FUENTE: La Razón
Pese a que proclamamos a los cuatro vientos cómo nos preocupa la salud, el tabaco forma parte de nuestra vida cotidiana sin que realmente hayamos alcanzado a comprender los grandes perjuicios que conlleva su consumo para la sociedad (no sólo para los fumadores). Y ello pese a que existe a ciencia cierta de que el tabaco genera adicción, enfermedades, discapacidades y muertes, siendo la principal causa de morbimortalidad evitable en el mundo.
Como sabemos, durante más de un año la atención de la población y de sus gobernantes se ha centrado en la pandemia de la Covid-19 y en ver la forma de salir de ella. No cabe duda de que ello estaba justificado por su repercusión social, económica y sanitaria. Pero la pandemia de tabaquismo tiene también una enorme importancia, y debemos aprovechar la oportunidad para reclamar atención y priorizar su abordaje. Y es que, en realidad, el tabaquismo supone una pandemia que trae dolor, sufrimiento y muerte en todo el mundo. La OMS nos recuerda que actualmente afecta a seis millones de personas y que más de 600.000 muertes ocurren cada año entre personas no fumadoras expuestas al humo de tabaco. Y ello es así a través del desarrollo de enfermedades como cáncer, cardiopatías, asma y otras patologías. De proseguir esa tendencia, para 2030 la cifra aumentará hasta más de ocho millones anuales. Creemos que eso es suficientemente contundente para comprender la trascendencia del tema, pero si eso no es suficiente argumento, el consumo de tabaco es un factor de riesgo para seis de las ocho principales causas de defunción en el mundo. Y si nos ceñimos a España, sabemos que la mortalidad asociada al consumo de tabaco es aproximadamente de 60.000 personas al año. De ellas, 3.000 son fumadores pasivos, es decir, víctimas de tener que respirar en un ambiente contaminado por el tabaco de otras personas.
Ante este escenario no procede el nihilismo o la pasividad. Ya lo dijo hace años la anterior directora general de la OMS Dra. Brundtland cuando apeló a nuestra obligación ética si no queríamos ser objeto de crítica por parte de nuestros nietos y sus descendientes cuando miren atrás y se pregunten seriamente cómo personas que dicen estar comprometidas con la salud y la justicia social permitieron que la epidemia del tabaco se desarrollara sin control.
La Asociación Española Contra el Cáncer (AECC) no es nihilista ni pasiva, y se ha propuesto como línea estratégica el principio de equidad para prevenir el cáncer y contribuir al control de otras enfermedades. Ello incluye la prevención del tabaquismo, para lo cual consideramos necesaria la ampliación de la Ley de medidas sanitarias frente al tabaquismo actualmente vigente, tratando de conseguir más espacios sin humo y persiguiendo el objetivo de una generación libre del tabaco (ligado al recientemente aprobado Plan Europeo contra el Cáncer). Recordemos que los menores no pueden elegir libremente respirar aire libre del tabaco en espacios públicos, y que los más vulnerables en la exposición al humo ambiental son los menores, de ahí que una de las prioridades de la AECC es que se desarrolle normativa explícita que impida fumar en espacios públicos donde haya menores y en este sentido se amplíe la Ley de medidas frente al tabaquismo.
Nuestra legislación ha sido útil, pero ya necesita actualización porque tiene más de diez años y desde entonces han surgido nuevos productos derivados del tabaco, nuevas formas de publicidad, y también se conoce mejor el impacto del humo en los fumadores pasivos, lo que ha hecho que estemos más convencidos de la necesidad de ampliar los espacios libres de humo. Para ello la AECC forma parte del Comité Nacional para la Prevención del Tabaquismo, a través del cual colabora con el conjunto de asociaciones y sociedades científicas que promueven la prevención del tabaquismo en España.
Conjuntamente creemos positivo que, junto a la ampliación de los espacios verdaderamente libres de humo, se pongan en marcha medidas de promoción de la salud que contrarresten la “normalización” o aceptación social del consumo, mayor control estricto de los nuevos productos derivados del tabaco, medidas disuasorias del consumo de tabaco a través del aumento de su precio del tabaco, además del acceso de los fumadores a recursos y tratamientos para dejar de fumar.
Nuestra propuesta es pasar de las ideas a la acción, y con ello de la preocupación a la prevención, con el objetivo de vencer esta pandemia de tabaquismo.