Fuente: La Razón
Se estima que más de 200 millones de personas sufren osteoporosis; una de cada tres mujeres mayores de 50 años y uno de cada cinco hombres presentarán osteoporosis a lo largo de sus vidas. Aunque está más asociada a las féminas (concretamente posmenopáusicas), en hombres tiene peores consecuencias. Por ejemplo, la mortalidad a los 80 años, tras fractura de cadera en hombres es un 18%, mientras en mujeres es un 8%.
El principal problema es que la osteoporosis no parece afectar a la calidad de vida de forma directa, ya que no suele dar síntomas hasta que no se produce la fractura; razón por la cual muchos individuos que la padecen nunca son identificados como tales y, como consecuencia, no se les aplica las medidas preventivas o incluso terapéuticas necesarias.
A pesar de que existen otras enfermedades crónicas aparentemente asintomáticas, como la hipertensión, o la dislipemia, éstas suelen recibir tratamiento tras su diagnóstico, mientras que podríamos decir que la osteoporosis sería la «gran olvidada».
Según el estudio Episer (Prevalencia e impacto de las enfermedades reumáticas en la población adulta española), en España, en la mayoría de los casos, el facultativo responsable del diagnóstico de osteoporosis es el traumatólogo (el 46,2% de la veces), ya que es tras esta primera fractura cuando se realiza una densitometría para determinar la densidad mineral ósea (DMO). Le siguen en frecuencia el médico general (28,5%), el reumatólogo (14,7%) y el ginecólogo (9,3%). El resto (15,6%) corresponde a otros especialistas.
Esta diversidad entre los profesionales que diagnostican la osteoporosis es debida a que la mayoría de los hospitales no cuenta con una unidad centrada en el diagnóstico y tratamiento de esta patología.