Fuente: 20 Minutos
El cólico nefrítico a menudo se pone como ejemplo de dolor especialmente intenso e incapacitante (algunas veces, incluso, se dice que es el dolor más intenso que existe). Además, se trata de una condición relativamente común aunque, afortunadamente, suele poder tratarse sin mucho riesgo de complicaciones.
El cólico nefrítico o renal es un tipo de dolor de gran intensidad debido a la obstrucción de las vías urinarias, normalmente por un cálculo renal (piedra en el riñón) pero en ocasiones por otras causas, como un coágulo.
Estos cálculos pueden formarse por varios motivos, como hipercalciuria (común en lugares en los que el agua del grifo tiene mucha cal), deshidratación, síndrome del intestino irritable, infección crónica del tracto urinario, gota o xantinuria.
Sea como sea, el cálculo viaja por el uréter para ser expulsado y obstruye uno de los tres puntos estrechos del recorrido, provocando inflamación y los dolorosos espasmos característicos del cólico nefrítico.
El cólico nefrítico es, como decimos, un síntoma en sí mismo de una obstrucción en el uréter. Sin embargo, sí podemos señalar algunas características que lo diferencian de otros tipos de dolores.
Por ejemplo, podemos distinguir un cólico nefrítico por la zona a la que afecta: empieza en la parte inferior de la espalda y poco a poco se extiende hacia la vulva o los testículos. También cabe señalar que ocurre en la forma de 'latidos' intensos y repetidos.
Por otra parte, pueden aparecer algunas otras manifestaciones, como elevación de la frecuencia cardíaca, alteración de la presión arterial, palidez, sudoración fría y vómitos. Debido a la intensidad del dolor, quienes lo padecen suelen mostrar también una gran alteración emocional.
Si no está provocado por una infección, el tratamiento del cólico consiste generalmente en el abordaje de los síntomas hasta que la piedra sea expulsada por sí sola.
En estos casos, se pueden probar estrategias como la administración de analgésicos y bloqueantes alfa (que relajan la musculatura urinaria) y con calor (en bañera o con manta eléctrica).
Si el cálculo se atasca o es demasiado grande, puede ser necesario emplear técnicas como la ureteroscopia (introducir un catéter por la uretra hasta desatascar el conducto) o la fragmentación del cálculo mediante ultrasonidos. En última instancia, es posible recurrir a cirugías más invasivas.