Autora: María Gil
Se ha visto que, en todas las regiones del mundo, la demencia afecta más a las mujeres que a los hombres. Un metaanálisis que examinó la prevalencia e incidencia de la Enfermedad de Alzheimer en Europa obtuvo diferencias estadísticamente significativas según el sexo, siendo la prevalencia media para los hombres del 3,31% frente al 7,13% para las mujeres. Sin embargo, ¿podemos afirmar que las mujeres presentan un mayor riesgo de desarrollar demencia?
Conviene destacar que la esperanza de vida para las mujeres es mayor que para los hombres, y que la edad es el principal factor de riesgo de demencia. Por tanto, parece lógico que un mayor número de las personas con demencia sean mujeres.
Por otra parte, la literatura sobre género y Enfermedad de Alzheimer plantea si las diferencias observadas se justifican por una cuestión biológica o si guarda también relación con sesgos sociales, pues se ha visto que estas diferencias en la incidencia de demencia pueden variar en función del país o incluso la época. Un ejemplo de ello es que, tradicionalmente, se ha asociado el género femenino con menor escolarización, analfabetismo o menor estimulación cognitiva, lo cual implica una menor reserva cognitiva. No obstante, esta situación ha venido condicionada por la limitación en el acceso a la educación de las mujeres que ocurría hasta no hace mucho. De hecho, la mejora progresiva en el acceso a la educación durante el último siglo podría explicar, en parte, la disminución en la incidencia de demencia en las mujeres, en comparación con los hombres, en algunos países.
Aunque la literatura sobre la demencia incluye alguna comparación entre hombres y mujeres, rara vez se ha hecho en el contexto de los roles de género. No obstante, existe un creciente reconocimiento del papel del género en relación con las demencias, lo cual pone de manifiesto la necesidad de adoptar esta perspectiva en el estudio y la atención de estas enfermedades.
Actualmente, la base neuropatológica de las diferencias entre hombres y mujeres no se conoce con certeza. Por ello, se han propuesto distintos escenarios:
La asociación entre el gen de la apolipoproteína E (APOE) y la enfermedad de Alzheimer está claramente establecida. En este sentido, se ha propuesto que, en mujeres, el gen de APOE puede llegar a duplicar el riesgo de desarrollar la enfermedad en comparación con los hombres.
Asimismo, los cambios hormonales que conlleva la menopausia pueden guardar relación con deterioro cognitivo, incluyendo la menopausia inducida por ooforectomía o extirpación quirúrgica de los ovarios. Se ha sugerido que la pérdida de estrógeno después de la menopausia puede conducir a déficits en el metabolismo cerebral que aumenten el riesgo de desarrollar Enfermedad de Alzheimer. También se ha planteado que, como consecuencia, los síntomas clínicos podrían ocurrir más rápidamente para las mujeres una vez que existe sospecha de demencia.
De confirmarse esta relación entre demencia y sexo femenino, al ser un factor de riesgo no modificable, en estas pacientes conviene prestar especial atención a aquellos otros factores que son modificables: menor educación, discapacidad auditiva, traumatismo craneoencefálico, hipertensión, diabetes, consumo excesivo de alcohol, obesidad, tabaquismo, depresión, contacto social poco frecuente, inactividad física y contaminación del aire.