Fuente: 20 Minuto
El embarazo es una etapa muy delicada para la salud, por lo que hay que estar muy atentos a todos aquellos signos de nuestro cuerpo que puedan indicar la existencia de algún problema: en el caso de algunas complicaciones, como la preeclampsia, la detección a tiempo puede marcar la diferencia.
¿Qué es la preeclampsia? ¿Cuáles son sus causas?
La preeclampsia es un síndrome del embarazo consistente en una elevación de la tensión arterial (hipertensión) y de los niveles de proteína en orina (proteinuria). Se produce pasada la vigésima semana y se relaciona con determinadas alteraciones de la placenta.
Se trata de una complicación peligrosa y relativamente común que debe diagnosticarse y tratarse rápidamente, ya que puede poner en vida tanto la vida del feto como la de la madre.
Su principal causa es una disfunción en los vasos sanguíneos de la placenta, que son más estrechos de lo normal y no responden igual a las indicaciones hormonales, por lo que permiten un menor flujo sanguíneo. A su vez, esto puede ocurrir a consecuencia de un flujo de sangre insuficiente hacia el útero, de que se haya producido un daño en los vasos sanguíneos, de que exista un problema en el sistema inmunitario o de factores hereditarios
Además, existe una serie de factores de riesgo que aumentan las probabilidades de que se produzca, como son los antecedentes (personales y familiares) de preeclampsia, la hipertensión crónica, que se trate del primer embarazo, que se trate del primer embarazo con una pareja diferente, la edad (muy joven o mayor de 35), ser de origen africano, la obesidad, el embarazo múltiple, los intervalos muy cortos (menos de dos años) o muy largos (mayores de 10 años) con embarazos anteriores, padecer diabetes tipo 1 o 2, padecer enfermedades renales o padecer lupus.
¿Cuáles son sus síntomas?
Normalmente, la preeclampsia es asintomática y repentina, sólo detectable por la presión arterial y los niveles de proteínas en la orina.
En ciertos casos, en cambio, puede mostrar otros signos como cefaleas intensas, alteraciones en la visión, dolor abdominal en la parte superior derecha, náuseas, vómitos, menor producción de orina, trombocitopenia (niveles de plaquetas en sangre más bajos), deterioro de la función hepática y falta de aire.
¿Cómo se trata?
El tratamiento más eficaz de la preeclampsia es la inducción al parto, pero si el embarazo no está lo bastante avanzado esto puede suponer problemas para el bebé. Por ello, si este es el caso y la preeclampsia no es excesivamente grave, el médico podrá en su lugar establecer una vigilancia regular y frecuente (consultas prenatales, ecografías, análisis de sangre) hasta que la inducción del parto sea más segura.
Además, se puede intentar el tratamiento con fármacos hipertensivos, soluciones no cristaloides (que aumentan el volumen plasmático).
No obstante, en casos especialmente graves, o en aquellos en los que la condición progresa a eclampsia (convulsiones), la única solución puede ser el parto inducido o el aborto, para los cuales se deben seleccionar cuidadosamente los anestésicos ya que este marco pueden causar complicaciones graves.