve sangre en la orina, pero no debe hacerlo ya que no es raro que la infección se acompañe de este síntoma», explica la especialista.
Por tanto, junto a las molestias en la zona baja del abdomen, la micción es muy frecuente, urgente, de escasas gotas, dolorosa y ardiente como una quemazón o agujas punzantes, agrega la especialista, quien aconseja consultarlo con un especialista ante los primeros síntomas. No hay que tener miedo en acudir a la consulta de un centro de salud para ello, pensando en el posible riego de contagio por la Covid-19, puesto que los centros sanitarios han diseñado circuitos libres del virus.
La doctora González Enguita subraya que otra de las características de la infección de orina es que la acción de orinar, como acción buscada por la mujer que lo sufre, no alivia.
La sensación de malestar al miccionar o destemplanza por la distermia que sufre la paciente durante estos días produce sensación de enfermedad y le impide seguir con el ritmo de vida habitual.
«No es raro que nos impida hacer vida normal, que vayamos a trabajar con una sensación de tremendo disconfort, que impide hacer las tareas habituales», apostilla.
Además, la uróloga llama la atención sobre uno de los principales problemas que aparecen a la hora del tratamiento y es que, en muchas ocasiones, se toman antibióticos sin haber realizado un cultivo de orina previo, práctica obligada en los casos de episodios de infección urinaria repetida y recurrente.
En las relaciones sexuales lo mejor es prevenir. La vejiga debe estar vacía tanto antes como después de la relación sexual
Las infecciones de orina, según resalta, están muy relacionadas con la vida sexual, por lo que recuerda que es recomendable tener una vida sexual sana, y conocer que ciertos hábitos higiénico dietéticos disminuirán, en alguna medida, la probabilidad de que las bacterias que hayan podido llegar a la vejiga provoquen una infección.
La vejiga debe estar vacía tanto antes como después de la relación sexual. Se debe beber siempre 1,5-2 litros de agua al día, a la vez que mantener una buena dinámica miccional (micciones cada 2-3 horas, intentando vaciar completamente vejiga).
Con el comienzo de la vida sexual recuerda que es muy característico que muchas mujeres sufran la denominada «pielonefritis de la noche de bodas o de la luna de miel», provocada por esa inflamación mantenida de la vejiga, que favorece que las bacterias suban por el uréter y alcancen el riñón.
«En ese caso, el cuadro es mucho más serio. La infección urinaria cursa con fiebre, postración general, dolor renal, alteraciones analíticas, entre otros síntomas y signos. Requiere de un diagnóstico preciso y de una atención centrada en antibióticos de amplio espectro«», agrega.
Para prevenir la infección urinaria, Carmen González Enguita mantiene que son clave los hábitos de vida saludables en cuanto a la vida sexual antes mencionados, así como la ingesta de agua y la frecuencia miccional, además de no tomar antibióticos sin un cultivo de orina previo, obligado en los casos de infección urinaria recurrente.
Adicionalmente, algunos complementos/suplementos alimenticios-nutricionales, compuestos por diversos productos como las proantocianidinas (PAC) del arándano rojo americano, la D-Manosa, ciertas vitaminas, inmunoglobuinas, minerales, y las tan recomendadas vacunas antibacterianas pueden ayudar a evitarlas, según reconoce.
«El beber poca agua y orinar pocas veces durante el día, es decir, tener las micciones de manera muy distanciada entre una y otra vez, son hábitos que se suelen asociar con la probabilidad de tener cistitis», alerta esta uróloga. Además, sostiene que hay que saber que hay otras circunstancias que favorecen la entrada y llegada de bacterias a la vejiga:
«La anatomía femenina del suelo pélvico lo facilita. La zona anal, vaginal y uretral están en el mismo territorio. El coito y el masaje uretral ante una uretra corta, como es la femenina (3-4 cm), hacen que las bacterias entren con facilidad a la vejiga», sentencia la especialista, quien recuerda que los hombres también padecen infecciones urinarias porque las bacterias también pueden alcanzar su tracto urinario, aunque en éstos el órgano que se afecta es la próstata y el testículo, sufriendo prostatitis y orquitis.