Fuente: El Mundo
Cuál es la forma adecuada de limpiar nuestros oídos es una pregunta que lleva haciéndose la humanidad desde, al menos, el siglo primero. Y es que por aquel entonces el romano Aulo Cornelio Celso ya plasmó por escrito, en su libro De medicina, una serie de remedios para eliminar el cerumen acumulado.
Afortunadamente la ciencia médica ha evolucionado mucho desde entonces, pero la pregunta sigue siendo habitual en las consultas de enfermería. No les hablaré de los remedios de la antigua Roma, pero si me lo permiten hoy les explicaré cómo mantener sus oídos limpios sin poner en riesgo la salud auditiva.
¿QUÉ FUNCIÓN TIENE LA CERA?
Muchas y todas muy importantes. El cerumen es una sustancia que producen unas glándulas que tenemos en el oído, y sus funciones principales son las de protegerlo de la suciedad del exterior, repeler el agua para evitar que se formen infecciones por humedad, mantener un pH ácido y evitar que las estrías de las paredes del canal auditivo se sequen y agrieten. Tiene así una función lubricante y protectora, además de bactericida frente a patógenos habituales como la E. Coli o la H. Influenzae.
¿TODOS PRODUCIMOS LA MISMA CANTIDAD DE CERA?
No. De media, una persona genera 2,8 miligramos de cerumen a la semana. Pero la realidad es que la cantidad que producen nuestras glándulas es algo que depende de cada persona, las hay que fabrican poco y otras que fabrican mucho. Incluso la consistencia de la misma también varía. Puestos a elegir, es mejor tener un oído que produzca de más que de menos aunque eso cause los incómodos tapones.
BASTONCILLOS DE ALGODÓN, ¿SÍ O NO?
No. Con estos populares bastoncillos se da incluso la paradoja de que en el propio envase advierte de que no los introduzcamos en el conducto auditivo, pero se sigue haciendo.
Al introducirlos en el canal auditivo corremos el riesgo de perforar el tímpano o de empujar el cerumen hacia dentro, compactándolo y haciendo muy difícil su expulsión.
Incluso ha habido casos en los que el algodón del extremo del bastoncillo se ha soltado quedando alojado junto al tímpano, y han tenido que acudir a Urgencias para que se lo retirásemos y no le causase una infección y pérdida de audición.
¿Y LOS ESPRÁIS?
Los espráis salinos a priori no son nocivos si tenemos un oído sano, aunque tampoco tienen un claro beneficio. Pero ojo, porque el uso de estos espráis va a incrementar la humedad dentro del oído y eso puede favorecer la aparición de infecciones.
VELAS PARA LOS OÍDOS, ¿SON SEGURAS?
No. Debo reconocerles que siempre me ha extrañado que una persona en su sano juicio acepte someterse a esta práctica sin evidencia científica alguna, y que consiste en colocar una vela hueca encendida sobre el orificio del oído. Supuestamente el calor que se origina dentro de la vela hace que salga el cerumen del canal auditivo, pero en realidad lo que vemos es la propia cera de la vela derretida. Su uso puede provocar quemaduras en el oído o en la cara, además de que pueden quedar restos de cera en el interior del oído.
ENTONCES, ¿CÓMO DEBEMOS LIMPIAR LOS OÍDOS?
Lo único que debe preocuparnos, por norma general, es limpiar las orejas. Es decir, lavar únicamente la parte externa (la visible) dejando tranquilo el canal auditivo. Como mucho, y con ayuda de la punta de una toalla fina humedecida, podemos frotar con suavidad la zona que rodea al orificio del oído para mantener un aspecto higiénico, pero sin llegar a introducirla nunca en el canal.
¿NO ES NECESARIO RETIRAR LA CERA?
Por norma general no, porque el oído tiene su propio sistema de autolimpieza. Los movimientos de nuestra mandíbula al hablar o al comer, unidos al movimiento migratorio de la piel del conducto auditivo, hacen que expulsemos hacia el exterior ese cerumen de manera lenta y natural. Una vez que está fuera lo retiramos con la limpieza rutinaria de las orejas.
¿CUÁNDO DEBO ACUDIR A CONSULTA?
Solo en los casos en los que la persona genera mucho cerumen, o tiene un conducto auditivo más estrecho o angulado de lo normal, existe riesgo de que se formen tapones de cera. En ese caso siempre debe acudir a la consulta de su enfermera para que valore la situación y proceda a retirarlos, nunca lo intente por su cuenta ya que es peligroso. Podría perforar el tímpano o causar heridas e infecciones en el canal auditivo.