Fuente: 20 Minutos
Desear un embarazo y no lograrlo es una de la situaciones más frustrantes y estresantes a las que puede enfrentarse una pareja, especialmente para las mujeres. Sin embargo, es mucho más común de lo que se piensa, pues entre un 10 y un 15% de las parejas en nuestro país tiene algún tipo de problema a la hora de conseguir un embarazo. Ante la sospecha de que pueda existir un problema, estos son los pasos a seguir para empezar a buscar soluciones.
¿Cuánto tengo que esperar?
Cuando queremos conseguir un embarazo, nuestro deseo es que sea cuanto antes, pero, para que esta situación no produzca angustia hay que aclarar que conseguir un embarazo a la primera es realmente difícil, pues la fertilidad humana es realmente baja. En la época de la máxima fertilidad de la mujer, que es entre los 20 y 30 años, la tasa de éxito es solo del 25% en cada ciclo, y sin que exista ninguna alternación en la fertilidad ni en caso de la mujer ni del hombre. Además, la fertilidad femenina va descendiendo con la edad. Según datos de la Sociedad Española de Ginecología y Obstetricia (SEGO), a partir de los 32 empieza de descender, este descenso se hace muy notable a partir de los 35-38 y después de los 40 las probabilidades de quedarse embazada en el primer año son inferiores al 10%, incluso con tratamientos de reproducción asistida no se supera el 13%. Teniendo en cuenta estos datos, es importante que tengamos paciencia, pues es normal que conseguir un embarazo se alargue unos cuentos meses.
Si después de un año de tener relaciones sexuales sin protección no hemos logrado el deseado embarazo, es el momento de consultar a un especialista. En caso de que la mujer tenga más de 35 años o existan problemas previos (problemas genéticos, abortos de repetición, una cirugía pélvica previa, ovarios poliquísticos, endometriosis…), esta consulta deberá hacerse cuando no se haya conseguido un embazado en seis meses.
¿Qué especialista tengo que consultar?
Si decides acudir a la sanidad pública, el primer paso es acudir a tu médico de familia, que nos derivará al ginecólogo. Será este especialista el que, tras hacer una ecografía, nos derivará a la unidad de reproducción asistida del hospital. A la primera cita en reproducción asistida deberá a acudir la pareja, pues el estudio de fertilidad deber hacerse a los dos miembros de la pareja. Ante la sospecha de infertilidad, también podemos acudir directamente a una clínica de reproducción asistida.
En la primera consulta en reproducción asistida, ya sea en la sanidad pública o en una clínica privada especializada en reproducción se revisará exhaustivamente la historia clínica de ambos miembros de la pareja en busca de algún problema de salud que pueda estar causando infertilidad y se realizará un cuestionario sobre sus hábitos, pues el estilo de vida -malos hábitos alimenticios, estrés, adicciones…- también influye en la posibilidad de concebir un hijo.
¿A qué pruebas nos va a someter?
Después de esta primera consulta, se recomendará un estudio de fertilidad, En función de la historia clínica, pueden ser pruebas más específicas, pero, por lo general, se realiza en principio un estudio de fertilidad básico, y en función de los resultados, pueden hacerse pruebas adicionales. El estudio de reproducción básico consiste en:
En el caso de la mujer:
En el caso del varón:
¿Y después de los resultados?
Después de realizar estar pruebas, se debería encontrar la causa que provoca la infertilidad, que suele ser en un 35% femenina, en un 35% masculina y en un 20% de los casos una combinación de problemas de fertilidad de ambos miembros de la pareja. En función de la causa, se recomendará un tratamiento u otro, pero los más habituales son la inseminación artificial y la fecundación in vitro, incluso en los casos en los que no se encuentra la causa de la infertilidad, que es un 10% de ellos,
Gracias a loa avances en reproducción asistida, la tasa de éxito es cada vez mayor y la mayoría de las parejas logran su objetivo con uno o varios intentos. Además, un 20% de las parejas con infertilidad finalmente logran el embarazo sin tratamiento.