Fuente: La Razón
Hace tiempo que la microbiota intestinal dejó de ser un desconocido. De hecho, en estos últimos meses se ha demostrado que tener una microbiota sana reduce el riesgo de desarrollar la Covid-19 grave e incluso puede evitar el desarrollo de la covid persistente. Pero más allá de la pandemia, la microbiota también resulta clave cuando se habla de Oncología, ya que los pacientes con melanoma que reciben inmunoterapia, es decir, un tratamiento que incita al propio sistema inmunitario a eliminar las células cancerosas, responden al tratamiento de forma diferente según los tipos de microbios que haya en su intestino, hasta el punto de que los microorganismos que dificultan la terapia tienen más influencia que los beneficiosos, tal y como demuestra una nueva investigación publicada hoy en la revista científica «Nature Medicine» e impulsada por investigadores de la Universidad Estatal de Oregón, el Instituto Nacional del Cáncer, el Laboratorio Nacional Frederick para la Investigación del Cáncer y la Universidad de Pittsburgh, en Estados Unidos.
«Este nuevo hallazgo supone un importante avance en el abordaje de numerosos tipos de cáncer, incluido el melanoma, la forma más peligrosa de cáncer de piel», asegura Andrey Morgun, miembro de la Facultad de Farmacia de la OSU, quien destaca que «nuestros hallazgos arrojan nueva luz sobre la complicada interacción entre el microbioma intestinal y la respuesta a la inmunoterapia contra el cáncer, y marcan el rumbo de futuros estudios».
Y es que el melanoma es uno de los cánceres más agresivos y el más letal cuando se trata de un tumor de piel, ya que suele desarrollar metástasis o extenderse a otros órganos como el hígado, los pulmones y el cerebro.
En concreto, el nuevo estudio se refiere a una técnica terapéutica denominada bloqueo de puntos de control inmunitarios, a menudo denominada por sus siglas ICB, que ha revolucionado el tratamiento del melanoma y del cáncer en general. Así, la terapia ICB se basa en fármacos inhibidores que bloquean unas proteínas llamadas puntos de control que producen ciertas células del sistema inmunitario -las células T, por ejemplo- y también algunas células cancerosas. Los puntos de control ayudan a evitar que las respuestas inmunitarias sean demasiado fuertes, pero a veces eso significa impedir que las células T maten a las células cancerosas. Así, cuando se bloquean los puntos de control, las células T pueden hacer un mejor trabajo para eliminar las células cancerosas.
Según Morgun, la BCI ha supuesto un cambio de juego en la terapia contra el cáncer, y varios estudios han demostrado que la microbiota intestinal de los pacientes influye en su respuesta. El microbioma intestinal humano es una compleja comunidad de más de 10 billones de células microbianas que representan aproximadamente 1.000 especies bacterianas diferentes.
Morgun y sus colaboradores analizaron los datos de múltiples cohortes de pacientes con melanoma que recibían un tipo de BCI conocido como terapia con proteína de muerte celular programada, abreviada como terapia anti-PD-1. «Establecimos múltiples microbiotipos y algunos de ellos estaban claramente correlacionados con la respuesta a la inmunoterapia contra el cáncer. Dos firmas microbianas, una comparativamente pesada con especies de ‘Lachnospiraceae,’ la otra comparativamente pesada con especies de ‘Streptococcaceae’, estaban conectadas con una respuesta clínica favorable y desfavorable, respectivamente», detallan los investigadores.
De esta manera, los resultados también sugieren que, aproximadamente un año después del inicio del tratamiento, la microbiota intestinal se convierte en un factor dominante en la respuesta a la terapia, y que los microbios que perjudican la terapia parecen desempeñar un papel más importante que los que la mejoran.