FUENTE: 20 Minutos
Este lunes se celebra el Día Mundial de Concienciación del Síndrome de Tourette, un trastorno frecuente en la edad pediátrica, en la que afecta a en torno a un 1% de la población, y cuyo pronóstico suele ser favorable. En su mayoría, los casos son leves y muchos no requieren tratamiento.
Se manifiesta con la aparición de tics crónicos, es decir, movimientos involuntarios recurrentes, estereotipados, fluctuantes y de breve duración. Si afectan a la musculatura motora se denominan tics motores y si afectan a la fonatoria se conocen como tics vocales.
Estos tics son involuntarios, pero puede haber un cierto control de los mismos durante periodos breves de tiempo, si bien no lo suficiente como para inhibirlos completamente. Se desarrollan por una combinación de factores genéticos y ambientales.
Aunque algunos de ellos pueden ser molestos paras el paciente, su principal problema es la reacción que pueden generar en los demás, por lo que es importante la educación en las familias y en el entorno escolar para que las personas con las que convive el niño sean conscientes de que se trata de actos involuntarios que no se pueden controlar.
Cómo detectarlo
Los síntomas del Síndrome de Tourette suelen aparecer en la infancia, en forma de tics motores que afectan sobre todo a la cara y al cuello o de tics vocales de carraspeo, aspiraciones nasales y raramente de emisión de palabras. Por ello, es frecuente que antes de ser diagnosticados motiven consultas a oftalmología, alergia u otorrinolaringología.
La clave es que son estereotipados: es siempre el mismo guiño o la misma tos, varias veces al día, y dura semanas o meses.
A veces, aunque no siempre es así, puede estar asociado a trastornos obsesivos o a problemas de hiperactividad o inatención.
Para el diagnóstico clínico, que consiste en ver y escuchar los tics, estos tienen que haber aparecido antes de los 18 años y durar más de un año.
¿Tiene tratamiento?
En última instancia, los tics tienden a mejorar con la edad y a atenuarse tras la segunda década de vida, y en un porcentaje de los casos pueden incluso llegar a desaparecer.
Por otra parte, cuando persisten en la edad adulta, normalmente son leves y pasan desapercibidos, por lo que solo es común tratarlos cuando son aparatosos y molestos para el paciente.
Cuando es necesaria esta opción, se suele emplear terapia cognitivo-conductual y ciertos fármacos que han demostrado eficacia en el tratamiento sintomático.