Fuente: La Razón
Los especialistas dicen que en torno a la mitad de la población sufrirá en algún momento de su vida las hemorroides, pero algunos datos son menos alentadores y elevan la cifra hasta el 80% de la población. Sobre todo aparecen en personas de entre 45 y 65 años, sin distinción de sexos (aunque el embarazo es un catalizador para la aparición de almorranas).
Las hemorroides o almorranas no suelen suponer un problema médico de gravedad y suelen desaparecer por sí solas; aunque son muy molestas, y es posible que surjan algunas complicaciones a las que debemos prestar atención.
A continuación, tienes un resumen de todo lo que debes saber si padeces esta enfermedad.
Qué son
Las hemorroides o almorranas son un conjunto de tejidos inflamados que aparecen en la zona anal.
El tejido hemorroidal es una estructura normal de la anatomía humana cuya función es almohadillar el canal anal y ayudar a mantener la continencia. Pero si aumenta la presión en la parte inferior del recto, los vasos sanguíneos que están situados alrededor y dentro del ano se estiran y se hinchan, lo que provoca las hemorroides.
Normalmente, las hemorroides desaparecen por sí solas sin que se haga necesario ningún tratamiento médico.
Pueden tener distintos tamaños y pueden estar situados tanto dentro como fuera del ano. Las hemorroides internas son las más frecuentes. Se localizan entre 2 y 4 cm dentro del recto y se clasifican en función del tamaño y posición de las mismas:
Las hemorroides externas aparecen en el borde exterior del ano. Forman pequeños bultos que producen molestia, picazón y dolor. En algunos casos pueden contener sangre coagulada en su interior (es lo que conocemos como “hemorroides externas trombosadas”). Con frecuencia acompañan a las hemorroides internas o a otros procesos como la fístula anal.
Aunque pueden convertirse en un problema grave en el caso de que surjan complicaciones, las almorranas no suelen representar una amenaza para la salud y pueden autogestionarse hasta las fases III o IV, donde se hace necesario consultar a un profesional de la salud.
Cuáles son las causas
Este aumento en la presión que da lugar a las hemorroides puede tener distintos orígenes, como el estreñimiento crónico, el sobreesfuerzo físico (al levantar mucho peso o al hacer ejercicios centrados en la zona abdominal) o el embarazo.
También existe una predisposición genética a desarrollar hemorroides, que puede ser hereditaria o desarrollarse con la edad.
Suele ser aconsejable reducir el consumo de sustancias que perjudiquen la circulación, como la cafeína, la sal o el alcohol; mientras se aumenta el consumo de agua y de fibra. Esto facilitará el tránsito, y en consecuencia, reducirá el riesgo de la aparición de hemorroides. Añadir más fibra (frutas y verduras) ayuda a ablandar las heces, por lo que suele ser la mejor solución contra el estreñimiento, y en consecuencia, contra las hemorroides. La avena en el desayuno puede ser de gran ayuda.
Perder peso también puede ayudar a que no aparezcan estas molestas almorranas. Hacer ejercicio es una de las mejores terapias contra esta enfermedad; de hecho, permanecer muchas horas al día de pie o sentados suele ser un catalizador de la aparición de esta afección.
En resumen, una vida saludable disminuirá el riesgo de que aparezcan hemorroides y a la vez, mejora muchos otros aspectos de tu vida.
Síntomas
En la mayoría de los casos, los síntomas de las hemorroides no son graves, pero sí muy molestos. El afectado normalmente experimenta dolor, picazón y enrojecimiento de la zona colindante al ano, además de la molestia de sentir un bulto duro en una zona tan íntima.
Tras defecar, una persona con hemorroides puede sentir que los intestinos aún están llenos, y es posible la aparición de sangre roja y brillante. Es lo que conocemos como “protorragia”. Si el sangrado anal es excesivo, incluso puede producir anemia.
Existen otras complicaciones que pueden surgir a raíz de la aparición de las hemorrroides. La más común es una infección, aunque también es posible que se produzca incontinencia fecal o que aparezcan fístulas anales, que son nuevas aberturas entre la superficie de la piel aledaña al ano y el interior del mismo.
Diagnóstico
Basta con un análisis físico para saber si se trata -efectivamente- de una hemorroide. En el caso de las hemorroides internas, el diagnóstico suele incluir una exploración manual o el uso un proctoscopio (tubo hueco provisto de una luz).
Es posible que el médico haga preguntas sobre antecedentes familiares, sobre el color de las heces, sobre si existe o no sangrado, o sobre si el afectado ha notado una pérdida de peso reciente. Este tipo de preguntas le permitirán tener una idea más concreta de la gravedad de la dolencia, o para descubrir si hay indicios de la existencia de una enfermedad del sistema digestivo o de un posible cáncer colorrectal. Por ese motivo, el diagnóstico suele incluir una colonoscopia.
Tratamiento
Las hemorroides suelen desaparecer por sí solas, sin que sea necesario ningún tratamiento médico; pero los síntomas son molestos, y hay algunos métodos que pueden aliviar la sensación de dolor y picazón.
La oferta de soluciones farmacológicas sin receta para combatir los síntomas de las hemorroides es extensa, e incluye pomadas, cremas (corticoides tópicos), analgésicos y almohadillas. No los utilice durante más de 7 días seguidos (puede debilitar la piel) y no utilice más de dos medicamentos a la vez, a menos que se lo haya recetado un profesional médico. Hay otras estrategias más sencillas que pueden ayudar a aliviar los síntomas y a sobrellevar la afección, como los baños sentados con agua templada.
El médico también puede recetar laxantes para evitar un sobreesfuerzo de la zona y reducir la presión en la parte inferior del colon.
En 1 de casa 10 casos, los afectados suelen presentar un cuadro más grave en los que se hace necesaria una intervención quirúrgica. Normalmente, estas opciones quirúrgicas son procedimientos ambulatorios con tiempos de recuperación muy cortos.
Bandas: Esta intervención consiste en colocar una banda elástica que alrededor de la base de la hemorroide que corte el suministro de sangre, lo que hace que la almorrana desaparezca después de unos días. Este método suele ser efectivo para tratar todas las fases de la hemorroide, menos la fase IV.
Escleroterapia: El médico inyecta un medicamento que reducirá el tamaño de la hemorroide. Es una buena alternativa a las bandas cuando la almorrana se encuentra en fase II y III.
Hemorroidectomía: Es el método más efectivo para eliminar completamente las hemorroides, pero también es posible que surjan complicaciones, como que prolifere una infección o que se haga más complicada la defecación. Consiste en la extracción del exceso de tejido por vía quirúrgica.
Grapado de hemorroides: Este procedimiento es menos doloroso que la hemorroidectomía, pero puede incrementar el riesgo de que las hemorroides se vuelvan más recurrentes y puede provocar un prolapso rectal. Lo que hace este procedimiento es bloquear el flujo sanguíneo del tejido hemorroidal.