FUENTE: El Global
Si la compra ilegal de medicamentos en Internet ya venía siendo un problema en aumento —y peligroso— al margen de la pandemia, los nuevos hábitos de vida (algunos obligados) y necesidades que propicia la COVID-19 ha incrementado su magnitud hasta niveles “históricos”.
Así lo confirman los resultados cosechados por la Interpol en una nueva edición (XIV) de su operación anual Pangea que, desarrollada simultáneamente en 92 países —entre ellos España— a finales de mayo, se ha saldado con la clausura de la mayor cifra histórica de webs ilegales de venta de medicamentos y productos sanitarios. En concreto, se cerraron o eliminaron 113.020 enlaces web, la cifra más alta desde el inicio de estas operaciones internacionales anuales en 2008.
Asimismo, se produjeron 277 arrestos en todo el mundo y se incautaron más de 9 millones de productos farmacéuticos potencialmente peligrosos por valor en el mercado negro de más de 23 millones de dólares. Entre los millones de fármacos incautados —falsificados o no— se encontraron: medicación hipnótica y sedante, para la disfunción eréctil, analgésicos / analgésicos, esteroides anabólicos, tratamientos oncológicos, antipalúdicos, vitaminas..
La valoración de la Interpol es tajante: la irrupción del coronavirus ha abierto una nueva tendencia en la falsificación de productos médicos. ¿Los motivos? Si el mercado ilícito de medicamentos ya era antes de la pandemia un problema difícil de abordar, medidas como el confinamiento domiciliario o el cierre de sectores y servicios ha conllevado al ciudadano a una mayor vida ‘online’ y, por ende, también la búsqueda en este canal de productos farmacéuticos. Y, mas en concreto, de aquellos necesarios para protegerse frente al virus: mascarillas, test diagnósticos, etc.
Captar a los nuevos ‘clientes’
“A medida que la pandemia obligó a más personas a cambiar sus vidas online, los delincuentes se apresuraron a apuntar a estos nuevos ‘clientes’”, confirma el secretario general de Interpol, Jürgen Stock. “Mientras que algunas personas estaban comprando medicamentos ilícitos a sabiendas, otros muchos miles de víctimas ponían en peligro su salud y potencialmente sus vidas sin saberlo”, añade este representante.
Por ejemplo, los kits de diagnóstico de la COVID-19 falsos y/o no autorizados para su comercialización representaron más de la mitad de todos los dispositivos médicos incautados durante la operación Pangea XIV. Respecto a las mascarillas, junto al mercado ilícito asiático, Italia fue una de los focos de mayores aprehensiones, donde las autoridades recuperaron más de 500.000 mascarillas quirúrgicas falsas, así como 35 máquinas industriales utilizadas para la producción y el envasado.
Otro de los epicentros europeos de la operación fue el Reino Unido, donde además de la incautación de unos tres millones de medicamentos y dispositivos falsos por valor de más de 13 millones de dólares, las autoridades también eliminaron más de 3.100 enlaces publicitarios para la venta y el suministro ilegales de medicamentos sin licencia y cerraron 43 sitios web.
Una web se cierra, otra se abre
Cabe recordar que uno de los principales pasos dados en la lucha contra el tráfico y venta ilegal de medicamentos en Internet ha venido propiciado por los cambios en la legislación.
Por ejemplo, España modificó y endureció recientemente su normativa —adaptando el Código Penal al Convenio Medicrime—, para facilitar que actividades de este tipo pudieran ser enjuiciadas como delitos contra la Salud Pública y, por ende, con posibles penas de prisión asociadas. Anteriormente —siendo una de las principales quejas de las propias Fuerzas y Cuerpos de Seguridad— estas operaciones derivaban en su mayoría de casos en sanciones administrativas.
Ello facilitaba —aunque sigue siendo un fenómeno existente— que nada más cerrarse una de estas webs ilegales, inmediatamente se abriese otra desde cualquier parte del mundo, avisaban Guardia Civil y Policía Nacional. De hecho, sus cálculos indican que solo se consigue atajar en torno al 10 por ciento de este mercado ilícito.
Por ello, las autoridades insisten en complementar esta presión investigadora y policial con la fundamental concienciación social sobre los riesgos de adquirir medicamentos fuera de los canales oficiales. “Los medicamentos no autorizados y falsificados pueden ser peligrosos por varias razones. Pueden contener la cantidad incorrecta de ingrediente activo (muy poco, demasiado o ninguno), tener fechas de caducidad alteradas o estar mal almacenados alterando su temperatura adecuada de conversación”, recuerda Interpol.
Los indicios de Pangea 2020
De vuelta a las Operaciones Pangea, la desarrollada en 2020, en marzo, ya dejaba entrever los efectos de la pandemia en el ‘boom’ de este mercado ilícito. Aunque tuvo lugar en marzo, en pleno inicio de la expansión internacional del SARS-CoV-2, la Interpol ya alertó de la especial cifra de decomisos de mascarillas falsas, geles hidroalcohólicos de calidad insuficiente y medicamentos antivirales.
Por ejemplo, las incautaciones de medicamentos antivirales no autorizados registraron un aumento del 18 por ciento respecto a la edición precedente de Pangea, y las de partidas no autorizadas de cloroquina (un fármaco contra la malaria que se empleaba mayoritariamente como tratamiento en los inicios de la COVID-19 ) aumentaron en más de un cien por cien. Unas cifras que ya por entonces la Interpol relacionaba directamente “con el brote de la COVID-19” que empezaba a expandirse por todo el mundo. Los datos de la nueva operación en este 2021 no han hecho sino confirmar estas premisas.