Fuente: 20 Minutos
El sistema endocrino es uno de los más complejos de nuestro cuerpo, y cumple con importantes funciones en la regulación de casi todos los procesos vitales. Por ello, no es de extrañar que los trastornos que le afectan puedan tener consecuencias muy severas.
¿Qué es el hipotiroidismo? ¿Cuáles son sus causas?
Precisamente una pieza clave del sistema endocrino, la glándula tiroides, es el centro de una patología especialmente prevalente: el hipotiroidismo.
Concretamente, el hipotiroidismo es un trastorno que consiste en que la glándula no segrega la cantidad suficiente de determinadas hormonas cruciales para el correcto funcionamiento del organismo.
Las causas por las que esto puede suceder son muy variadas, e incluyen desde reacciones autoinmunitarias (como la tiroiditis de Hashimoto), un tratamiento previo para el hipertiroidismo (trastorno por el que la tiroides genera ciertas sustancias en exceso), cirugías de tiroides, radioterapia, el uso de ciertos medicamentos, ciertas enfermedades congénitas, trastornos de la glándula hipófisis, el embarazo o la deficiencia de yodo.
Hay que destacar que existen ciertas circunstancias consideradas como factores de riesgo para desarrollar la enfermedad, como ser mujer, ser mayor de 60 años, tener antecedentes familiares de enfermedad tiroidea, tener enfermedades autoinmunes, haber recibido tratamientos con medicamentos antitiroideos o con yodo radioactivo, haber recibido radioterapia en el cuello o en el pecho, haber sido sometido a una cirugía de tiroides o haber estado embarazada o haber dado a luz en los últimos seis meses.
¿Cuáles son sus síntomas?
Inicialmente, es común que el hipotiroidismo no provoque síntomas, o que estos se desarrollen muy lentamente, por lo que la detección suele ser complicada hasta que la enfermedad está bastante avanzada.
Por ejemplo, el aumento de peso y el cansancio suelen ser dos de los primeros signos, pero a menudo se atribuyen a la edad y se ignoran hasta que ya son claramente aparentes.
Otros pueden incluir el aumento de la sensibilidad al frío, el estreñimiento, la piel seca, el aumento de peso, la hinchazón de la cara, ronquera, debilidad muscular, elevación de los niveles de colesterol en sangre, dolor, sensibilidad y rigidez musculares, periodos menstruales irregulares o más intensos de lo normal, afinamiento del cabello, ritmo cardíaco lento, depresión, memoria deficiente e hinchazón en el cuello (bocio).
En los lactantes, se puede desarrollar un cuadro bastante específico que incluye ictericia (coloración amarillenta de la piel y los ojos), aumento del tamaño de la lengua, dificultad respiratoria, ronquera y hernia umbilical.
En niños algo más mayores, el hipotiroidismo puede hacerse evidente por ciertos retrasos en el crecimiento físico (dando como resultado una estatura demasiado baja para su edad), retraso en la salida de los dientes permanentes, entrada tardía en la pubertad y ralentización del desarrollo mental.
Cuando el hipotiroidismo no se trata, puede derivar en problemas de salud como bocio, problemas cardíacos, depresión, neuropatía periférica, mixedema (intolerancia intensa al frío, somnolencia, letargo profundo y pérdida de la consciencia), infertilidad y anomalías congénitas en los hijos si la paciente afectada sufre hipotiroidismo durante la gestación.
¿Cómo se trata?
Afortunadamente, el hipotiroidismo es muy fácil de tratar, con el uso diario de la hormona tiroidea levotiroxina de por vida, con dosis que se controlan y ajustan de manera regular.
Ese ajuste se suele hacer en función de los niveles de la hormona en la sangre, si bien el médico también tiene en cuenta la aparición de signos de exceso de levotiroxina y determinados factores que pueden afectar a la absorción de la misma (como el seguimiento de una dieta con gran cantidad de soja o el uso de suplementos de calcio o hierro).