FUENTE: Diario Médico
Un informe elaborado por Ipsos para el Foro Económico Mundial para treinta países, refleja que España es el cuarto país que más ha empeorado su salud mental. Por otro lado, la última encuesta elaborada por el Centro de Investigaciones Sociológicas (CIS) revela que los principales problemas que ha sufrido la sociedad han sido ansiedad y depresión. Además, el 23% de los ciudadanos han tenido miedo a morir, el 52% han sentido agotamiento, el 42% tienen problemas para conciliar el sueño, el 39% presentan dolores de cabeza permanentes y el 15% han sufrido ataques de ansiedad.
El aislamiento, la falta de contacto social, los problemas económicos, las dificultades para conciliar la vida personal y laboral se sitúan entre las principales causas que están afectando a la salud mental de los ciudadanos. La incertidumbre por lo que va a pasar en un futuro cercano es también origen de muchos diagnósticos de ansiedad. Todas estas causas tienen un factor común: el estrés.
Una de las mesas que se desarrollarán en la edición virtual de Infarma tratará de dilucidar la relación entre estrés y sistema inmunitario de la mano de Víctor Vidal Lacosta, experto en patologías de estrés desde hace veinte años y autor de numerosos artículos científicos y libros publicados.
Lo cierto es que existe una relación entre el sistema nervioso y el sistema inmune que, aunque compleja, explica la importancia que tiene la salud mental en la aparición de enfermedades. Así, en psicología se relaciona a las personas con alto nivel de estrés y ansiedad con una mayor prevalencia de enfermedades cardíacas, mientras que los más autocríticos son más propicios a la depresión y patologías de carácter autoinmune.
“Si bien antes se creía que la cabeza y el sistema inmune eran campos totalmente separados, la evidencia científica ha venido a demostrar la íntima relación entre la psique, el sistema nervioso (los neurotrasmisores, neuromediadores y neuromoduladores), el sistema inmunológico (las interleucinas y los inmunomediadores) y el endocrino (las hormonas y los péptidos)”, explica a CF Rosa Molina, psiquiatra en el Hospital Clínico San Carlos, en Madrid. Eso explica que el estrés, tanto físico como psicológico, inhibe la respuesta inmunitaria al suprimir los procesos de inflamación, ya que disminuyen los leucocitos y las citosinas encargadas de iniciar la respuesta inflamatoria. “El sistema nervioso autónomo inerva los órganos y tejidos responsables del sistema inmune y, además, es sensible a las hormonas que se segregan desde la glándula pituitaria bajo el control del cerebro”, destaca la especialista.
Cuando se siente estrés, el cuerpo libera hormonas y neurotransmisores para ajustarse a la situación que se está viviendo. Entre esas sustancias liberadas, las más importantes son la adrenalina y el cortisol cuyos niveles influyen en nuestro organismo.
“La piel, por ejemplo –continúa la experta–, puede verse debilitada, sufrir pérdida de cabello, pueden aparecer dolores musculares, distermia, molestias gástricas, cansancio físico… Hay estudios que demuestran que el estrés a largo plazo se asocia con una disminución del volumen del hipocampo (atrofia), la relación cerebral encargada de nuestras memorias”.
Por tanto, los eventos estresores pueden influir negativamente sobre el sistema inmune, causando una actividad inmunitaria deprimida, siendo más frecuentes los procesos infecciosos y propiciándose la aparición de enfermedades autoinmunes.
Los efectos de la ‘fatiga pandémica’
La Organización Mundial de la Salud (OMS) define la fatiga pandémica como la desmotivación de la población para seguir las conductas de protección recomendadas, que aparece de forma gradual en el tiempo y que está afectada por diversas emociones, experiencias y percepciones, así como por el contexto social, cultural, estructural y legislativo.
Rosa Morillo, farmacéutica y máster en Salud Mental, destaca que al principio de la pandemia “utilizamos mecanismos adaptativos para combatir el estrés, pero la prolongación de las restricciones ha hecho insostenibles tales mecanismos, generando estrés, ansiedad y malestar psicológico, y por tanto, debilitando nuestro sistema inmune”.
Los eventos estresores pueden influir en el sistema inmune y propiciar procesos infecciosos y enfermedades autoinmunes
Molina añade que “todos hemos podido apreciar fatiga, hastío, menos alegría a causa de las restricciones de movilidad y las mascarillas. Las relaciones sociales, el contagio emocional a través de la sonrisa, el contacto físico, entre otros, son aspectos que se han visto limitados también durante la pandemia”.
Por tanto, el aislamiento social también ha impactado negativamente en la salud física, cognitiva, afectiva y conductual. “Las personas con menos contactos sociales presentan mayores alteraciones en el sistema inmune, mayor nivel de hormonas de estrés y alteraciones en los patrones de sueño, entre otros”, incide la psiquiatra.
John Cacioppo, uno de los psicólogos e investigadores líderes en la neurociencia social, recalca que el sentimiento de soledad debilita al sujeto física y mentalmente. “Tiene una función de supervivencia, ya que nos lleva a querer estar con otras personas, relaciones de grupo de las que depende nuestra capacidad como especie”, asevera Molina.
Incremento de consultas en la farmacia
La fatiga pandémica, asimismo, ha causado un incremento considerable de consultas en las oficinas de farmacia. “El hecho de que muchos centros de Atención Primaria (AP) hayan atendido de manera no presencial, pese a que el paciente sigue solicitando atención, relación, comunicación, les ha llevado a acudir más a la farmacia donde sí hemos podido ofrecer esa atención desde nuestros mostradores”, constata Morillo.
A su juicio, el paciente se ha sentido “informado y protegido, se han resuelto muchas consultas, se han desmentido bulos y hemos acompañado a nuestros pacientes en todo lo que hemos podido y nos han solicitado, gracias a la confianza, cercanía y accesibilidad que tenemos con ellos”.
Según su experiencia, Morillo, que ejerce en una farmacia comunitaria en Alcalá de Ebro (Zaragoza), asegura que en estos momentos el ciudadano está buscando más ayuda en la farmacia. “Por la sobrecarga de trabajo que se da en muchos centros de salud, muchas consultas se están programando a 15 días vista, lo que ha hecho que acudan con más frecuencia a la farmacia”.
“Desde aquí estamos promoviendo la salud, ofrecemos educación sanitaria y prestamos atención farmacéutica adaptada a las necesidades de cada paciente”. No hay que olvidar –recuerda la farmacéutica y miembro de la Junta Directiva de la Sociedad Española de Farmacia Rural (Sefar)– que “las farmacias hemos permanecido abiertas toda la pandemia y seguiremos así porque la cruz verde nunca se apaga”, apelando al lema de la campaña de apoyo a la farmacia impulsada por el Consejo General de COF.
Cuándo acudir a un especialista
En cualquier caso, el deterioro que está sufriendo la salud mental de la población hace necesario que haya que plantearse acudir a la consulta de un especialista.
A juicio de la psiquiatra, el primer paso es aprender a reconocer lo que realmente es el estrés, conocer sus consecuencias y tener presente cuándo parar a tiempo. “Está en nuestra mano limitar los factores que son estresantes. A veces, queremos hacer muchas cosas en el día y no adoptamos los hábitos adecuados que nos permitan compensarlos”.
En ese sentido, incide en que es importante, antes de ir a una consulta, bajar el ritmo, soltar esa mochila que llevamos a la espalda para liberar un poco de peso y adoptar hábitos de vida saludable, por ejemplo, dormir entre siete u ocho horas diarias; reservar al menos una hora al día para descansar, no hacer nada o meditar; cuidar la dieta; mantener las relaciones sociales, o evitar el consumo de sustancias tóxicas, como el alcohol o el tabaco.
“Si alguien viene a la consulta y nos dice que no para de trabajar, que tiene mil reuniones y está implicado en varios proyectos y que por culpa de ello no tiene tiempo para descansar, no habrá nada que hacer en consulta. Lo primero que le diremos es que baje el ritmo. No existe una terapia que valga, ni medicamento que ofrecer si el estrés que sufrimos es fruto de una mala organización y falta de prioridades”, aconseja la psiquiatra del Clínico San Carlos.
Si a pesar de los cambios de hábitos el paciente sigue desbordado por la ansiedad y, además, presenta síntomas físicos y una limitación para mantener actividades diarias, será necesario acudir a la consulta de un especialista.
Recomendaciones a pie de mostrador
Cuidar de la salud mental empieza a ser una prioridad. Desde la oficina de farmacia se puede contribuir en gran medida a ayudar a la población a llevar unos hábitos de vida higiénico-dietéticos que favorezcan el control del estrés y la ansiedad.
Entre las principales recomendaciones que se pueden realizar desde el mostrador, Rosa Morillo, farmacéutica y vocal del Colegio Oficial de Farmacéuticos de Zaragoza, señala que “desde la farmacia comunitaria podemos asesorar a nuestros pacientes sobre patologías o síndromes menores, indicándoles aquellos tratamientos farmacológicos que no requieren prescripción médica”.
En ese sentido, señala que, para prestar un correcto “servicio de indicación farmacéutica”, desde las boticas se puede acceder a Nodofarma Asistencial”, un software del Consejo General de Colegios Oficiales de Farmacéuticos, así como a Sefac eXPERT, una herramienta de la Sociedad Española de Farmacia Clínica, Familiar y Comunitaria (Sefac), “que nos permite la prestación de este servicio de manera protocolizada, registrando al paciente con sus datos personales, tratamientos, enfermedades o problemas de salud y alergias”.
“Una vez lo hemos registrado, podemos indicar al paciente aquel tratamiento o consejo farmacéutico que mejor se adapte a sus necesidades”, concluye.
Además, Morillo recuerda un decálogo de consejos que se debe tener siempre a mano en estas situaciones para poder ofrecer a los pacientes, entre ellos:
1.- No dejar de tomar su medicación y seguir acudiendo a las consultas de los especialistas.
2.- Mantenerse informado a través de fuentes fiables o medios de comunicación reconocidos.
3.- Mantener rutinas horarias, como horas de sueño, higiene personal, comidas, ejercicio físico, horas de trabajo, horas de descanso y tiempo libre.
4.- No exponerse a las noticias de manera ilimitada: utilizar un medio de comunicación que le guste, una o dos veces al día.
5.- Mantener relaciones personales con su entorno: si no puede desplazarse, utilizar soportes digitales.
6.- Evitar el consumo de alcohol y sustancias tóxicas, pues su uso aumenta el riesgo de infecciones.
7.- Controlar el tiempo de uso de tecnología y videojuegos: no olvidar realizar descansos.
8.- Ejercer un buen uso de las redes sociales: transmitir positividad y energía y no dejarse influenciar por los mensajes negativos.
9.- Ayudar a los demás tiene como consecuencias sentirse mejor.
10.- En caso de duda… consultar al farmacéutico.