Fuente: EFE Salud
Cuando hace calor o cuando realizamos ejercicio físico sudamos para regular la temperatura de nuestro cuerpo. El sudor, expulsado por las glándulas sudoríparas, se deposita sobre la piel y, al evaporarse, nos enfría.
Aunque el sudor puede darse en toda la superficie de la piel, lo más habitual es que se produzca, sobre todo, en las axilas, la cara, las palmas de las manos y las plantas de los pies.
También sudamos como respuesta a estímulos emocionales.
El sudor no es malo
Por lo general, el sudor no huele a nada, “salvo el que se produce en las axilas y en la zona del pubis, donde se ubican unas glándulas sudoríparas especiales que, con el sudor, secretan una serie de ácidos grasos y proteínas que fermentan por la acción de las bacterias que hay en la piel”, aclara Sanitas, compañía aseguradora especializada en salud.
“Por cierto, el sudor de los pies tampoco huele. En este caso el olor se debe a la acumulación y fermentación de restos en los zapatos y a que éstos no se cambian de forma habitual“, añade.
“La sudoración no es mala, es importante para el control de nuestra temperatura y la creación de una primera barrera de defensa cutánea”, subrayan los especialistas de la Academia Española de Dermatología y Venereología (AEDV).
“No obstante, algunas personas generan más sudor del necesario para estos fines, lo que se conoce como hipersudoración o hiperhidrosis”, agregan.
Ese exceso de sudoración puede afectar a todo el organismo, lo que se denomina hiperhidrosis generalizada o bien a zonas concretas del mismo, en tal caso se llama hiperhidrosis focal.
Además, la hiperhidrosis puede ser primaria, cuya causa se desconoce, o secundaria, cuando se debe a alguna enfermedad o a la toma de determinados medicamentos.
“La hiperhidrosis en sí misma no es grave, aunque sí afecta de manera muy considerable la calidad de vida de quienes la padecen. En ese sentido, existen distintos tratamientos para combatirla, en función de su intensidad y de la zona afectada”, indican los dermatólogos de AEDV.
Qué hacer
“Para las formas leves y moderadas de hiperhidrosis son muy útiles los antitranspirantes, sustancias que se aplican directamente en la piel para disminuir la sudoración”.
Los dermatólogos del grupo de hospitales Quirón Salud recomiendan utilizarlos por la noche y con la piel seca y, cuando se note mejoría, reducir su uso a dos o tres veces a la semana.
“El principal efecto adverso de estos productos es que pueden irritar la piel”, indican estos especialistas.
Otra opción son los fármacos anticolinérgicos. “La sudoración se produce por la liberación de una sustancia llamada acetilcolina y los medicamentos anticolinérgicos actúan sobre ella”, detallan desde Quirón Salud.
“Algunos de estos fármacos se aplican directamente sobre la piel mientras que otros hay que tomarlos por vía oral. Estos últimos se utilizan en cuadros de exceso de sudoración generalizado”, añaden.
Otras soluciones
La hiperhidrosis también se trata mediante iontoforesis, una técnica que requiere un dispositivo específico y que está especialmente indicada para la sudoración excesiva de las palmas de las manos y las plantas de los pies, según aseguran.
“Consiste en introducir las manos o los pies en unas bandejas llenas de líquido. Existen dos modalidades: agua corriente o agua a la que se le añade una solución anticolinérgica.
Con la ayuda de unos electrodos, se genera una corriente eléctrica en las zonas sumergidas que actúa sobre las glándulas sudoríparas. En el caso de las axilas, el mecanismo es similar salvo que se usan unas esponjas humedecidas”, describen los dermatólogos Carlos Hernández y Javier del Boz.
Los facultativos aclaran que existen dos tipos de iontoforesis en función de las características de la corriente usada. “Así, los dispositivos con corriente directa están más recomendados para los pies, pues su aplicación puede resultar muy dolorosa en manos y axilas.
Por su parte, aquellos con corriente pulsada están más indicados para manos y axilas, así como para los niños, ya que su uso produce menos molestias”, afirman Hernández y Del Boz.
Otra opción terapéutica para la hiperhidrosis es la toxina botulínica, muy utilizada para combatir el exceso de sudoración de las axilas.
“En el caso de la hipersudoración palmoplantar y axilar, un tratamiento eficaz es el realizado con toxina botulínica. Mediante unas agujas muy finas, se introduce la toxina en la piel, lo que produce un efecto de bloqueo en las glándulas sudoríparas y reduce la producción de sudor”, manifiestan los especialistas de la clínica estética Arques Clinic de Marbella (Málaga).
Este procedimiento tiene como resultado el cese de producción de sudor durante unos cuatro o seis meses aproximadamente, por lo que hay que repetirlo cada cierto tiempo.
Si los tratamientos anteriores no han funcionado, queda la opción de la cirugía. “La simpatectomía transtorácica es un tratamiento que consiste en eliminar los ganglios encargados de estimular la sudoración de axilas y manos. La practican los cirujanos torácicos con excelentes resultados en cuanto a la disminución de la sudoración en manos y axilas que, además, resulta definitiva”, detalla la AEDV.
“Su principal inconveniente estriba en la aparición de hiperhidrosis compensatoria, es decir, el paciente deja de sudar en manos y axilas pero puede aumentar la sudoración en otras localizaciones como la cara, la espalda, el pecho, etc..”, agregan desde la Academia.
Otra técnica para combatir la hiperhidrosis es el láser, que elimina las glándulas sudoríparas por calentamiento. Existen varios tipos de láser. Uno de ellos es Miradry, aprobado por la Administración de Alimentos y Medicamentos de Estados Unidos (FDA).
“Se trata de un dispositivo que, a través de un láser que emite energía electromagnética, consigue alcanzar las capas más profundas de la piel y realizar una destrucción selectiva de las glándulas sudoríparas, eliminando así los problemas de sudoración y olor axilar de forma inmediata”, afirman los especialistas de la Unidad de Medicina Estética del Hospital Quirón Salud de Valencia.
“Este tratamiento no es doloroso, ya que se realiza con anestesia local, la sesión dura alrededor de hora y media y la recuperación es muy rápida”, agregan.
Todos estos tratamientos pueden poner freno al exceso de sudor, un problema que, si bien no reviste gravedad, puede alterar mucho el día a día de quien lo sufre.