Son muchas las controversias y cuestiones las que crean polémica dentro del universo del embarazo y la maternidad. De hecho, cada recomendación contiene diferentes opiniones que pueden incluso llegar a ser opuestas.
No obstante, cuando se trata de los problemas derivados del consumo de alcohol durante el embarazo están claros y ampliamente respaldados por la evidencia científica. Esto se debe a que el alcohol de cualquier tipo atraviesa la placenta.
A pesar de este conocimiento, según la Organización Mundial de la Salud, un 59,9% de las mujeres europeas consumen alcohol y, concretamente en España, esta cifra asciende hasta el 66% en mujeres entre 15 y 44 años. El mayor consumo de alcohol de los países de la región europea se centra en: Bélgica, Dinamarca, Finlandia, Francia, Irlanda, Italia, Lituania, Ucrania e Inglaterra. En 11 países de la UE de consumo de alcohol durante la gestación presentan una prevalencia del 25,2%. Además, actualmente se considera que el TEAF está infradiagnosticado debido a la estigmatización, la complejidad en el diagnóstico, la relevancia de los rasgos faciales y otras características de cognitivo-conductuales que pueden inducir a confusión con otros desórdenes del espectro autista. Como sanitarios nos preguntamos cómo hemos podido llegar a estas cifras tras las continuas advertencias por nuestra parte. ¿Cómo podríamos reducirlas?
Daños provocados por la exposición prenatal al alcohol
El factor común para el desarrollo de TEAF es el alcohol. El etanol y sus metabolitos, acetaldehído y especies reactivas de oxígeno (ROS), son los causantes de la toxicidad provocada por estas bebidas.
El etanol atraviesa la placenta que puede llegar a alcanzar una concentración de hasta un 40% en líquido amniótico respecto a la sangre materna sin embargo la lentitud del aclaramiento expone al feto al alcohol por más tiempo. Durante la exposición al alcohol, la principal diana es el cerebro por su alta demanda metabólica. Dicho metabolismo genera altas cantidades de metabolitos, en especial ROS que se acumulan por la escasa presencia de enzimas y sistemas antioxidantes. Paralelamente la exposición al alcohol deriva en una disminución del flujo y afinamiento de la placenta, isquemias, infartos, retrasos en el crecimiento intrauterino, así como alteraciones en la anatomía.
Una cosa está clara: ninguna cantidad de alcohol es segura durante el embarazo. Los expertos consideran que la cantidad de alcohol percibida por el feto está relacionada con variables sociodemográficas, variables obstétricas, consumo de alcohol previo al embarazo y consejos proporcionados por profesionales sanitarios.
En primer lugar, las variables sociodemográficas tienen gran peso en la cantidad de alcohol. Cabe la posibilidad de que parte de las mujeres que han bebido alcohol no sabían que estaban embarazadas. Al margen de esto, se ha estudiado que las embarazadas de 30 años en adelante incrementan entre 2 y 5 veces el consumo de alcohol respecto a aquellas más jóvenes. También afecta la duración, los cambios fisiológicos de la persona por la relación grasa-agua corporal, así como el metabolismo acelerado relacionado con un consumo crónico de alcohol. Sumado a lo anterior, los factores socioculturales entre los que se incluyen los patrones de consumo de alcohol también pueden llegar a ser un problema debido a que en Europa y Estados Unidos es común y está socialmente aceptado. En este sentido, las personas con un nivel económico inferior presentan mayor riesgo, mientras que en las culturas donde el alcohol no está permitido se ve drásticamente reducido.
Por otro lado, la recomendación por parte de los profesionales sanitarios puede repercutir en el comportamiento de las personas. Diferentes estudios reflejaron que solamente un 30,5% de las embarazadas recibieron advertencias y consejos sanitarios acerca del consumo de alcohol, mientras que un 43% no recibió ningún tipo de asesoramiento. Por ello, es importante continuar proporcionando consejos de salud a la población en general.
Otros factores que pueden potenciar los efectos teratogénicos producidos por el alcohol son el consumo de tabaco, cannabis y cocaína al reducir la oxigenación fetal dando como resultado hipoxia e incrementando la formación de radicales libres. Además, el hábito de fumar, el consumo de drogas y el consumo de cafeína pueden reducir los nutrientes que el feto necesita, lo que implica un desarrollo incorrecto del mismo.
Sumado a lo anterior, existen situaciones que hacen necesario la administración de ciertos medicamentos durante el embarazo como son los antiepilépticos o aquellos indicados para infecciones virales como el herpes simplex o la toxoplasmosis que pueden provocar efectos teratógenos y resultar en características similares presentadas en TEAF
TEAF: tipos y diagnóstico
Bajo la definición del TEAF se incluyen un conjunto de problemas permanentes causados por la exposición prenatal al alcohol. La exposición puede causar daños permanentes en el cerebro que conllevan déficits cognitivos, alteraciones motoras y problemas de la conducta. Estos problemas también pueden ir acompañados de rasgos faciales característicos (que se comentarán más adelante), deformaciones congénitas y restricciones en el crecimiento del feto.
No todos los niños expuestos al consumo materno de un alto grado de alcohol se ven afectados o no en el mismo grado. Estos niños pueden presentar:
Además de problemas sociales y motores, o problemas neonatales incluyendo irritabilidad y dificultad para alimentarse.
El espectro es un continuum sintomático que incluye:
Ayuda por parte de la farmacia comunitaria: educación sanitaria
Debido precisamente a que el daño provocado por la exposición prenatal al alcohol es irreversible se deben seguir tanto unas medidas preventivas como un seguimiento precoz para evitar la aparición de trastornos secundarios y, por tanto, mejorar el neurodesarrollo de estos.
La prevención se basa en la abstinencia alcohólica, ya que como hemos comentado anteriormente no hay cantidad de alcohol segura que puedan consumir las madres. Además, es imprescindible destacar que todos los tipos de alcohol son igualmente dañinos. Para evitar esta situación, cuando se planifique el embarazado, no consumir alcohol y en caso de que se confirme el embarazo, no continuar con el consumo.
Asimismo, se recomienda tras el parto y durante la lactancia no consumir alcohol ya que, aunque la leche materna proporciona beneficios al recién nacido, el alcohol ingerido por la madre puede pasar a la leche materna por lo que se recomienda interrumpir la lactancia materna para evitar riesgos y alimentarlo con leches o fórmulas de sustitución.
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