FUENTE: Diario Médico
Ahora que la vacunación contra la covid-19 parece estar cogiendo buen ritmo con 27.210.560 dosis distribuidas –según datos del 15 de mayo de 2021–; 24.876.302 dosis administradas; el 36,12% de la población vacunada y el 17,58% con la pauta completa, quedan lagunas por acabar de definir en el plan nacional pero habría que empezar ya en el Consejo Interterritorial a hacer un ejercicio de prospectiva más allá del objetivo de la presidencia del Gobierno: el 70% de la población vacunada a finales de agosto. Ese es el mismo porcentaje, por cierto, que el que se ha fijado la Unión Europea, pero no la misma fecha, puesto que el vicepresidente de la Comisión Europea, Margaritis Schinas, ha dicho que el 70% de la población estará vacunada frente al nuevo coronavirus para el próximo 14 de julio.
Sea como fuere, y a falta de saber con algo de certeza cómo evolucionarán el SARS-CoV-2 (posibles variantes) y su circulación, habría que empezar a definir ya el posible proceso de revacunación e, incluso, el cómo habría que abordar un escenario de pandemia estacional anual similar al de la gripe.
Esto puede sorprender, y más en un momento en el que el optimismo se está apoderando de España con la mejora de los datos de la pandemia y la progresiva reducción de las restricciones, pero no se puede bajar la guardia sobre lo que pueda suceder a corto, medio y largo plazo con una emergencia sanitaria del calibre de esta.
Desde los laboratorios
La industria farmacéutica ya trabaja con la posibilidad de la dosis de refuerzo e incluso con la de una inmunización poblacional anual, mientras vigila de cerca la eficacia de las vacunas que ya están en el mercado frente a las nuevas variantes que se van registrando del SARS-CoV-2.
Tal es así que algunos laboratorios con potenciales vacunas contra la covid-19 en desarrollo preclínico e incluso clínico tienen puestos los ojos directamente en eso: competir en el mercado mundial de la revacunación y la vacunación anual. Se llevarán la palma, parece, las vacunas con las plataformas más versátiles. Ahí también cuenta este otro aspecto: la caducidad de la inmunización natural y la inducida por las vacunas.
Todo eso, y mucho más, hay que empezar a ponerlo negro sobre blanco en el plan nacional. E incluir una distribución de las vacunas en un escenario más normalizado en el que estas sustancias inmunizantes para prevenir la covid-19 dejen de ser tan escasas, con una previsible mayor competencia en el mercado internacional y una producción masiva, en muchos más países.
Ahí podrían entrar en juego las oficinas de farmacia: vacunación y también venta directa de las vacunas, en paralelo a las que administre de manera gratuita el Sistema Nacional de Salud. Reino Unido, Irlanda y Francia se han apoyado ya en sus redes de farmacias en esta pandemia mucho más de lo que hasta ahora lo ha hecho España, que es algo que habría que revisar sin más dilación.
En el Reino Unido, como medida para acelerar el proceso de vacunación poblacional, desde enero las farmacias se están incorporando gradualmente, con requisitos, a la red de puntos de vacunación.
En Francia, las farmacias ya tenían vía libre para vacunar frente a la gripe desde la temporada de 2020 y en enero el permiso de vacunación se extendió a la campaña contra la covid-19. En Irlanda, las farmacias se encuentran en un punto muy similar a las de Francia.
Al otro lado del Atlántico
Un poco más lejos, en Estados Unidos, en el plan de inmunización contra la covid-19 está previsto que los puntos de vacunación incluyan a las más de 40.000 oficinas de farmacia del país. Y Australia también ha publicado un documento sobre la participación de las farmacias en la administración de vacunas contra la covid-19.
Las oficinas de farmacia, por su proximidad y la confianza de que gozan por parte de la ciudadanía, son un magnífico promotor de la vacunación contra la covid-19, especialmente entre la población más reacia, confundida por los mensajes de los negacionistas, las polémicas políticas y las decisiones incomprensibles del Gobierno. Pero también podrían participar en una posible revacunación masiva y/o en una vacunación poblacional anual; y, por supuesto, podrían vender también directamente estas vacunas. Con todas esas especulaciones sobre la mesa, tenemos dos opciones: prever, en lo posible, lo que vendrá o dejarnos llevar. Algunos expertos indican que la presión de los laboratorios fabricantes está yendo por delante de lo que dice la ciencia. Es posible, sí, pero, después de la pesadilla vivida con esta pandemia, en términos de mortalidad y de efectos sobre la economía, parece bueno estar preparados con una ejercicio de prospectiva que luego la ciencia y el mercado ya irán retocando como más convenga.