Fuente: 20 Minutos
Está claro que mantener una higiene correcta es fundamental para evitar problemas de salud, como en muchos aspectos ha demostrado la actual pandemia de SARS-CoV-2. Sin embargo, a veces las personas podemos adoptar hábitos en este sentido que no sólo no son necesarios sino que pueden incluso llegar a ser dañinos.
Uno de estos hábitos es limpiar la cera de las orejas, o al menos hacerlo demasiado a menudo. Y es que hay varias razones por las que deberíamos evitar en lo posible esta operación, que normalmente realizamos con un bastoncillo de algodón, tal y como explica un artículo publicado en Harvard Health Publishing.
No es necesario... y podría ser dañino
En la mayoría de los casos, el canal auditivo de las personas tiende a limpiarse por sí solo. De hecho, la cera se origina en la parte más interna y va migrando hacia fuera de la oreja, lo que prueba esta dinámica.
De hecho, limpiarla (en el método más común, con un bastoncillo) puede invertir este proceso, empujándola hacia el interior del oído y provocando que se acumule allí.
Esto puede derivar en problemas más serios. Aparte de que es posible dañar el canal auditivo o el tímpano introduciendo objetos por él, la acumulación de cera en el fondo del canal puede causar una sensación de presión en el tímpano, disminuir la audición y favorece infecciones potencialmente graves.
Y no sólo eso. Otro aspecto a tener en cuenta es que la cera en el oído no es una señal de mala higiene, sino que se trata de algo que sucede en el cuerpo con una función. Concretamente, la cera mantiene hidratada la piel del canal auditivo y evita que lleguen partículas extrañas y microorganismos hasta el fondo del canal auditivo, donde pueden causar más daño.
¿Cómo y cuando hay que limpiarla?
Como en todo, hay excepciones. Existe una condición llamada cerumenosis que consiste en la acumulación de cera en el fondo del canal auditivo, y en este caso el tratamiento sí que pasa por eliminarla.
Sin embargo, esto debe ser diagnosticado por un médico y la limpieza del canal auditivo debe realizarse en el modo en el que nos lo indique.
Particularmente, lo más común será que recomiende el uso de determinadas gotas para reblandecer la cera, lo que debería permitir que saliese más fácilmente por sí sola (o con una irrigación suave, como la que se produce durante una ducha). Si el problema persiste, es posible que sea un sanitario quien se encargue de limpiar internamente el oído usando instrumentos específicos para tal fin.
Lo que es importante es que, aunque creamos que estamos mejorando nuestra higiene, recordemos no sólo que no hay motivo para retirarnos nosotros mismos la cera del canal auditivo, sino que hacerlo puede de hecho tener consecuencias negativas para nuestra salud; y, desde luego, jamás hacerlo introduciendo objetos por el oído.