Fuente: 20 minutos
El consumo de carne en España ha estado recientemente en el centro de la diana mediática y política a cuenta de unas declaraciones del Ministro de Consumo, Alberto Garzón, que defendió la necesidad de reducir la cantidad de este alimento que comemos habitualmente por razones sanitarias y medioambientales.
Dichas afirmaciones suscitaron un aluvión tanto de críticas, especialmente afiladas desde el sector cárnico español y la oposición política (aunque también por parte de algunos compañeros de gobierno), como mensajes de apoyo por parte de otras tantas figuras públicas (muchas de ellas, científicos y divulgadores científicos). El debate, por tanto, provoca las preguntas obvias: ¿Cuánta carne es saludable (para nuestra salud de forma más directa y para el medio ambiente, que repercute también en nuestra salud) comer habitualmente? ¿Debemos reducir el consumo de carne en España?
En este caso vamos a centrarnos en el aspecto sanitario de estos interrogantes, dejando a un lado la cuestión medioambiental.
España supera (con creces) el consumo recomendado
Según la evidencia científica de que disponemos, sí que resultaría saludable realizar una reducción drástica del consumo de carne medio en España.
Si atendemos a los datos proporcionados por el Ministerio de Agricultura, Pesca y Alimentación, cada español consumió en 2020 unos 50 kilos de carne, (teniendo en cuenta que el año tiene 52 semanas, esto supondría prácticamente un kilo semanal). Es importante destacar que esta estimación es bastante conservadora, ya que la Organización de las Naciones Unidas estimó que la cantidad en 2018 era el doble, y la revisión de años previos de ambos informes revela que esto no se explica por un dramático descenso entre ambos años (las cifras del Ministerio apuntan a en que 2020 los españoles aumentaron su ingesta de carne hasta niveles no vistos desde 2012).
El dato de la ONU, en concreto, nos situaría como el país que más carne consume por habitante en toda la Unión Europea.
Mientras tanto, la Organización Mundial de la Salud (OMS) recomienda desde 2015 (cuando clasificó a la carne roja como posible carcinógeno) no superar los 500 gramos de carne semanales. Y no son únicamente instancias exteriores las que recomiendan consumos muy inferiores a la media de España: la propia AESAN (Agencia Española de Seguridad Alimentaria y Nutrición) aconsejó en 2020 no superar la misma cantidad.
No se recomiendan más de dos raciones de carne roja a la semana
Si atendemos a los distintos tipos de carne, observaremos que del consumo total anual de carne de una persona media en España el 72% corresponde a carnes frescas, un 20,4% a carne congelada y un 8,8% a carnes procesadas (según los datos del Ministerio de Agricultura previamente citados).
Esto, aproximadamente, supone que el español medio come 720 gramos de carne fresca, 204 de carne congelada y 88 de carne procesada cada semana.
De este desglose se extrae que reducir el consumo medio de carnes procesadas en España resultaría beneficioso para la salud. Por ejemplo, y aunque la OMS no ofrece una cifra concreta recomendada de este tipo de carne, el informe que la clasificaba como potencial carcinógeno establece que se han encontrado evidencias de que, por cada 50 gramos que se consumen semanalmente aumenta en un 18% el riesgo de padecer cáncer colorrectal.
Por otro lado, la controversia en torno a la carne roja es más compleja ya que la relación de causalidad entre su consumo y el cáncer colorrectal no es tan fácil de demostrar (pese a que sí que se han encontrado correlaciones, que se señalan en el informe de la OMS ya citado).
No obstante, atendiendo de nuevo a las recomendaciones de AESAN, el organismo aconseja consumir "entre 2 y 4 raciones de carne semanales, preferiblemente de pollo y conejo, y no más de dos de carne roja". Teniendo en cuenta que establece la equivalencia de cada ración en entre 100 y 125 gramos, esto implicaría no superar los 250 gramos de carne roja semanales.
En conclusión, una dieta acorde con las recomendaciones sanitarias aproximadas implicaría comer no más de 500 gramos de carne semanales (hasta cuatro raciones de 125 gramos, siendo el límite máximo), priorizando las carnes blancas (ave y conejo) y no superando en cualquier caso las dos raciones de 100-125 gramos de carne roja; además, conviene evitar en la medida de lo posible el consumo de carne procesada.