FUENTE: La Razón
Las varices son venas dilatadas que dificultan el retorno venoso. Es una patología muy común que afecta más a mujeres que a hombres. Además de los factores hereditarios, otras causas de formación de varices son los embarazos y los factores ambientales.
Se manifiestan fundamentalmente en las piernas, pero se pueden producir también en otras áreas más inusuales: vulva, vagina, región anal (hemorroides) o periné (varices genitales). Estas varices genitales aparecen normalmente durante los embarazos ya que, en este periodo, el volumen sanguíneo es mayor en la zona pélvica y la sangre fluye más lenta desde la zona inferior del cuerpo hacia el corazón. También influyen los cambios hormonales propios de los mismos. Esta ralentización hace que la sangre se acumule en las venas de las piernas y de la vulva, lo que provoca molestias en estas zonas. “Además de ser un problema estético, producen pesadez genital, molestias y dolor intenso durante o después de las relaciones sexuales. Todos estos síntomas se intensifican en verano o durante el periodo menstrual”, puntualiza el doctor Pablo Gallo, jefe de Angiología y Cirugía Vascular del Hospital Ruber Internacional.
La sensación de hinchazón y presión en el área vulvar, las molestias y el dolor en la zona de la pelvis, conforman el Síndrome de Congestión Pélvica, provocado por la congestión de sangre en las venas de la zona, dilatándolas y causando un dolor crónico. En un primer momento, el tratamiento tiene como objetivo aliviar el dolor, así pues, los medicamentos antiinflamatorios y analgésicos, suelen ser adecuados. Pero siempre se debe acudir al especialista cuando exista dolor en la parte inferior del abdomen, durante la menstruación o en las relaciones sexuales, dolor de espalda, aumento de la micción, dolor agudo en las últimas etapas del embarazo o venas visibles e hinchadas en la zona genital.
Estos síntomas se suelen notar más durante el embarazo. De ahí la importancia de consultar a un especialista en cirugía vascular para diagnosticar el síndrome y poner el tratamiento adecuado lo antes posible y así mejorar la calidad de vida de las pacientes. “Cuando las varices genitales se presentan durante los embarazos, los ginecólogos tendrán la primera sospecha diagnóstica y deberá remitir a la paciente al servicio de cirugía vascular para una valoración clínica y tomar las medidas necesarias para prevenir complicaciones” explica el doctor Gallo.
Además del control durante el embarazo, es conveniente hacer un seguimiento de la paciente después del parto, para comprobar la evolución las varices pélvicas. Para garantizar el diagnóstico, se realiza un ecodoppler transvaginal, otro abdominal y un tercero en los miembros inferiores. Si se confirma el diagnóstico, hay que realizar una flebografía pélvica. “La flebografía pélvica es un estudio diagnóstico que se realiza a través de un catéter que se introduce por una vena del brazo hasta las venas de la pelvis. Esto permite ver e identificar las varices pélvicas o las compresiones en las venas iliaca y/o renal y en ese mismo momento realizar un tratamiento embolizante que consiste en ocluir las varices pélvicas y los reflujos. Ocasionalmente, cuando se tratan síndromes compresivos puede ser necesaria la implantación de un stent, que hace la función de muelle, para evitar que la vena se comprima y pueda fluir la sangre”, puntualiza el doctor Santiago Zubicoa, responsable de la Unidad de Radiología Vascular Intervencionista del centro hospitalario madrileño.
Después del tratamiento es importante mantener un seguimiento clínico y ecográfico de la paciente para comprobar que ha desaparecido la pesadez de la zona y se ha conseguido un buen resultado clínico y estético.