Fuente: La Razón
El ronquido es uno de los trastornos de sueño más extendidos. En la mayoría de los casos no se les da importancia. Sin embargo, cuando este va acompañado de una pausa de la respiración durante la noche debe encender las alarmas, ya que puede tratarse de un problema de salud. Y es que no es lo mismo roncar de forma esporádica tras un día realmente agotador o después de una comida copiosa regada con alcohol que hacerlo todos los días y sin causa aparente.
«El principal factor que hace que unas personas ronquen y otras no radica en las diferentes constituciones anatómicas de la vía aérea superior. Algunos ciudadanos la tienen más estrecha y por ello se produce una resistencia al paso del aire, lo que provoca el ronquido», explica el doctor Carlos O’Connor Reina, co-responsable de la Unidad Multidisciplinar de Trastornos del Sueño y codirector del Servicio de Otorrinolaringología del Hospital Quirónsalud Marbella.
En todo caso, «ningún ronquido de forma repetida –prosigue el especialista– es normal. No obstante, el nivel de ronquido tolerable son 40 decibelios (dB); es decir, el ruido equivalente que se produce al susurrar en el interior de una biblioteca».
Que los ronquidos sean muy fuertes puede ser una señal de que algo no va bien, así como un cansancio excesivo o somnolencia diurna pese a haber dormido siete horas o más. Y es que una cosa es dormir y otra que el sueño sea reparador. De hecho, podría ser que el roncador sufra el Síndrome de Apnea Hipopnea (obstructiva) del Sueño (SAHS) siempre que la «interrupción de la respiración durante el sueño sea con una pausa de al menos 10 segundos de duración», precisa el doctor.
Pero, ¿cómo saberlo? O’Connor explica que «el roncador debe realizarse las siguientes preguntas recogidas en el cuestionario «Stop Bang»: ¿Ronca tan fuerte que se escucha a través de las puertas?; ¿se siente con frecuencia cansado o se queda dormido cuando conduce?; ¿alguien le observó dejando de respirar durante la noche?; ¿es hipertenso? ¿sufre obesidad?; ¿es mayor de 50 años?; ¿su cuello mide más de 43 centímetros en caso de ser hombre o más de 41 en caso de ser mujer?, y por último, ¿es varón?». «Si responde de forma positiva a más de cinco debe acudir al especialista», recomienda el doctor de este hospital marbellí que ofrece a los afectados una plataforma asistencial especializada como es la Unidad Multidisciplinar de Trastornos del Sueño con el fin de recibir la atención de los servicios de Neumología y Otorrinolaringología de forma coordinada para analizar de forma integral e individualizada cada caso.
Algo esencial, ya que, de tratarse de SAHS, podría sufrir un aumento en el riesgo de enfermedades cardiovasculares, como hipertensión arterial, arritmias, cardiopatías isquémicas, accidentes cerebrovasculares, «y últimamente se ha relacionado este síndrome con una mayor incidencia de la patología oncológica», afirma el especialista, que recuerda que la apnea del sueño afecta a entre un 4 y un 8% de la población general, mientras que el ronquido llega al 40%.
«Sufrir SAHS conlleva dejar de respirar y eso provoca que el cerebro no reciba su oxígeno, que el corazón haga un esfuerzo extra y que el cuerpo entero se someta al estrés metabólico que supone no respirar. Eso conlleva que los pacientes que sufran apnea severa y no se traten acorten su esperanza de vida hasta 10 años», precisa.
No tratar la forma severa acorta en hasta 10 años la esperanza de vida, Dr. Carlos O’Connor Reina.
Por eso es importante llevar una vida saludable: «Una dieta equilibrada, no fumar, no beber en exceso y realizar ejercicio son las mejores herramientas para dejar de roncar. Y si pese a realizar todo esto ronca entonces lo mejor es visitar al otorrino para poder evaluar si hay una causa anatómica que lo produce. Si existe, es el profesional indicado para solucionarlo», precisa.
En ese caso, «se le indicará una cirugía correctiva. Si se detecta un trastorno funcional por déficit de tono muscular se le orientará sobre los ejercicios musculares que pueden revertir la flacidez pero si este trastorno motor fuera más complejo, como es el caso de las apraxias linguales secundarias, se derivará al especialista en logopedia-fonoaudiología», concluye O’Connor.