Fuente: 20 Minutos
El bruxismo es un problema común que afecta a una gran parte de la población y al que, sin embargo se le presta sorprendentemente poca atención. Es cierto que en la mayoría de casos no requiere más tratamiento que el uso de una férula de descarga durante la noche, pero más raramente puede estar relacionado con otros trastornos más graves de fondo.
Hay que decir que las causas del bruxismo no son del todo conocidas, pero sí se sabe que en la mayoría de los casos de bruxismo diurno se relaciona con factores psicológicos como la ansiedad, el estrés o la tensión; en cambio, durante el sueño se considera una parasomnia que se presenta en las etapas 2 y 3 del sueño no REM.
Sin embargo, se ha observado que aparece más frecuentemente en personas con determinadas patologías o factores de riesgo, por lo que podría apuntar a la presencia de otra enfermedad.
Concretamente es especialmente prevalente en pacientes de la enfermedad de Parkinson, de demencia, trastorno de reflujo gastroesofágico, epilepsia, terrores nocturnos, otros trastornos del sueño y en personas con trastorno de déficit de atención con hiperactividad (TDAH).
Igualmente, hay sustancias como determinados fármacos antidepresivos, fármacos anfetamínicos, el tabaco, el alcohol, la cafeína y sustancias ilegales como el mdma, la cocaína o la metanfetamina que aumentan su prevalencia, incluso provocando episodios severos durante el efecto de las mismas.
El bruxismo, normalmente, no causa graves complicaciones en sí mismo (aunque en casos graves puede provocar importantes daños a los dientes, cefaleas tensionales, dolor facial o de cuello y trastornos en las articulaciones de la mandíbula), pero es importante que sea sujeto a control médico para que sea posible tomar medidas que minimicen sus riesgos y para identificar la posible causa de fondo, incluso si esta es un trastorno de sueño o un alto nivel de estrés.