Por algo le dicen la enfermedad 'silenciosa'. Ojo que 14/9 ya significa problemas

FUENTE: Las Provincias

La hipertensión no duele. Y eso la hace todavía más peligrosa. Uno de cada cuatro hombres y una de cada cinco mujeres son hipertensos, pero solo el 20% de los afectados está controlado. Los datos son la de Organización Mundial de la Salud (OMS), que advierte de que esta es una enfermedad que «mata silenciosamente». «Cuando te rompes un brazo te duele, cuando tienes gripe hay fiebre, pero la tensión alta no asusta porque, como la persona se encuentra normalmente bien... ¿Cómo convencerle entonces para que se trate?», plantea Judit Soto, médica y divulgadora médico-científica y autora del libro 'Salud con razón' (ed. Paidós). Trabaja como médica residente en el Hospital Parc Tauli de Sabadell y destaca la importancia de tomar la tensión en esa visita inicial. «Un chico de treinta y pocos vino con una rojez alrededor de la pupila y descubrimos que era la tensión alta lo que había provocado la rotura de esas pequeñas arterias. Otra mujer se quejaba de constante mucosidad, pero las pruebas de la alergia habían salido negativas. Resulta que la hipertensión provoca la inflamación de la mucosa nasal y provoca la secrección de una mucosidad acuosa».

Para quienes crean que estos casos son excepciones, un dato: «Dos de cada tres españoles mayores de 60 años tienen la tensión alta, son tanta gente como personas con ojos marrones hay en el país», recurre la doctora Soto a la llamativa comparación, a ver si cala el mensaje. «La mayoría de las personas hipertensas ignoran que lo son», insisten desde la Organización Mundial de la Salud.

Y eso que la 'dificultad' en su diagnóstico no es tal: se puede medir en casa, repitiendo dos veces la prueba. Una rutina que deberíamos incorporar «al menos una vez al año a partir de los 40, ya que es la edad a la que es más frecuente su aparición, y, en el caso de las mujeres, tras la menopausia», recomienda José Luis Palma, vicepresidente de la Fundación Española del Corazón. Aquí, una guía preventiva.

LÍMITES

    Presión arterial ideal
    igual o inferior a 120/80 mmHg, señakan desde la Fundación Española del Corazón.
    Presión arterial normal:
    igual o inferior a 135/85 mmHg.
    Presión Arterial normal alta:
    136-139/86-89 mmHg.
    Hipertensión grado I:
    igual o superior a 140/90 mmHg
    Hipertensión grado II:
    igual o superior a 160/100 mmHg.
    Hipertensión grado III o severa:
    igual o superior a 180/110 mmHg.

1. ¿Qué es la hipertensión? A cuánto deben estar 'la alta' y la 'baja'

«El corazón ejerce presión sobre las arterias para que estas conduzcan la sangre hacia los diferentes órganos del cuerpo humano. Esta acción es lo que se conoce como presión arterial», explican en la Fundación Española del Corazón. Cuando esta es demasiado elevada, se considera hipertensión. Se mide con dos cifras: la tensión sistólica, que se obtiene en cada contracción del corazón, y la diastólica, que representa la presión ejercida sobre los vasos cuando el corazón se relaja entre un latido y otro. Es lo que llamamos, en el lenguaje de la calle, 'la alta' y 'la baja'. No hay una 'combinación' ideal, pero José Luis Palma considera que 110-70 mmHg (normalmente se le quita el cero final, es decir, 11/7) está bien para un adulto, «aunque es difícil de conseguir, especialmente en mayores», advierte . Y fija un «tope» por arriba y por abajo: 140-90. Eso ya significa problemas.

2. ¿Cómo afectaa los órganos? Cerebro, hígado, corazón, vista...

Estos problemas de los que alerta el especialista pueden ser muchos y muy graves. «El exceso de presión puede endurecer las arterias, con lo que se reducirá el flujo de sangre y oxígeno que llega al corazón. Lo que puede causar angina de pecho; infarto de miocardio, que se produce cuando se obstruye el flujo de sangre que llega al corazón y las células del músculo cardiaco mueren debido a la falta de oxígeno; e insuficiencia cardiaca, porque el corazón no puede bombear suficiente sangre y oxígeno a otros órganos vitales», señalan desde la OMS. Además, «si se tapona una arteria cerebral, se sufre un ictus», alerta la doctora Judit Soto. Y las afecciones al riñón, prosiguen desde la Fundación Española del Corazón, «pueden desembocar en una insuficiencia renal que incluso requiera diálisis». Más consecuencias: «Si afecta a las arterias de las piernas, causa dolor al caminar; si daña las arterias de la retina, provoca alteraciones en la visión, y en los hombres puede ser causa de impotencia».

3. Cuidado, porque no avisa. ¿Tiene cefaleas matutinas y hemorragias nasales?

«El 70% de la población adulta nunca se ha tomado la tensión», alerta Judit Soto. Generalmente la enfermedad se presenta asintomática y, cuando aparecen los síntomas, «suele ser tarde y el daño es ya muy grave». La sintomatología más habitual se traduce en «cefaleas matutinas, hemorragias nasales, ritmo cardiaco irregular, alteraciones visuales y acúfenos», enumeran en la página web de la OMS. Además, la hipertensión grave puede provocar «fatiga, náuseas, vómitos, confusión, ansiedad, dolor torácico y temblores musculares».

4. Prevención en siete pasos

Reducir la sal

La medida de la sal es una cucharadita al día. Pequeña, de té (algo menos de 5 gramos, y menos en el caso de las personas hipertensas: tres cuartos de cucharadita). Es el tope recomendado por la OMS, pero consumimos el doble.

Dejar de fumar

«Tanto la presión arterial como la frecuencia cardiaca se incrementan con el tabaco. Por eso, dejar de fumar es clave», advierten en la Fundación Española del Corazón.

Cero alcohol

«El alcohol afecta a los músculos de las arterias, los tensa y nos sube la presión. Incluso la famosa copita de vino al día es perjudicial», recuerda la doctora Soto. La Fundación Española del Corazón marca el tope: «Menos de 30 g de alcohol diarios en el caso de los hombres y 20 g para las mujeres».

Bajar de peso

«Cuanto más pesamos, más presión debe darle el corazón a la sangre, porque tiene muchas células a las que llegar. Por cada cinco kilos perdidos se reduce hasta en 5 mmHg la presión sistólica y entre 3 y 4 mmHg la diastólica. Parece poco, pero perder diez kilos puede tener más efecto que muchos fármacos», asegura Judit Soto.

Hacer ejercicio

La OMS recomienda caminar 7 kilómetros al día como norma general, aunque el ejercicio que mejor funciona en este caso «es el ejercicio de fuerza tipo isométrico: mantener la tensión del músculo en una posición estacionaria (planchas, sentadilla sostenida contra la pared). Numerosos estudios demuestran que puede bajar hasta 10,9mmHg la sistólica (alta) y 6,2mmHg la diastólica (baja) si se hacen tres sesiones o más a la semana», indica la especialista. Para quien no se atreva con esto, caminar, correr, nadar o andar en bici media hora al día a una intensidad «moderada-alta» repercute en un descenso de «hasta 3,5 y 2,5 mmHg».

El estrés, a raya

«Mantenido en el tiempo, el estrés libera adrenalina, cortisol y otras sustancias que aumentan la presión arterial al tensar el músculo de las arterias y aumentan la frecuencia cardiaca». El yoga ayuda.

Alimentos que ayudan

La Fundación Española del Corazón ha elaborado una suerte de 'cesta de la compra' para ayudar a regular la presión arterial. Frutos rojos (arándanos, frambuesas y fresas), plátano, limón, cereales integrales (avena, centeno, trigo integral...), ajo, remolacha, patatas, mero, espinacas, soja y yogur natural, alcachofa, lácteos desnatados y chocolate negro con un porcentaje de cacao de entre el 50% y el 70 (rico en flavonoides, compuestos naturales que dilatan los vasos sanguíneos).

En esa cesta de la compra para mantener una buena salud arterial no deberían colarse los siguientes productos: sal, dulces, carnes rojas, mantequilla ni margarina, encurtidos, ahumados y conservas, fritos, embutidos y lácteos enteros.

¿Qué tienen el plátano y la remolacha que no tengan otros?

«Deberíamos reducir la sal y aumentar la ingesta de alimentos ricos en potasio. Está probado que ayuda a reducir la presión arterial, nos protege del daño que causa la hipertensión y evita que desarrollemos enfermedades cardiovasculares», explica la doctora Judit Soto. Para que nos hagamos una idea de cómo de descompensada tenemos la balanza entre la sal y el potasio, advierte: «En general, la dieta actual nos hace tomar seis veces más sal de la que deberíamos y cuatro veces menos del minimo de potasio». Este último es un «aliado porque ayuda a eliminar el sodio a traves de la orina, disminuyendo así la presión arterial». En el 'top ten' de alimentos especialmente altos en potasio, los siguientes: plátano, patata y boniato, pistachos, tomate, aguacate, soja, garbanzos, cacao, champiñones y canónigos.

Ya sabemos qué tiene el plátano que no tengan otros... ¿Y la remolacha? En su caso, la 'virtud' es que nos aporta óxido nítrico, «que relaja los vasos sanguíneos y los dilata, lo que contribuye a mejorar la circulación y a disminuir la presión arterial», señalan en la Fundación Española del Corazón. Un estudio de la British Heart Foundation, su homóloga británica, evidenció que tomar un vaso de zumo de remolacha durante dos semanas rebajaba 7,7 mmHg de media la 'alta' y 5,2 la 'baja'. Otros alimentos interesantes por su concentración de nitratos son las verduras de hoja verde: rúcula, acelgas, espinacas...

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