La mayor parte de las personas que acuden a las consultas porque no pueden parar de rascarse sufren dermatitis atópica, un mal que «ha crecido exponencialmente en los últimos diez años»

FUENTE: Las Provincias

Muchas veces, las cosas que nos parecen menos importantes son las que más interfieren en nuestra vida. Nadie se alarma mucho por tener picores –¿a quién no le ha picado algo alguna vez?–, porque así, a priori, no parecen un síntoma de nada grave, solo un incordio. Pero ¿y si esa comezón no fuese algo pasajero, nos atormentase a todas horas y ni siquiera nos permitiese una noche de sueño tranquilo? ¿Y si esa sensación de hormigueo y quemazón fuese tan insoportable que tenemos que rascarnos hasta hacernos heridas mientras la gente nos mira con desconfianza, como si tuviésemos parásitos o una enfermedad contagiosa?

La cosa cambia, ¿verdad? Y se convierte en un problema de primer orden. Pues así vive cada vez más gente, ya que los casos de dermatitis atópica –el 90% de los cuadros de picor se deben a esta afección– han crecido exponencialmente en los ultimos diez años. Se estima que más del 10% de los niños la padecen, aunque luego mejora en la adolescencia, con el cambio hormonal, y desaparece en el 80% de las ocasiones. Su peor variante, la dermatitis atópica grave, afecta hasta a un 0,24% de la población y convierte la vida de los pacientes, sin distinción de edad o sexo, en un auténtico calvario. Pero ¿qué causa este desarreglo? Los expertos apuntan a que tiene un origen multifactorial, «pero el componente genético es clave para que se desate», indica Begoña Ramos, especialista en Dermatología del Igualatorio Médico Quirúrgico (IMQ). Partiendo de esta 'herencia', el correcto cuidado de la piel o su exposición a agentes irritantes pueden mejorar o empeorar la situación. Pero digamos que se nace ya con esa carta. Y ahí poco se puede hacer.

Así que la esperanza para terminar con estos picores pasa por los avances farmacéuticos, que, afortunadamente, «están haciéndonos ver la luz al final del túnel», añade Ramos. Según explica la dermatóloga, hace cuatro años se descubrió un fármaco biológico «que mejora muchísimo las dermatitis más severas; tanto, que a futuro va a ser una dolencia que no va a existir». ¡Excelente noticia! Bueno, con reservas. «El medicamento es muy caro y cuesta muchísimo conseguirlo. Hay que ver lo que me ha costado obtenerlo para tratar a un chaval de 12 años», lamenta Ramos. Pero, para quien sufre picores insoportables, quizá merezca la pena rascarse el bolsillo, ¿no? No, no estamos hablando de un pequeño esfuerzo económico. Este tratamiento es directamente inasequible para la mayoría: son miles y miles de euros al año, unos 20.000, estiman los expertos.

Mientras este medicamento estrella no no se abarate –«algo que acabará ocurriendo, como pasó con los tratamientos para la psoriasis grave»–, solo se puede recurrir a los tratamientos ya existentes, entre ellos, los antihistamínicos (que solo bloquean una de las vías moleculares del picor) y los corticoides (que mejoran la dermatitis pero tienen efectos secundarios), además de mantener unas buenas rutinas que mejoran los picores. En buena medida, se trata de evitar irritantes y de blindar la piel con mucha hidratación. «En la dermatitis atópica, lo que ocurre es que la barrera cutánea, que es como una pared de ladrillos con cemento, no está bien: los ladrillos tienen agujeros y el cemento es de mala calidad», indica la farmacéutica Cristina Vega, el Grupo de Dermatología de la Sociedad Española de Farmacia Familiar y Comunitaria (SEFAC), quien recurre a esta explicación tan gráfica para aclarar las dudas a los «muchísimos» pacientes que acuden a la farmacia con este problema. «Efectivamente, les falta una proteína que es la que se encarga de que no se inflame la piel con cualquier cosa», añade Ramos.

He aquí unas claves que ayudan a que los casos más graves mejoren y que pueden hasta hacer imperceptibles los cuadros moderados o leves que afectan al 3% de los adultos.

Ducha e hidratación

Las pieles atópicas suelen estar muy secas y esto es un círculo vicioso: más sequedad, más picor, más rascado... y así la cadena una y otra vez. El problema de la sequedad aumenta en las pieles de personas mayores, polimedicadas o diabéticas, todavía más frágiles.

Solución: «Las pieles atópicas mejoran mucho si se les aplican cremas emolientes. Se trata de restaurar la barrera cutánea y, de este modo, espaciar más los brotes de esta dolencia crónica», indica la farmacéutica Cristina Vega. Así evitamos la pérdida de agua y también reducimos el picor. Hay que aplicar varias veces al día la crema y, al menos, una vez después de la ducha. Se deben elegir emolientes hipoalergénicos, sin perfume y que disminuyan el riesgo de sensibilización de la piel. «No vale cualquier crema, solo las específicas para dermatitis atópica. Y hay que aplicar una capa fina, ya que la oclusión de la piel favorece el riesgo de infecciones», indican los responsables de la Asociacion de Afectados por la Dermatitis Atópica (AADA). Además, hay que ducharse con agua templada y siempre con geles sin jabón, más respetuosos con la piel. Y secarse con pequeños toques de toalla. Nada de frotar.

Suavizantes de la ropa

La piel atópica está hipersensibilizada, de ahí que los factores externos que la puedan afectar es mejor limitarlos y, si es posible, eliminarlos. Muchas personas han mejorado su dermatitis atópica sólo con prescindir de productos con perfume.

Solución: Hay que evitar que los productos químicos estén en contacto con la piel. Y el suavizante de la lavadora es uno de ellos. Es mejor no usarlo, porque siempre quedan restos en las prendas.

Sol, un buen amigo

Muchos afectados 'huyen' del sol pensando que es una agresión más. Y otros, por el contrario, se exponen mucho a él porque el bronceado mejora el aspecto de piel. ¿Qué es lo correcto?

Solución: Bien usado, el sol es muy beneficioso. «Reduce la inmunidad de la piel y esto mejora cualquier picor. De hecho, la fototerapia se usa como tratamiento, en cabinas y con las medidas adecuadas», desvela la dermatóloga Begoña Ramos. No obstante, es imprescindible evitar el sudor excesivo, que puede irritar, y «también debemos aplicarnos una buena protección solar para pieles atópicas, elaboradas con muy pocos ingredientes», añade la farmacéutica Cristina Vega. Si vamos a tomar el sol, mejor en las horas de menor incidencia. ¡Y sin pasarse! Con 10 o 20 minutos basta.

Ropa insufrible

La elección de la ropa es importante: mejor de algodón o seda. Y que transpire bien. También es importante quitar las etiquetas.

Solución: Tenemos que evitar tejidos que nos hagan sudar, los sintéticos y también la lana, que causa muchos picores. «Eso es ya algo instintivo: una persona con dermatitis atópica huye de ellos», apunta la dermatóloga.

Estrés

Los afectados por dermatitis atópica coinciden en afirmar que el estrés empeora el picor. En épocas de ansiedad, la patología empeora, lo que afecta al sueño. Otra pescadilla que se muerde la cola.

Solución: «Cuando pregunto a un paciente qué tal duerme, ya me hago una idea de la gravedad de su dermatitis e intento recetarle algo que le alivie y mejore su sueño. Si tienen un buen descanso, están mejor de día y la dermatitis tiene una evolución más favorable», señala la dermatóloga.

'Burlar' el rascado... un poco

Qué facil es decirlo, ¿eh? Pero es casi imposible no hacerlo cuando el picor aprieta. El picor es un reflejo que persigue 'quitar' la piel elementos dañinos. En él intervienen mediadores químicos, neurotransmisores y las complejas vías neuronales del sistema nervioso central, que interactúan con otros sistemas cognitivos y perceptivos. Son las vías las que transmiten algunos estímulos dolorosos, por ejemplo.

Solución: Hay truquillos. El primero, estar ocupado, porque el picor aumenta cuando el cerebro está ocioso y a la hora de acostarnos. Así que mejor meternos a la cama con sueño o levantarnos si no podemos dormir. Frotarnos en lugar de rascar y aplicar frío para que esa sensación enmascare la otra también son buenos recursos. Como llevar las uñas cortas y sin aristas... por si los buenos propósitos fallan.

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