Fuente: La Razón
Uno de los problemas de la endometriosis, una patología que padece cerca de un 15% de las mujeres, es su diagnóstico. La prueba más fiable para detectarla es la ecografía, aunque algunos profesionales siguen optando por la resonancia magnética. Ambas permiten detectar la enfermedad cuando ya está avanzada, ya que se trata de una prueba específica pero poco sensible (solo se ven las lesiones cuando alcanzan cierto tamaño). Estas pruebas se realizan tras una recopilación de ciertos datos de la paciente que puedan indicar sospecha de endometriosis.
Pero, una vez diagnosticada, ¿cuál sería el siguiente paso? Este es otro de los problemas de la patología: no presenta un tratamiento específico. Las endometriosis asintomáticas no se tratan; simplemente se realiza un control evolutivo. Sin embargo, si el dolor afecta a la vida cotidiana de la mujer, es necesario tratar esta dolencia, aunque siempre de forma individualizada.
Para ello lo primero es preguntarle sobre la situación actual. Si tiene pareja y si tiene pensado quedarse embarazada, en este caso se tratará con analgésicos. Si no tiene planeado un embarazo se le puede ofrecer un anticonceptivo oral, que es, hasta la fecha, el tratamiento de elección por parte de los profesionales.
En cuanto a la infertilidad producida por la endometriosis se puede abordar su tratamiento mediante técnicas de reproducción asistida, que suelen ser muy efectivas, consiguiéndose unas tasas de embarazo bastante altas. Desafortunadamente, la endometriosis se ha empezado a investigar algo tarde, mientras que la incidencia sube en la población femenina en edad fértil. Es necesaria la difusión de información sobre este tema, así como la inversión tanto en la búsqueda de técnicas de diagnóstico como en tratamientos eficaces.