Fuente: El Mundo
El fantasma de las navidades pasadas ha vuelto. Pero nosotros ya no somos los mismos. Este año lo recibimos armados con vacunas, test y, supuestamente, un mayor conocimiento de cuáles son sus usos y costumbres. Digo supuestamente porque, aunque en teoría nos lo sabemos todo, en la práctica tendemos a relajarnos. Convivir con el virus supone, precisamente, no olvidarnos de él sino tenerlo muy presente.
Inmersos en el puente más jugoso del año y con las fiestas asomando, estas son las medidas que no podemos dejar de lado si queremos evitar que el fantasma de las navidades pasadas vuelva a darnos un susto.
VACUNAS
Las vacunas son, sin duda, la pieza clave dentro de la estrategia de prevención. Aunque la tasa de vacunación frente al coronavirus en España es muy buena en comparación con otros países, hay grupos de población -especialmente la franja joven- en la que todavía debemos hacer un esfuerzo. La tercera dosis y la vacunación infantil son los siguientes retos. Ante las dudas que están surgiendo en torno al famoso booster y las vacunas en niños entre 5 y 11 años, ahora es más necesaria que nunca la pedagogía. Pedagogía por parte de los profesionales sanitarios que están en las trincheras y también por parte de las autoridades sanitarias que deben ofrecer información clara y concisa al respecto.
TEST, TEST, TEST
Desde el mes de julio, los test de antígenos se dispensan sin necesidad de receta médica en farmacias. Los incómodos test con toma de muestra nasofaríngea han dado paso a otras opciones más cómodas en las que la toma de muestra puede realizarla el propio usuario en la parte inferior de la nariz o mediante saliva. El año pasado los test de antígenos eran un oscuro objeto de deseo, corrían como la pólvora en el mercado negro, pero ya no hay excusa. Ahora están disponibles en la farmacia de la esquina y el precio es asumible, en torno a 5-7 € (esta semana hemos sabido que incluso se van a distribuir gratuitamente en algunas comunidades autónomas como Madrid). Antes de una cena de empresa, de cualquier reunión familiar o con amigos, es más que recomendable hacer un test previo (existan o no síntomas). No es infalible, pero puede ser un buen cortafuegos.
MENOS ES MÁS
Todos tenemos ganas de reunirnos con la familia al completo, pero lamentablemente este año tampoco va a ser el mejor momento para montar una fiesta a la siciliana. Y, ojo, no solo es importante limitar el número de personas en las reuniones, sino el número de reuniones con personas diferentes, que es algo en lo que se suele insistir menos. Si hoy tenemos cena de empresa, mañana la del equipo de fútbol y pasado mañana la tradicional comida con los primos, estamos multiplicando las opciones de que nuestro nuevo enemigo Ómicron entre en nuestras vidas.
MASCARILLAS, LAVADO DE MANOS...
No por repetido el mensaje debe tener menos fuerza. Hay evidencia de que el uso de la mascarilla reduce, dependiendo de la cara viral ambiental y del tiempo de exposición, entre un 20 y un 50 % los contagios y si estamos vacunados mucho mejor. Ahora bien, la mascarilla debe estar bien ajustada (algo que aún no hemos aprendido del todo) y ser la adecuada para cada contexto. Insistimos: de tipo FFP2 para lugares concurridos (especialmente en personas de riesgo) y de tipo quirúrgica o higiénica para espacios de menor riesgo. A pesar de que al aire libre no sea necesario su uso, no sobra en el centro de algunas ciudades, especialmente en las aglomeraciones que se producen durante los días previos a la Navidad. El lavado de manos, a pesar de que sabemos que la transmisión por fómites no es la principal vía de contagio, sigue siendo una estrategia fundamental en la prevención de enfermedades infecciosas en general.
VENTILACIÓN Y MEDIDORES DE CO2
Junto a los tres mosqueteros siempre va D'Artagnan... y en este caso D'Artagnan es la ventilación. Una vez que disponemos de evidencia suficiente sobre la transmisión del virus mediante aerosoles, las ventanas deberían estar más abiertas y los medidores de CO2 deberían estar más presentes en nuestras vidas. No, no digo que pongamos un medidor de CO2 en la mesa de Nochebuena junto a los langostinos. Pero, ya que el sentido común sobre los aforos escasea, sí sería conveniente que, en los bares, restaurantes, oficinas, etc. se contara con dispositivos que alertaran de que el ambiente está cargadito y que ha llegado el momento de abrir (aún más) las ventanas o de despejar el local. Aviso a navegantes: los filtros HEPA que ahora adornan los bares de copas junto al extintor están muy bien, pero, ni sustituyen a la ventilación natural (es una medida complementaria), ni por supuesto evitan el contagio si junto al filtro HEPA tú estás cantando a grito pelado C. Tangana, copa en mano y sin mascarilla, junto a tu amigo del alma.
En resumen: test, mascarilla, lavado de manos, distancia, más ventilación, menos contactos y... vacúnense quien pueda. Tan sencillo y difícil a la vez para evitar que el fantasma de la Navidad pasada vuelva a ser el protagonista de nuestro cuento.