Fuente: La Razón
La pérdida de audición (hipoacusia) en personas mayores se asocia con un deterioro de la función física, síndrome de fragilidad y discapacidad en las actividades instrumentales de la vida diaria, según determina un trabajo desarrollado por investigadores del Ciber de Epidemiología y Salud Pública (CiberESP), de la Universidad Autónoma de Madrid (UAM), y los hospitales de Donostia y Ramón y Cajal, de Madrid.
Sin duda, la pérdida de la capacidad auditiva es una condición de salud cada vez más prevalente y se estima que más de 460 millones de personas en todo el mundo la sufren en mayor o menor medida. Así, analizar sus causas y determinar las asociaciones con otras enfermedades o discapacidades en personas mayores ha sido el objeto de esta investigación, que ha analizado los datos de 1.644 participantes mayores de 50 años en el estudio español Senior-Enrica-2. Los resultados se han en “JAMA Otolaryngology–Head & Neck Surgery”.
Según explica el investigador del CiberESP en la UAM Humberto Yévenes, “nuestros resultados evidenciaron una alta prevalencia de pérdida de audición que se acentuaba aún más cuanto más alta era la frecuencia estudiada y observamos en paralelo el deterioro de las capacidades instrumentales de la vida diaria, de la función física y el aumento de la fragilidad”
Mediante metaanálisis, los investigadores han concluido que la pérdida auditiva se asocia con un aumento del 87% en el riesgo de fragilidad en los estudios transversales consultados y en el 56% de los longitudinales, si bien queda por determinar si esta relación es causal. Al respecto, el también investigador del CiberESP Francisco Félix Caballero precisa que “es necesaria más investigación en la materia, porque si se determina que la pérdida de audición es un marcador de fragilidad, se debe considerar una revisión médica para detectar un estado frágil o prefrágil”.
Aumenta el riesgo de caídas y la depresión
El estudio determina que, si la pérdida de audición contribuye de manera significativa a la fragilidad, el tratamiento adecuado puede retrasar el deterioro físico y la muerte y conseguir un envejecimiento más saludable. Asimismo, considera Yévenes, “de cualquier manera, considerando la alta prevalencia de la pérdida auditiva entre los adultos mayores y el manejo relativamente sencillo de ésta, las evaluaciones periódicas en personas con este riesgo y el manejo adecuado de este tipo de discapacidad podrían mejorar la calidad de vida de estas personas”.
Existen varias vías potenciales que relacionan la pérdida auditiva con la fragilidad, por ejemplo, la hipoacusia aumenta el riesgo de caídas accidentales y también se ha relacionado con la depresión y una función física deficiente.
Diversas investigaciones en la materia sugieren, asimismo, que la pérdida de audición y la fragilidad relacionadas con la edad, así como la cognición, comparten vías fisiopatológicas y que el uso de dispositivos auditivos podría aliviar la fragilidad. Sin embargo, la evidencia científica no es concluyente, de ahí la importancia de este estudio y sucesivos.