Fuente: La Razón
Ómicron se ha convertido en el «invitado» más incómodo e indeseado de la Navidad. Su nombre resuena en cada esquina, en las comidas familiares, en el supermercado, en los bares... Su alta capacidad de contagio es un quebradero de cabeza y más aún en estas fechas de reunión cuando los contactos se multiplican. Sin embargo, pocos saben qué se esconde detrás de esta variante de la covid que mantiene en alerta al mundo. Acudimos al laboratorio de microbiología del Hospital Gregorio Marañón de Madrid, donde se analizó por primera vez en España la secuencia genética de esta cepa y cuyo examen arrojó luz y también muchas dudas sobre sus peculiaridades.
Darío García de Viedma, responsable de la unidad de genómica microbiana, y su equipo nos atienden en medio de la vorágine de observación de múltiples muestras microscópicas. Aquí fue donde llegó la primera muestra de un viajero sospechoso de haber sido contagiado con ómicron. Fue el 29 de noviembre. El 1 de diciembre ya se detectó el primer caso de infección comunitaria. Esta variante del virus viajaba a la velocidad de la luz, lo nunca visto hasta ahora, pero en este laboratorio estaban prevenidos para que algo así pudiera ocurrir en cualquier momento.
Con la congelación, de una forma similar, si se mete a congelar una gran cantidad de alimento, el proceso se ralentizará y la congelación generará "cristales" sobre el producto, restándole calidad e incluso siendo menos seguro.
«El haber realizado análisis genómicos del virus durante toda la pandemia nos ha permitido tener bien engrasados todos los procedimientos. Teníamos claro que había que estar formado y preparado para dar una respuesta rápida en caso de que surgiera una situación como la que ha provocado ómicron. Así, teníamos tres vías de análisis genético. Los sistemas de secuenciación convencionales demoran varios días, aquí, lo podemos resolver como mucho en cuatro», subraya García de Viedma.
En esta ocasión se superaron: tan solo en cinco horas pudieron determinar la secuencia de ómicron. «Activamos tres vías de análisis simultáneas. La primera, un sistema de secuenciación ultrarrápido en nanoporos. Además, pusimos a punto PCR específicas con muchas sondas dirigidas a las mutaciones de ómicron y, por último, el proceso de secuenciación convencional. A las cinco horas teníamos la secuencia completa y pudimos comenzar a investigar sus peculiaridades», subraya el científico.
Es más, reconoce que, en aquel momento, el equipo de trabajo de esta unidad científica del Marañón estaba integrado por 13 personas, cuatro de los cuales ya han dejado de trabajar allí por la finalización de su contrato de investigación. «Ahora somos nueve y los próximos meses habrá otras tres bajas. En plantilla solo estoy yo y un técnico de soporte. Este tipo de trabajos descansa en contratos temporales de investigación que deben ser reforzados», reivindica.
Lo que se encontraron estos expertos tras los análisis no fue nada alentador: «Ómicron tiene una diferencia marcada con todas las variantes que circulaban en el momento de su aparición. Este virus tiene una mutación cada 15 días, pero la mayoría presenta un ‘’aroma’' familiar, una identificación con sus ‘’padres y abuelos’'. Sin embargo, lo que vimos de ómicron es que no presentaba parentesco. Nos descolocó mucho a la comunidad científica».
Cuando comenzaron a desmenuzar el código genético de esta variante del virus comprobaron «el elevadísimo número de mutaciones en la zona de la espícula, un área clave del virus». Darío explica de manera didáctica que, «mientras que las variantes que hasta ahora nos habían preocupado, mostraban unas 7 o 10 mutaciones en la zona de la espícula, la de ómicron tenía hasta 30 sustituciones».
¿Y cuáles son las consecuencias de estas variaciones del virus en este lugar específico? «Por ejemplo, la neutralización de los anticuerpos, que, como ocurre con ómicron, es capaz de sortearlos. Todas las mutaciones en la espícula suponen una ventaja adaptativa para el virus. Cuando varía en esta zona es porque quiere ser más ‘’exitoso’', es decir, evolucionar y sobrevivir. Para hacerlo, puede conseguirlo siendo más agresivo o bien más silente, o sea, contagiándose más rápido con menos síntomas en el infectado».
Y parece que lo consiguió pues, según este experto, tan solo los pacientes que han recibido una tercera dosis son los que tienen más probabilidad de sortear la infección: «sobre los anticuerpos, hay datos preliminares que apuntan a la inferior capacidad de neutralizar ómicron con los niveles de anticuerpos de las dos dosis frente a otras variantes del virus. Los que genera la tercera dosis parece que son capaces de neutralizarlo mejor», confiesa Darío mientras su compañera Andrea prepara unas muestras de análisis.
En el ordenador que Sergio se aprecian los registros que todo el equipo ha ido elaborando. Y es que a diferencia de los estudios que hacen, por ejemplo, los laboratorios de farmacéuticas, que se centran solo en las capas superficiales del virus, en la «guarida» de los científicos del Marañón también «atacan» a las más profundas: «Por ejemplo, en la tercera capa de análisis se pueden definir las rutas de transmisión. Lo que no se ha encontrado hasta ahora, afortunadamente, es que la gravedad de los pacientes ómicron sea mayor en comparación otras variantes como la delta. Sin embargo, sí es cierto que la actual cepa está asociada a un rango de edad determinado: personas más jóvenes sin la tercera dosis de la vacuna administrada».
Lamenta este microbiólogo que sigue siendo un enigma para los científicos la procedencia de esta mutación de la covid ubicada geográficamente en Suráfrica: «Existen tres posibilidades: o bien se trata de una mutación que proviene de un paciente crónico infectado en quien el virus ha evolucionado generando una variante con mutaciones que todavía no estaban en la población y desde este paciente ha saltado a la sociedad, o bien que haya saltado de a un huésped animal transitoriamente y ha regresado al humano. Se apunta al ratón como posible nuevo huésped. Por último, se baraja la posibilidad de que ómicron provenga de un país en el que no se ha secuenciado ninguna variante y que, por lo tanto, es una incógnita para nosotros. Esa cepa habría viajado a otro país y es en este segundo lugar donde habría sido detectada. No existen respuestas claras todavía», señala Darío.
Por el momento, en un espacio temporal de apenas un mes, ya se conocen dos variantes de la propia ómicron: la BA1 y la BA2. «Y todas son igualmente de preocupantes por el elevadísimo número de mutaciones que presentan y su capacidad adaptación para su supervivencia. En tan solo 15 días pasó a ser el 50% de los casos diagnosticados en este hospital. Ahora estamos en el 84% y dentro de unos días estoy convencido de que será el 100% de la población estudiada. Su éxito de transmisión es asombroso», asevera el responsable de la unidad de genómica microbiana del Gregorio Marañón, en cuyo laboratorio de microbiología se analizan 200 muestras semanales.
Ya han estudiado las muestras de 7.000 pacientes: «Antes de la llegada de ómicron teníamos analizadas el 100% de las muestras de las personas contagiadas del hospital, ahora rondaremos el 15% debido al alto número de pacientes contagiados». Como recomendación, Darío apunta a que, ante la expansión desenfrenada de esta cepa, la única medida para plantarle cara de manera exitosa pasa por suministrar la tercera dosis a toda la población cuanto antes y, por supuesto, continuar con las mascarillas y distancia social. Mientras, él y su equipo seguirán diseccionando el genoma de este virus camaleónico que no deja de sorprender y preocupar a la comunidad científica.