Fuente: LA RAZÓN
La identificación de la nueva variante Ómicron hace algunas semanas ha reactivado las alarmas en muchos países que buscan evitar que el número de contagios aumente ante la incertidumbre creada por esta nueva cepa. Sin embargo, y a la espera de que se descifre su verdadero alcance, la ciencia y los esfuerzos contra el nuevo coronavirus continúan dando sus frutos en forma de nuevos fármacos y vacunas para combatirlo.
Varias son las noticias de este tipo dadas a conocer esta semana. La primera de ellas ha sido la aprobación de la Agencia Europea del Medicamento de uno de los tratamientos aplicados al principio de la pandemia para luchar contra el SARS-CoV-2: tocilizumab. Aprobado inicialmente frente a la artritis reumatoide, la Comisión Europea ha ampliado la autorización de comercialización de Actemra/RoActemra (su nombre comercial) para incluir el tratamiento de la Covid-19 en adultos que reciben corticoides sistémicos y requieren oxígeno suplementario o ventilación mecánica. Esta decisión se produce pocas horas después de la recomendación del Comité de Medicamentos de Uso Humano (CHMP) de la Agencia Europea del Medicamento (EMA), que refleja su necesidad urgente de como posible opción de tratamiento durante la pandemia.
Por otra parte, también se han anunciado los resultados positivos de eficacia y seguridad del ensayo global de eficacia de fase III controlado con placebo de la vacuna candidata frente al SARS-CoV-2 de origen vegetal de Medicago en combinación con el adyuvante pandémico de GSK, realizado en más de 24.000 voluntarios (mayores de 18 años) en seis países. El suero candidato aún no está aprobado por ninguna autoridad reguladora. A las cuatro vacunas autorizadas en la UE (Pfizer, Moderna, Astrazeneca y Janssen) actualmente hay otras cinco en evaluación para su aprobación. Para cuatro de ellas la «Rolling Review» está en curso: la rusa Sputnik, la china Sinovac, la francesa de Sanofi-Pasteur y Valneva. La quinta, la vacuna norteamericana Novavax, está en la última fase, con una solicitud de autorización de comercialización presentada formalmente.
La «mala noticia», (entre comillas, porque aunque sea un resultado negativo sirve para despejar dudas) ha sido que la Organización Mundial de la Salud (OMS) ha desaconsejado el tratamiento con plasma de pacientes convalecientes para los enfermos de Covid-19 porque «no sirve para mejorar la capacidad de supervivencia ni disminuye la necesidad de ventilación asistida» en una publicación en el «British Medical Journal». La terapia consiste en administrar la sangre de personas recuperadas del virus como tratamiento. Según se recoge, los datos actuales además, han demostrado que el empleo de plasma es «costoso y lento». Por estos motivos, la OMS desaconseja «rotundamente» su uso en pacientes con enfermedades no graves y recomienda no usarlo en aquellos con enfermedades graves y críticas, aunque reconoce que «existe suficiente incertidumbre en los pacientes con enfermedades graves y críticas como para justificar la continuación de los ensayos controlados aleatorios». Estas recomendaciones se han basado en las evidencias de 16 ensayos.