Fuente: Las Provincias
El cartel de la entrada lo dice claramente: «Estas plantas te pueden matar». Y las calaveras aledañas que lo ilustran no dejan lugar a dudas. Así es el letrero que custodia el jardín más venenoso del mundo, el 'Poison Garden', ubicado en el castillo de Alnwick, en el condado inglés de Northumberland (Gran Bretaña).
En sus instalaciones alberga alrededor de 100 plantas tóxicas, intoxicantes y narcóticas, y los visitantes tienen estrictamente prohibido olerlas, tocarlas o probarlas. Sin embargo, a pesar del riesgo, el morbo que suscita la letalidad de este lugar lo ha convertido en una de las atracciones turísticas más visitadas del país.
«Algunas personas, ocasionalmente, se desmayan por inhalar vapores tóxicos mientras caminan por el jardín», advierten los coordinadores del sitio en su página web. El 'yuyu' está asegurado pero...
– ¿Qué hace que una planta sea tóxica?
– La toxicidad es el mecanismo de defensa de las plantas frente a sus depredadores (como también lo son las espinas), cuya finalidad es no acabar siendo devoradas. Es el caso de la mimosa púdica, que cierra sus hojas al contacto al mismo tiempo que emite unas sustancias químicas a través del aire para despistar a las jirafas –explica Enrique Salvo Tierra, profesor de botánica de la Universidad de Málaga–.
Su existencia no es tan rara como parece. De hecho, «el 97% de las plantas del planeta tienen sustancias químicas de carácter tóxico», advierte el especialista, aunque no todas son tan nocivas para nuestra salud como las del 'Poison Garden'. Aun así, hay que tener cuidado, porque aunque no vayamos a hacernos una ensalada de amapolas o de helechos, los niños y las mascotas sí son susceptibles de llevarse frutos u hojas a la boca por su atractivo visual.
Adelfa (Nerium oleander)
En la mediana de la carretera, en los parques, en el jardín de nuestra propia casa... En España la adelfa es conocida por su belleza. Es vistosa y resistente, pero un bocado puede ser mortal.
Según el 'Inventario español de los conocimientos tradicionales relativos a la biodiversidad', elaborado por el Ministerio de Agricultura y Pesca, Alimentación y Medio Ambiente, su uso terapeútico se evalúa negativamente por su potencial toxicidad. «Entre 15 y 20 gramos de hoja fresca de adelfa pueden matar a un caballo; de 10 a 20 gramos, a una vaca; y de 1 a 5, a una oveja», detalla el informe.
Hiedra (Hedera)
¿Y qué pasa si damos un mordisquito a una hoja de hiedra? Pues mejor no, porque «esta enredadera que utilizamos con frecuencia para cubrir muros o verjas es conocida por la toxicidad de sus frutos, que están llenos de alcaloides, unos metabolitos que contienen muchas plantas y que producen efectos fisiológicos», afirma Alberto Altés, profesor de Botánica de la Universidad de Alcalá de Henares (Madrid).
Entre sus efectos, «puede provocar hipotensión drástica (bajada de tensión) o pérdida de visión temporal o permanente en humanos, mientras que en animales su consumo excesivo produce diarrea y reducción en la producción de leche», advierte el documento ministerial.
Nadie diría que esta típica planta ornamental navideña puede ser una trampa para humanos y animales. Su toxicidad se debe a la savia lechosa que circula por sus tallos y membranas y que resulta irritante al contacto con la piel y las mucosas.
Secreción ocular, conjuntivitis, enrojecimiento y llagas en la piel, así como síntomas digestivos (si se ingiere) son sus principales síntomas, aunque en principio no revisten gravedad. Algo similar ocurre con el ficus, otra planta decorativa habitual en las casas.
Fue por capricho del rey francés Luis XIV, que mandó a sus secuaces buscar nuevas variedades vegetales más allá de los mares para decorar sus jardines, que esta planta llegó a nuestro país. Debe su nombre a un grumete del barco conocido como Batet. Cuando el rey descubrió que, en realidad, era una mujer llamada Hortensia consideró oportuno bautizarla así.
La historia es preciosa pero los efectos de ingerir sus hojas y flores no lo son tanto. En pequeñas dosis produce vómitos, diarrea y dolor abdominal y, aunque es improbable por su mal sabor, en grandes dosis puede producir halitosis, asfixia, arritmias y paradas respiratorias.
Se trata de uno de los vegetales más tóxicos que existen. Toda la planta es altamente venenosa, salvo la carne roja de sus frutos. Entre 50 y 100 gramos de sus hojas resultan mortales para un adulto, recoge el informe del Ministerio, y las toxinas que desprende se absorben tan rápido que puede llegar a producir la muerte sin dar tiempo a que el cuerpo manifieste ningún tipo de síntoma.