FUENTE: La Razón
La pandemia puede haber provocado la interrupción mundial más grande y generalizada de los programas de inmunización de menores, poniendo a millones de niños, tanto de países ricos como de pobres, en riesgo de contraer sarampión, difteria, tétanos y tos ferina, según un estudio publicado hoy en “The Lancet”. Los investigadores concluyen que la pandemia ha interrumpido las vacunas rutinarias de al menos 17 millones de niños en todo el mundo en 2020.
En concreto, el estudio estima que la cobertura mundial de la primera dosis de la vacuna contra el sarampión y la cobertura de la tercera dosis de la vacuna contra la difteria, el tétanos y la tos ferina (DTP3) pueden haber caído por debajo del 80% en 2020, una disminución relativa de al menos un 7% por debajo de los niveles esperados para ambas vacunas si no se hubiera producido la pandemia. Y no hay que olvidar que ya el sarampión se cobró la vida de más de 207.000 personas en 2019.
Estas disminuciones en la vacunación rutinaria podrían aumentar el riesgo de futuros brotes de sarampión y muertes, dicen los investigadores.
Para llegar a estas conclusiones, los investigadores utilizaron los datos notificados por los países y los registros médicos electrónicos sobre la administración de vacunas durante cada mes de 2020. Construyeron un modelo utilizando datos de movimientos humanos diarios, a través del seguimiento anónimo de teléfonos móviles en 134 países para generar proyecciones y estimar la interrupción de la entrega de vacunas en 100 países donde no se disponía de datos de administración de vacunas mensuales.
Los investigadores también modelaron la cantidad de dosis que se esperaba que se hubieran administrado en 2020 si no hubiera ocurrido la pandemia. Al comparar la cantidad estimada de dosis administradas durante la Covid con la cantidad esperada en 2020 sin la pandemia, calcularon la cantidad de niños que omitieron dosis de rutina durante 2020 atribuibles a la Covid-19.
Los hallazgos sugieren que el sur de Asia fue la región más afectada en 2020, con un estimado de 3,6 millones de dosis de DTP3 y 2,2 millones de dosis de la vacuna contra el sarampión interrumpidas debido a la pandemia, casi el doble de lo esperado.
De manera similar, en los países de ingresos altos, el número de niños que no fueron vacunados aumentó más del doble debido a las interrupciones de la pandemia en 2020.
Las interrupciones en la entrega de vacunas en 2020 fueron más bajas en África subsahariana, donde se estimó que la cobertura disminuyó alrededor de un 4% en 2020, lo que equivale a 900.000 niños no vacunados contra la DTP3 y 1,1 millones sin la del sarampión.
En consonancia con las encuestas realizadas durante el transcurso del año, los resultados indican que abril de 2020 tuvo el mayor número de niños sin dosis, con interrupciones globales que superaron el 30%. Sin embargo, la segunda mitad de 2020 mostró signos de recuperación, y las dosis mensuales mundiales entregadas se acercaron a los niveles esperados para diciembre. En todo caso, los investigadores estiman que 8,5 millones de niños no han recibido la tercera dosis de DTP y 8,9 millones no recibieron la primera dosis contra el sarampión por las interrupciones pandémicas en 2020.
Aunque los hallazgos sugieren que para diciembre de 2020 las dosis mensuales administradas en todo el mundo comenzaron a acercarse a los niveles esperados, los autores advierten de que la transmisión continua del SARS-CoV-2, la aparición de nuevas variantes y un enfoque en el lanzamiento de la vacuna contra la Covid-19 podrían detener o revertir fácilmente estas tendencias positivas.
Si no se cambia esta tendencia, especialmente a medida que las poblaciones regresan cada vez más a sus rutinas pre-pandémicas, el mundo se enfrentará a mayores riesgos de brotes de enfermedades infecciosas prevenibles por vacunación como el sarampión o la tos ferina.
Los autores utilizaron datos de movilidad humana para estimar la cobertura de la vacuna en países donde los datos no estaban disponibles. Los cambios en los patrones de movilidad en relación con los niveles prepandémicos reflejan cómo las personas cambiaron de comportamiento durante el curso de la pandemia, por lo que se pueden utilizar como un indicador de alteraciones sociales más amplias relacionadas con la pandemia, como la entrega de vacunas. Pero los autores reconocen que sus estimaciones se basan en suposiciones que podrían afectar la precisión de las estimaciones.
”Muchos sistemas de salud en todo el mundo todavía están bajo una inmensa presión para hacer frente al Covid-19 y están trabajando arduamente para implementar nuevos programas de vacunación. Pero es imperativo que no se olviden las vacunas infantiles de rutina, que salvan la vida de millones de niños cada año. Sin esfuerzos renovados, estas enfermedades prevenibles podrían expandirse con fuerza. Los países deben aprovechar todas las oportunidades para cerrar las brechas de inmunización“, dice el autor principal del estudio, el profesor asistente Jonathan Mosser, del Instituto de Métricas y Evaluación de la Salud (IHME) de la Facultad de Medicina de la Universidad de Washington, en EE UU.
“Incluso antes de la pandemia, millones de niños en todo el mundo no recibían dosis de vacunas de rutina. Esas cifras han disminuido peligrosamente desde la pandemia, y la cobertura en 2020 ha caído a niveles no vistos en más de una década. Aunque las tasas de vacunación se están recuperando, el simple hecho de volver a los niveles prepandémicos de cobertura de la vacuna todavía dejará a millones de niños en riesgo de contraer enfermedades prevenibles con vacunas que representan una seria amenaza para su salud y supervivencia”, añade la autora principal del estudio Kate Causey, investigadora de IHME.
Los datos oficiales sobre la interrupción de las vacunas de la OMS y Unicef, también publicados esta semana, muestran una imagen similar de disminuciones en la cobertura de las vacunas infantiles. Las razones de las interrupciones de la vacuna varían. Los bloqueos dificultaron que los vacunadores y los padres llegaran a las sesiones de vacunación, mientras que el miedo a contraer Covid-19 mantuvo alejados a algunos padres. Al mismo tiempo, los trabajadores de la salud se desviaron a tareas de respuesta al Covid-19.